miércoles, 28 de enero de 2015

La Iglesia sigue su camino





La Iglesia sigue su camino
Jesucristo
La Iglesia sigue el camino de Pasión y Resurrección de Jesús. La Iglesia es eterna, superará todas las tribulaciones.


Por: Oscar Schmid




Como círculos concéntricos, así es el Plan de Dios. Si se analizan las Escrituras, es evidente que el mismo argumento, la misma historia se repite una y otra vez, con distintos personajes, pero con el mismo significado y mensaje. Por ejemplo, cuando Dios saca a Su Pueblo de Egipto y le pide se sacrifique como ceremonia previa un cordero Pascual en cada familia, para abrir de ese modo las puertas a la salvación del pueblo elegido. Del mismo modo, siglos después es el Cordero de Dios, Cristo, el sacrificado para salvar al Pueblo de Dios una vez más, ésta vez por la Redención definitiva de toda la humanidad. También vemos en el pedido a Abraham de sacrificar a su primogénito, reemplazado a último minuto por un cordero, el mensaje de Dios sacrificando a Su Hijo Unigénito siglos después, Cordero de Dios, Hombre Verdadero y Dios Verdadero. Círculos y círculos que se repiten con distintos personajes y circunstancias, pero con el mismo mensaje y contenido.

Los mensajes de Dios raramente son directos, pero en la forma de parábolas y revelaciones El nos ha dejado lo necesario para que encontremos las pistas que nos den el camino seguro a la Salvación. Nuestro es el esfuerzo necesario para comprender Su Mensaje, Su Palabra, porque esa es la Ley de Dios para nosotros: poner nuestra voluntad a Su servicio, incluido el disponer nuestra inteligencia para comprender Su Revelación.

Como una piedra lanzada a un estanque, que produce círculos que se abren más y más, el uno más grande que el otro, pero todos provenientes del mismo evento. La Piedra, el centro de toda ésta historia, se sitúa en la Vida de Cristo. Todo lo que rodeó a Jesús en Su vida en la tierra fue preanunciado con siglos de antelación, y también se repite luego a través de la vida de Su Iglesia, ya que El mismo es la Cabeza del Cuerpo Místico del que nosotros somos miembros activos y militantes. De este modo, existe un claro paralelo entre la historia del Redentor y la de Su Iglesia, ya que ambas van indisolublemente unidas, son dos círculos distintos pero ambos provenientes del mismo evento: la Encarnación del Verbo.

Todo comienza con la Anunciación del Ángel a Maria en la casita de Nazaret, donde Ella dio el si que abrió las puertas a la historia de la Salvación. El equivalente a la Anunciación, en la historia de la iglesia, se produce al pie de la Cruz. En este caso, no fue el ángel el que hizo el anuncio. Es el mismo Cristo el que anuncia a María que Ella será la Madre de todos los hombres, de la Iglesia. Una vez más, Maria dio un si, lleno de dolor ante tan horrorosa vista, la de Su Hijo Crucificado y a punto de morir.

El Nacimiento de Jesús se produce en Belén en una pobre gruta, con María y José como testigos. La Iglesia, en cambio, nace el día de Pentecostés, nuevamente con María como la Madre que da a luz espiritualmente al Nuevo Pueblo de Dios. En la misma sala en que Jesús había instituido la Eucaristía poco tiempo antes, en la sala del Cenáculo en la planta alta de aquella casa de Jerusalén, se produjo el nacimiento de la Iglesia. El Pequeño Cuerpo de Jesús que Ella tuvo en sus brazos en Belén, fue reemplazado en este caso por un pequeño grupo de humildes hombres que eran la iglesia infante que nacía aquel día.

El mundo quiso asesinar a Jesús en Sus primeros años de vida, con la persecución de Herodes. La Sagrada Familia huyó entonces de Palestina hacia Egipto. Luego del nacimiento de la Iglesia, los primeros cristianos también fueron perseguidos y debieron huir de Jerusalén hacia lugares distantes, llevando el mensaje de Salvación con ellos. Muchos fueron asesinados, como los niños de Belén, pero la Iglesia Cuerpo Místico de Cristo salvó Su vida y siguió camino rumbo a la adultez. El retorno de la Sagrada Familia desde Egipto a Nazaret puede ser comparado, en la vida de la Iglesia, con el establecimiento del Cristianismo en Roma, la vuelta a casa para seguir dando firmes cimientos a la historia de la Redención.

Los primeros años de la vida de Jesús fueron un periodo de crecer, oculto a los ojos del mundo, creciendo en Su Naturaleza Humana y formándose bajo el cuidado de Su Madre. Del mismo modo, la iglesia transitó siglos de pequeñez y ocultamiento, creciendo y fortaleciéndose hasta ser un vigoroso Cuerpo dispuesto a dar el mensaje de Salvación al mundo. Los santos que fueron surgiendo a través de los tiempos son los miembros vigorosos de Jesús, lozanos y deslumbrantes, que nos permiten ver en todo su esplendor al Cuerpo de Cristo formado como un Adulto fuerte y preparado para Su Misión.

