lunes, 29 de septiembre de 2014

San Jerórimo


Título: San Jeronimo, un ejemplo de constante conversion

San Jerónimo lo asociamos justamente con la Sagrada Escritura, sabemos que a él se debe la primera traducción extensa de la Biblia, vertida de su lengua original en el latín, edición conocida como la Vulgata.
Pero hay otros aspectos de la vida de este santo que merecen un momento de nuestra reflexión en este día; en primer lugar, es sabido que Jerónimo fue un hombre de personalidad extraña, tosca, llena de aristas, de conflictos.
Una persona impulsiva, un poco en guerra con ella misma, un poco en conflicto con buena parte de la Iglesia de su tiempo; cuanto más conoce uno de la vida y de la época de San Jerónimo, más se admira de que este hombre, con semejante temperamento casi neurótico, diríamos hoy, y con tantos conflictos interiores y tensiones exteriores haya avanzado tanto en el amor de Dios.
Los patronos o los santos, los santos patronos que tiene la Iglesia, usualmente son patronos de actividades como por ejemplo la medicina o el derecho, o así sucesivamente.
Pero, creo que hacen falta también patronos para esos aspectos como más oscuros de nuestra vida; quienes de pronto tienen tendencia a la tristeza, a la depresión, qué bueno, que encontraran en San Luis Bertrán un patrono.
Porque ese santo, Luis Bertrán, muestra cómo a pesar del temperamento melancólico, pues se puede avanzar hacia Dios; y yo creo que si uno tiene ese temperamento, a uno le sirve más saber que alguien pudo llegar hasta Dios así, que conocer a muchos otros que eran con un modo de ser muy suaves, muy afables, muy simpático.
Algo semejante digo de San Jerónimo: San Jerónimo, con todo y su horrible temperamento y sus abiertas equivocaciones, hoy se puede hablar así, en muchas de sus apreciaciones de la vida de La Iglesia de su tiempo, hoy podemos decir que San Jerónimo se equivocó.
Se convierte como en el patrono de la gente irascible, de la gente apasionada, de la gente en conflicto; de pronto, uno podría, incluso en la Iglesia hacer una especie de lista de los santos, pero no a partir de sus grandes cualidades, sino a partir de los defectos que Dios les concedió vencer por la gracia.
Y, yo creo que esto sería maravilloso, la tendencia casi invencible a la concupiscencia en un Agustín; la neura de San Jerónimo, la melancolía de Luis Bertrán, pues dan pie para que hagamos una especie de calendario de los Santos al revés, pero no es al revés, sino es al derecho.
Porque es mostrar, precisamente, en qué áreas más débiles de la vida de estos hombres y de estas mujeres fue posible la obra de Dios.
Otro aspecto de San Jerónimo, que es hermoso considerar, es su amor a la dirección espiritual, su cuidado de la vida de personas concretas, su afán de llevar a muchos otros a la santidad, porque si he dicho que era prácticamente un neurótico, no fue ciertamente por sus arranques o estallidos de neura, por lo que avanzó más hacia Dios.
Lo que nos lleva hacia Dios es el amor; si el amor en Jerónimo se manifestaba, por ejemplo, en eso, en una pasión casi increíble por llevar a muchas personas hacia la santidad, organizaba pequeñas y grandes actividades a la manera de cursos, por ejemplo, allá en Roma.
Y predicaba la Escritura y tenía una pasión increíble por llevar a las personas hacia Dios, y en esto también podemos aprender mucho de él.
Otros dos aspectos son su amor a la penitencia y su búsqueda de las fuentes. Jerónimo se fue a Belén a recuperar el misterio original de Jesucristo. Así como buscó el hebreo para beber la Palabra de Dios en su manantial primero, así también buscó Belén, en la Tierra Santa, para empaparse de Cristo.
Es un amor encendido a la Encarnación de Nuestro Señor, pero no quiero pasar sobre lo de la penitencia, así no más. A veces, la iconografía representa a Jerónimo con una piedra hiriéndose el pecho, en una actitud un poco salvaje como su temperamento, no es eso lo que yo voy a recomendar de Jerónimo hoy, ciertamente.
Sino que es un santo en continua conversión. A mí me parece que Jerónimo, hasta donde yo alcanzo a ver, es bastante singular, en eso es un santo que siempre se trató a sí mismo y trató a la Iglesia de su tiempo como si estuviera en el primer día de la conversión.
Un santo que por más que fuera llevado en el Espíritu a luchas extraordinarias, a carismas inmensos, a servicios altos a la Iglesia, sucediera lo que sucediera con su vida, cada día Jerónimo estaba empezando. Y cada día estaba iniciando su conversión, si se quiere, con mayor ardor. Una pasión así, semejante, necesitamos nosotros para vivir con fuerza y con fruto nuestra propia vocación.
La intercesión de este extraño personaje enamorado de Cristo y enamorado de la santidad, traiga nueva luz a nuestras vidas y nos haga servir mejor al Señor.
Amén.
@fraynelson

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