Es difícil ver como se establece el paralelo de allí en adelante, quizás porque estamos tan cerca de los hechos que no podemos reconocer qué parte de la vida de Jesús está viviendo la Iglesia en estos momentos. A pesar de ello, creo que está claro que la Vida Pública de la Iglesia empezó hace varios siglos ya. Y probablemente el signo más claro esté constituido por las múltiples apariciones de María, que ha sido enviada por Jesús para trabajar y anunciar el mensaje, el mismo mensaje, a todos nosotros. Apariciones en todos los continentes, mensajes invitando a la conversión, al amor, a la fe. El mismo mensaje que Jesús nos da en el Evangelio, ahora traído por Su Madre. Pero también Jesús ha salido a caminar los senderos de este mundo, a través de Santa Margarita Maria de Alacoque y la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, de Santa Faustina Kowalska y el Jesús Misericordioso, entre varias diversas manifestaciones de Jesús a santos de la Iglesia.

Jesús y Maria han salido a recorrer los caminos de este mundo, como en Palestina. La vida pública de la iglesia parece estar desarrollándose de modo pleno. Pero, así como Jesús caminó tres años de Su vida pública rumbo al Calvario como indudable destino final, ¿hacia dónde se dirige Su Cuerpo Místico, la Iglesia, entonces? Difícil de saberlo, pero un dato resuena en mi mente. Desde hace un tiempo la Virgen se manifiesta con lágrimas en sus ojos, comenzando en La Salette, pero mucho más claramente en las últimas décadas con las lacrimaciones de muchas de sus imágenes, lágrimas de sangre algunas veces. No puedo dejar de recordar que, si bien la Virgen lloró muchas veces por el mal que los hombres hacían a Su Jesús, Ella nunca lloró más que al pie de la Cruz, en el Calvario.

La esperanza, sin dudas, la tenemos puesta en la seguridad plena de que la Iglesia sigue el camino de Pasión y Resurrección de Jesús. La Iglesia es Eterna, superará todas las tribulaciones, las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Pero, mientras tanto, tiene en el Cielo a todas las almas santas, las que llegaron al Reino, y aquí en la tierra a sus miembros militantes, todos nosotros, que la integramos con el orgullo de vivir días de Cruz o Resurrección, según sea Su Voluntad.



 

martes, 27 de enero de 2015

Hágase tu voluntad


Título: La ofrenda a Dios de la propia voluntad es el culmen de todos los sacrificios


Dios es maestro, es pedagogo, y nos va enseñando de acuerdo con la naturaleza que Él nos dio. Así como nosotros somos temporales, primero niños y luego adultos, primero ignorantes y luego instruidos, primero jóvenes, luego maduros; así también Dios, en la historia del mundo, trató a la humanidad, primero como niña, mientras alcanzaba la madurez.
Trató a su pueblo primero como ignorante, mientras le iba instruyendo, y por medio de figuras, de símbolos, de ritos, iba instruyendo, iba corrigiendo, iba conduciendo a su pueblo.
Dios administra la historia y esta administración que los autores antiguos llamaban economía, esta economía de la salvación Dios la sigue realizando en nuestra vida, en la vida de nuestras familias y comunidades y en la historia misma del universo.
Por eso, meditar sobre las enseñanzas que Dios quería dar, incluso a nuestros antepasados, por medio de figuras rudas, nos ayuda a comprender también lo que Dios quiere hacer con nosotros, porque en todo lo que Dios hace hay que mirar primero lo que ha hecho, pero segundo, lo que eso significa.
Jesucristo quería que las personas, por ejemplo, cuando eran sanadas, supieran entender la diferencia entre esas dos cosas, entre lo que es la obra que Dios había hecho por ellos, y lo que es el significado de esa obra.
La obra muchas veces es temporal, es finita, es corporal o material. Por ejemplo, sanar a un cojo, es una obra maravillosa, ¿pero cuánto tiempo va a durar andando con esas piernas? Llegará inevitablemente a la ancianidad y por debilidad, por enfermedad, por ancianidad, finalmente dejará de utilizar las piernas que Dios le sanó.
El milagro como tal termina en el tiempo, pero el significado del milagro trasciende el tiempo. Parece que aquí está la razón por la que Jesucristo muchas veces mandó a la gente que no hablara de lo que le había hecho, por ejemplo, cuando sana a ese leproso y le dice: “No se lo cuentes a nadie” San Marcos 1,44.
Parece que una de las intenciones de Jesucristo era: "No te quedes en la materialidad de este momento, de esta sanación, de todas maneras esta carne que ya está limpia de la lepra, luego se cubrirá de muerte, porque tendrás que morir".
Lo importante no es tanto que te hayas curado de esa lepra, lo importante es, que más allá de esa lepra, hay algo que Dios te quiere decir y por eso Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, mandaba a la gente a la que había sanado, la mandaba como a retiro: “No le digas a nadie” San Marcos 1,44.
Como quien dice: "Entra en ti mismo, comprende el tamaño de la obra que Dios ha hecho por ti, no te quedes en la obra, busca el significado".
Algo así es lo que nos viene enseñando la Carta a los Hebreos, cuando se refiere a los sacrificios del Antiguo Testamento. Mire esta pedagogía tan maravillosa de Dios: primero le enseñó al pueblo a ofrecer cosas.
Uno lee el Deuteronomio y le da casi ternura de pensar lo que se ofrecía: por por ejemplo, una parte de las primeras espigas, que tenían unos rituales: esas primeras espigas se agitaban ritualmente, entonces iba el campesino hebreo allá donde el levita y llegaba agitando su espiga de trigo, cosas casi infantiles, cosas materiales, corporales y transitorias.
Primero les enseñó a eso, a desprenderse de una parte de su cosecha, a no utilizar y no disfrutar todo, a separar algo de lo que tenían para dárselo a Dios, así empezaron las ofrendas; y lo mismo con los animalitos: hay que tomar una parte del rebaño para entregársela a Dios; luego el mismo Dios le iba decir al pueblo: "¿Acaso yo me alimento de carne, o de sangre, o de cebo de carneros?"
Dios no necesitaba nada de eso, pero entonces enseñaba al pueblo a que sacaran de su rebaño, a que sacaran de lo suyo, ahí lo importante no era que ese animalito fuera quemado en holocausto, por ejemplo, lo importante era que enseñaba a las personas a sacar algo de lo suyo, a desprenderse de lo que tenían.
Ya el salmo que nos citaron hoy en la Carta a los Hebreos trae un paso adicional: aparece ahí prefigurado el rostro, el estilo de otro tipo de ofrenda: “Tú no quieres sacrificios ni ofrendas; pero me has preparado un cuerpo” Salmo 39,7.
Entonces el primer paso era entender que no todo lo mío es para mi, que yo tengo que aprender a separar algo para Dios; el segundo paso es: tengo que descubrir mi propio cuerpo como ofrenda.
Así, por ejemplo, lo escribe San Pablo a alguna comunidad de gentiles, les dice: “Ustedes antes entregaron los miembros de su cuerpo a la impureza y eran armas de iniquidad y de injusticia esos miembros, ahora entreguen su cuerpo a la obra de Dios” Carta a los Romanos 6,13.
Entonces, descubrir el propio cuerpo como ofrenda, descubrirnos como templos de Dios, como instrumentos de Dios, darle las manos a Dios, darle la mirada a Dios, darle la voz a Dios, darle el tiempo a Dios, ya es una ofrenda superior, ya no es dar algo de lo que yo tengo, sino que ya es dar algo de lo que yo soy.
La culminación de este proceso está en lo que dice el mismo salmo y que es el retrato vivo de la ofrenda de Jesucristo: ya no es sacrificar lo que yo tengo, ni siquiera es sacrificar el propio cuerpo con penitencias, con ayunos o con muchos trabajos por Dios.
Es el sacrificio de la propia voluntad, es la ofrenda del propio querer, es el intento, luego fortalecido por la gracia de darle lo que uno quiere, el proyecto de su vida, el centro de su existencia a Dios.
Admirémonos, hermanos, de cómo a través de este proceso, Dios pudo tomar a un pueblo rudo, un pueblo de campesinos, un pueblo de ganaderos, un pueblo de nómadas o de guerrilleros; tomar a este pueblo, y a través de cosas tan concretas, irlo conduciendo hasta llevarlo a la ofrenda de sí mismo.
En todo este proceso el que va adelante es nuestro Señor Jesucristo, es Él el primero en dar ese sí, en dar esa obediencia; la obediencia es el resumen de todas las ofrendas del Antiguo Testamento, el llegar a decirle a Dios: “Hágase tu voluntad”, llegar a ese punto es llegar a la culminación de todos los sacrificios, es reunir en nuestra propia vida todo lo que Dios venía preparando.
Cuando nos alimentamos del sí de Jesucristo en la Santa Misa, pidámosle a Dios que haga también de nuestra voluntad, de una ofrenda de nuestro cuerpo, un sacrificio, y de todo lo que tenemos y de todo lo que podemos, una oblación que sea agradable ante sus ojos.@fraynelson

















Dia internacional del holocausto

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VIAJE APOSTÓLICO 
DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI 
A POLONIA

DISCURSO DEL SANTO PADRE

VISITA AL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE AUSCHWITZ 

Auschwitz-Birkenau, domingo 28 de mayo de 2006

 

Tomar la palabra en este lugar de horror, de acumulación de crímenes contra Dios y contra el hombre que no tiene parangón en la historia, es casi imposible; y es particularmente difícil y deprimente para un cristiano, para un Papa que proviene de Alemania. En un lugar como este se queda uno sin palabras; en el fondo sólo se puede guardar un silencio de estupor, un silencio que es un grito interior dirigido a Dios:  ¿Por qué, Señor, callaste? ¿Por qué toleraste todo esto? 

Con esta actitud de silencio nos inclinamos profundamente en nuestro interior ante las innumerables personas que aquí sufrieron y murieron. Sin embargo, este silencio se transforma en petición de perdón y reconciliación, hecha en voz alta, un grito al Dios vivo para que no vuelva a permitir jamás algo semejante. 

Hace veintisiete años, el 7 de junio de 1979, se encontraba aquí el Papa Juan Pablo II; y en esa ocasión dijo:  "Vengo aquí hoy como peregrino. Se sabe que he estado aquí muchas veces... ¡Cuántas veces! Y muchas veces he bajado a la celda de la muerte de Maximiliano Kolbe y me he parado ante el muro del exterminio y he pasado entre las escorias de los hornos crematorios de Birkenau. No podía menos de venir aquí como Papa" (Homilía en el campo de concentración de Auschwitz, n. 2:  L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 17 de junio de 1979, p. 13). 

El Papa Juan Pablo II estaba aquí como hijo del pueblo que, juntamente con el pueblo judío, tuvo que sufrir más en este lugar y, en general, a lo largo de la guerra:  "Son seis millones de polacos los que perdieron la vida durante la segunda guerra mundial:  la quinta parte de la nación", recordó entonces el Papa (ib.). Luego aquí hizo el solemne llamamiento al respeto de los derechos del hombre y de las naciones, que anteriormente habían hecho al mundo sus predecesores Juan XXIII y Pablo VI, y añadió:  "Pronuncia estas palabras (...) el hijo de la nación que en su historia remota y más reciente ha sufrido de parte de los demás múltiples tribulaciones. Y no lo dice para acusar, sino para recordar. Habla en nombre de todas las naciones, cuyos derechos son violados y olvidados" (ib., n. 3). 

El Papa Juan Pablo II estaba aquí como hijo del pueblo polaco. Yo estoy hoy aquí como hijo del pueblo alemán, y precisamente por esto debo y puedo decir como él:  No podía por menos de venir aquí. Debía venir. Era y es un deber ante la verdad y ante el derecho de todos los que han sufrido, un deber ante Dios, estar aquí como sucesor de Juan Pablo II y como hijo del pueblo alemán, como hijo del pueblo sobre el cual un grupo de criminales alcanzó el poder mediante promesas mentirosas, en nombre de perspectivas de grandeza, de recuperación del honor de la nación y de su importancia, con previsiones de bienestar, y también con la fuerza del terror y de la intimidación; así, usaron y abusaron de nuestro pueblo como instrumento de su frenesí de destrucción y dominio. 

Sí, no podía por menos de venir aquí. El 7 de junio de 1979 yo me encontraba aquí, como arzobispo de Munich-Freising, entre los numerosos obispos que acompañaban al Papa, que lo escuchaban y oraban juntamente con él. En 1980 volví una vez más a este lugar de horror con una delegación de obispos alemanes, turbado a causa del mal y agradecido por el hecho de que sobre estas tinieblas había surgido la estrella de la reconciliación. 

Esta es también la finalidad por la que me encuentro hoy aquí:  para implorar la gracia de la reconciliación; ante todo, a Dios, el único que puede abrir y purificar nuestro corazón; luego, a los hombres que aquí sufrieron; y, por último, la gracia de la reconciliación para todos los que, en este momento de nuestra historia, sufren de modo nuevo bajo el poder del odio y bajo la violencia fomentada por el odio. 

¡Cuántas preguntas se nos imponen en este lugar! Siempre surge de nuevo la pregunta:  ¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo pudo tolerar este exceso de destrucción, este triunfo del mal? 

Nos vienen a la mente las palabras del salmo 44, la lamentación del Israel doliente:  "Tú nos arrojaste a un lugar de chacales y nos cubriste de tinieblas. (...) Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza. Despierta, Señor, ¿por qué duermes? Levántate, no nos rechaces más. ¿Por qué nos escondes tu rostro y olvidas nuestra desgracia y nuestra opresión?
Nuestro aliento se hunde en el polvo, nuestro vientre está pegado al suelo. Levántate a socorrernos, redímenos por tu misericordia" (Sal 44, 20. 23-27). Este grito de angustia que el Israel doliente eleva a Dios en tiempos de suma angustia es a la vez el grito de ayuda de todos los que a lo largo de la historia —ayer, hoy y mañana— han sufrido por amor a Dios, por amor a la verdad y al bien; y hay muchos también hoy. 

Nosotros no podemos escrutar el secreto de Dios. Sólo vemos fragmentos y nos equivocamos si queremos hacernos jueces de Dios y de la historia. En ese caso, no defenderíamos al hombre, sino que contribuiríamos sólo a su destrucción. No; en definitiva, debemos seguir elevando, con humildad pero con perseverancia, ese grito a Dios:  "Levántate. No te olvides de tu criatura, el hombre". Y el grito que elevamos a Dios debe ser, a la vez, un grito que penetre nuestro mismo corazón, para que se despierte en nosotros la presencia escondida de Dios, para que el poder que Dios ha depositado en nuestro corazón no quede cubierto y ahogado en nosotros por el fango del egoísmo, del miedo a los hombres, de la indiferencia y del oportunismo. 

Elevemos este grito a Dios; dirijámoslo también a nuestro corazón, precisamente en este momento de la historia, en el que se ciernen nuevas desventuras, en el que parecen resurgir de nuevo en el corazón de los hombres todas las fuerzas oscuras:  por una parte, el abuso del nombre de Dios para justificar una violencia ciega contra personas inocentes; y, por otra, el cinismo que ignora a Dios y que se burla de la fe en él. 

Nosotros elevamos nuestro grito a Dios para que impulse a los hombres a arrepentirse, a fin de que reconozcan que la violencia no crea la paz, sino que sólo suscita otra violencia, una espiral de destrucciones en la que, en último término, todos sólo pueden ser perdedores. El Dios en el que creemos es un Dios de la razón, pero de una razón que ciertamente no es una matemática neutral del universo, sino que es una sola cosa con el amor, con el bien. Nosotros oramos a Dios y gritamos a los hombres, para que esta razón, la razón del amor y del reconocimiento de la fuerza de la reconciliación y de la paz, prevalezca sobre las actuales amenazas de la irracionalidad o de una razón falsa, alejada de Dios. 

El lugar en donde nos encontramos es un lugar de la memoria, el lugar de la Shoah. El pasado no es sólo pasado. Nos atañe también a nosotros y nos señala qué caminos no debemos tomar y qué caminos debemos tomar. 

Como hizo Juan Pablo II, he recorrido el camino de las lápidas que, en diversas lenguas, recuerdan a las víctimas de este lugar:  son lápidas en bielorruso, checo, alemán, francés, griego, hebreo, croata, italiano, yiddish, húngaro, holandés, noruego, polaco, ruso, rom, rumano, eslovaco, serbio, ucraniano, judeo-hispánico e inglés. Todas estas lápidas conmemorativas hablan de dolor humano; nos permiten intuir el cinismo de aquel poder que trataba a los hombres como material, sin reconocerlos como personas, en las que resplandece la imagen de Dios. Algunas lápidas invitan a una conmemoración particular. 

Está la lápida en lengua hebrea. Los potentados del Tercer Reich querían aplastar al pueblo judío en su totalidad, borrarlo de la lista de los pueblos de la tierra. Entonces se verificaron de modo terrible las palabras del Salmo:  "Nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza". En el fondo, con la aniquilación de este pueblo, esos criminales violentos querían matar a aquel Dios que llamó a Abraham, que hablando en el Sinaí estableció los criterios para orientar a la humanidad, criterios que son válidos para siempre. Si este pueblo, simplemente con su existencia, constituye un testimonio de ese Dios que ha hablado al hombre y cuida de él, entonces ese Dios finalmente debía morir, para que el dominio perteneciera sólo al hombre, a ellos mismos, que se consideraban los fuertes que habían sabido apoderarse del mundo. En realidad,  con la destrucción de Israel, con la Shoah, querían en último término arrancar  también la raíz en la que se basa la fe cristiana, sustituyéndola definitivamente con la fe hecha por sí misma, la fe en el dominio del hombre, del fuerte. 

Luego está la lápida en lengua polaca:  en una primera fase, y ante todo, se quería eliminar la élite cultural y borrar así al pueblo como sujeto histórico autónomo, para reducirlo, en la medida en que seguía existiendo, a un pueblo de esclavos. 

Otra lápida que invita particularmente a reflexionar es la que está escrita en la lengua de los sinti y de los rom. También aquí se quería hacer desaparecer a un pueblo entero, que vive emigrando en medio de otros pueblos. Era considerado como un elemento inútil de la historia universal, en una ideología en la que ya sólo debía contar lo útil mensurable; todo lo demás, según sus conceptos, se clasificaba como lebensunwertes Leben, una vida indigna de ser vivida. 

Después está la lápida en ruso, que evoca el inmenso número de vidas sacrificadas entre los soldados rusos en el enfrentamiento con el régimen del terror nacionalsocialista; sin embargo, al mismo tiempo, nos hace reflexionar sobre el trágico doble significado de su misión:  libraron a los pueblos de una dictadura, pero sometiendo también a los mismos pueblos a una nueva dictadura, la de Stalin y la ideología comunista. 

También todas las demás lápidas, en muchas otras lenguas de Europa, nos hablan del sufrimiento de hombres de todo el continente. Si no nos limitáramos a hacer memoria de las víctimas de modo global, sino que, además, viéramos los rostros de cada una de las personas que murieron aquí, en lo más lóbrego del terror, nuestro corazón se sentiría profundamente afectado. 

He sentido en mi interior el deber de detenerme en particular ante la lápida en lengua alemana. Allí emerge ante nosotros el rostro de Edith Stein, Teresa Benedicta de la Cruz, judía y alemana, que juntamente con su hermana murió en el horror de la noche del campo de concentración nazi alemán; como cristiana y judía, aceptó morir junto con su pueblo y por él. 

Los alemanes que entonces fueron traídos a Auschwitz-Birkenau y que murieron aquí eran considerados Abaschaum der Nation, la basura de la nación. Sin embargo, ahora nosotros los reconocemos con gratitud como testigos de la verdad y del bien, que en nuestro pueblo tampoco habían desaparecido. Damos gracias a estas personas porque no se sometieron al poder del mal y ahora están ante nosotros como luces en una noche oscura. Con profundo respeto y gratitud nos inclinamos ante todos  los que, como los tres jóvenes frente  a  la amenaza del horno de Babilonia, supieron responder:  "Sólo nuestro Dios puede librarnos; pero si no lo hace, has de saber, oh rey, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has erigido" (Dn 3, 17-18). 

Sí; detrás de estas lápidas se oculta el destino de innumerables seres humanos. Sacuden nuestra memoria, sacuden nuestro corazón. No quieren provocar en nosotros el odio; más bien, nos demuestran cuán terrible es la obra del odio. Quieren hacer que la razón reconozca el mal como mal y lo rechace; quieren suscitar en nosotros la valentía del bien, de la resistencia contra el mal.
Quieren despertar en nosotros los sentimientos que se expresan en las palabras que Sófocles pone en labios de Antígona ante el horror que la rodea:  "Están aquí no para odiar juntos, sino para amar juntos". 

Gracias a Dios, con la purificación de la memoria, a la que nos impulsa este lugar de horror, crecen en torno a él múltiples iniciativas que quieren poner un límite al mal y dar fuerza al bien. Hace poco he bendecido el Centro para el diálogo y la oración. En las cercanías se desarrolla la vida oculta de las religiosas carmelitas, conscientes de estar particularmente unidas al misterio de la cruz de Cristo; nos recuerdan la fe de los cristianos, que afirma que Dios mismo ha descendido al infierno del sufrimiento y sufre juntamente con nosotros. En Oswiecim existe el Centro de San Maximiliano y el Centro internacional de formación sobre Auschwitz y el Holocausto. Además, está la Casa internacional para los encuentros de la juventud. En una de las antiguas Casas de oración existe el Centro judío. Por último, se está constituyendo la Academia para los derechos humanos. Así podemos esperar que del lugar del horror surja y crezca una reflexión constructiva, y que recordar ayude a resistir al mal y a hacer que triunfe el amor. 

En Auschwitz-Birkenau la humanidad atravesó por "un valle oscuro". Por eso, precisamente en este lugar, quisiera concluir con una oración de confianza, con un Salmo de Israel que, a la vez, es una plegaria de la cristiandad:  "El Señor es mi pastor, nada me falta:  en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo:  tu vara y tu cayado me sosiegan. (...) Habitaré en la casa del Señor por años sin término" (Sal 23, 1-4. 6).

domingo, 25 de enero de 2015

Razones para ser católico

 Razones de un exprotestante por las que Soy Católico:

1. La Mejor: Estoy convencido de que la Iglesia Católica se adhiere mucho más íntimamente a toda la información bíblica, ofrece el único panorama coherente de la historia del Cristianismo (como la Tradición Cristiana y Apostólica) y que posee la más profunda y sublime moralidad, espiritualidad, ética social y filosofía cristiana.

2. Razón alternativa: Soy católico porque sinceramente creo que, por virtud de tanta evidencia acumulativa, el Catolicismo es verdadero, y que la Iglesia Católica es la Iglesia visible que Jesús divinamente estableció, en la cuál ni los poderes del infierno podrán prevalecer (Mt 16:18), por tanto, posee una autoridad a la cual, como obligación cristiana, debo someterme.

3. Segunda alternativa: Abandoné el Protestantismo porque estaba seriamente defectuoso en su interpretación de la Biblia (como “sola fe” y muchas otras doctrinas “católicas” –ver evidencias más abajo), inconsistentemente selectivo en sus varias ideas de Tradiciones católicas (como el Canon de la Biblia); era inadecuado en su eclesiología, le faltaba un panorama sensible de historia cristiana (como “Sola Escritura”), su relatividad moral (como en la contracepción, divorcio), y antibíblicamente cismático, anarquista y relativista. No creo que el Protestantismo sea tan malo sino que estos son algunos de los defectos principales que eventualmente vi como algo fatal a la “teoría” del Protestantismo, comparándolo con el Catolicismo. Todo católico debe considerar como cristianos a todos los Protestantes bautizados, nicenos y calcedonios.

4. El Catolicismo no está formalmente dividido ni es sectario (Jn 17:20-23; Rom 16:17; 1 Cor 1:10-13).

5. La unidad Católica hace que el Cristianismo y Jesús sean creíbles para el mundo (Jn 17:23).

6. A causa de su visión completamente cristiana y sobrenatural, el Catolicismo mitiga la secularización y el humanismo.

7. El Catolicismo evita el individualismo antibíblico que debilita a la comunidad cristiana (ver 1 Cor 12:25-26).

8. El Catolicismo evita el relativismo teológico por medio de la certitud dogmática y la centralidad del papado.

9. El Catolicismo evita la anarquía eclesiástica –uno simplemente no puede brincarse de una denominación a otra cuando se lleva a cabo alguna medida disciplinaria o censura.

10. El Catolicismo formalmente (aunque, tristemente, no siempre en la práctica) previene el relativismo teológico que conduce a las incertidumbres de los laicos dentro del sistema Protestante

11. El Catolicismo rechaza “La Iglesia de Estado”, lo que ha conducido a que los gobiernos dominen el Cristianismo en lugar de que sea al revés.

12. Las Iglesias de Estado Protestantes influyeron grandemente el inicio del nacionalismo lo que vino a mitigar la igualdad universal y el universalismo cristiano (como el Catolicismo)

13. El Cristianismo católico unido (antes del siglo 16) no había sido invadido por las trágicas guerras religiosas las que a su vez condujeron a la “Iluminación” en donde el hombre rechazaba la hipocresía de las guerras que se daban dentro del Cristianismo y decidieron en ser indiferentes a la religión en vez de que la permitieran guiar sus vidas.

14. El Catolicismo mantiene los elementos del misterio (religioso), lo sobrenatural y sagrado que hay en el Cristianismo; por tanto, se opone a sí mismo al secularismo donde el campo de lo religioso en la vida de todos es grandemente limitado.

15. El individualismo Protestante condujo a que el Cristianismo fuera algo privado. A causa de ello el Cristianismo es respetado muy poco tanto en la vida social como política dejando el “campo público” vacío de la influencia cristiana.

16. La falsa dicotomía secular “iglesia contra el mundo” ha conducido a ortodoxos cristianos, en todas partes, a alejarse del campo político, dejando un vacío que se llena de gente pagana, cínica, sin escrúpulos y sedientas de poder. El Catolicismo ofrece un enmarque para dirigirse con responsabilidad cívica al estado.

17. El Protestantismo se inclina demasiado a tradiciones de hombres (cada denominación proviene de la visión de un fundador. Tan pronto como dos o más de éstos se contradicen entre sí, el error se hace necesariamente presente).

18. Las iglesias Protestantes, especialmente evangélicas, son frecuentemente culpables de colocar muy alto a sus pastores. En efecto, cada pastor se convierte en un “papa” en hasta ciertos grados (algunos son “súper papas”). A causa de esto, las congregaciones evangélicas experimentan muy frecuentemente una crisis o separación cuando el pastor se aleja de allí lo que prueba que la filosofía de ellos está centrada en el hombre en lugar de estar centrada en Dios.

19. Dado a una falta de verdadera autoridad y de una estructura dogmática, el Protestantismo está trágicamente vulnerable al espíritu de los tiempos y a lo que está de moda en cuestiones morales.

20. El Catolicismo retiene la sucesión apostólica, que es necesaria para conocer cual es la verdadera Tradición apostólica cristiana. La sucesión apostólica era el criterio para conocer la verdad cristiana que fue usada por los primeros cristianos.

21. Muchos Protestantes tienen una visión muy limitada de la historia cristiana en general, especialmente de los años 313 (la conversión de Constantino) a 1517 (el arribo de Martín Lutero). Esta ignorancia y hostilidad hacia la Tradición Católica conduce al relativismo teológico, al anticatolicismo y a un constante e innecesario proceso de “reinventar la historia.”

22. Desde su nacimiento, el Protestantismo era anticatólico y aún lo es hoy día (especialmente el evangelicalismo). Obviamente esto no está bien y tampoco es bíblico si el Catolicismo en efecto es cristiano (porque si no lo es –lógicamente- tampoco lo es el Protestantismo que heredó del Catolicismo el volumen de su teología). La Iglesia Católica, por otro lado, no es antiprotestante.

23. La Iglesia Católica acepta la autoridad de los grandes Concilios Ecuménicos (ver, por ejemplo, Hechos 15) que definieron y desarrollaron la doctrina cristiana (mucho de lo que el Protestantismo también acepta).

24. La mayoría de los Protestantes no tienen obispos, un oficio cristiano que es bíblico (1 Tim 3:1-2) y que ha existido desde el principio de la historia y Tradición cristiana.

25. El Protestantismo no tiene forma alguna de resolver asuntos doctrinales en carácter definitivo. Lo mejor pueden hacer es que el Protestante individual sólo puede hacer cuentas de cuántos eruditos Protestantes, comentadores, etc., toman ésta o aquélla postura con relación a la doctrina X, Y o Z. Entre ellos no existe ninguna tradición Protestante unificada

26. El Protestantismo apareció en 1517, en la historia del Cristianismo es algo tardío, por tanto, no puede ser ninguna “restauración del Cristianismo “puro” y “primitivo” ya que esto es excluido por el hecho de que es absurdamente tardío en su aparición. El Cristianismo debe tener una continuidad histórica o, de otra forma, no es Cristianismo. El Protestantismo, hablando histórica y doctrinalmente, es un “parásito” del Catolicismo.

27. La idea Protestante de “la iglesia invisible” es también una novedad en la historia del Cristianismo y ajena a la Biblia (Mt 5:14; 16:18), por tanto, esta idea es falsa.

28. Cuando los teólogos Protestantes se refieren al Cristianismo primitivo (como cuando refutan a las “sectas”), ellos dicen “la Iglesia enseñó que...” (ya que en ese entonces estaba unificada), pero cuando se refieren al tiempo presente, ellos instintivamente e inconsistentemente evitan tal terminología puesto que la autoridad universal para enseñar la doctrina reside sólo en la Iglesia Católica.

29. La norma Protestante de interpretación privada ha creado un medio social en donde, por lo regular, “sectas” centradas en el ser humano como los Testigos de Jehová, Mormones y Ciencia Cristiana han aparecido. La mismísima idea de que uno puede “empezar” una iglesia es desde su centro una idea Protestante.

30. La carencia una autoridad definitiva de enseñanza cristiana (como el Magisterio de la Iglesia Católica) en el Protestantismo hace que muchos Protestantes individuales piensen que tienen una “línea de comunicación abierta” con Dios sin importarles toda la Tradición e historia cristiana de la exégesis bíblica (una mentalidad de “la Biblia, el Espíritu Santo y yo”). Tal tipo de gente es, teológicamente, mal educada, incapaz de aprender, les falta humildad y no tienen motivo alguno para hacer presuntas declaraciones “infalibles” sobre la naturaleza del Cristianismo.

31. Las “técnicas” de evangelización” del evangelicalismo son frecuentemente maniobras y manipulaciones; verdaderamente no son estas “técnicas” derivadas de la Biblia. Algunas, hasta cierto grado, parecen lavados de cerebro.

32. El evangelio predicado por muchos evangélicos y ministros Protestantes es uno que está mutilado y abreviado; es individualista placentero al oído. Es, en efecto, una simple “seguranza contra el fuego” más bien que el Evangelio bíblico proclamado por los Apóstoles.


33. El evangelicalismo frecuentemente separa el profundo y transformador arrepentimiento y discipulado radical de su mensaje del Evangelio.

34. La ausencia en el Protestantismo de la idea del sometimiento a la autoridad espiritual se ha estado infiltrando al campo cívico, donde las ideas de “libertad”, “derechos” y “opciones” personales ahora predominan hasta cierto grado que se ha desatendido la obligación cívica, vida comunitaria y disciplina con una trágica negligencia para el daño de una sociedad saludable.

35. El Catolicismo mantiene el sentido de lo sagrado, lo sublime, lo santo y hermoso en la espiritualidad. Se han preservado las ideas de altar y “espacios sagrados” . Muchas iglesias Protestantes no son mas que edificios estructurados como “salas de reuniones”, “gimnasios” o “graneros”. La mayoría de los hogares Protestantes están más estéticamente formados que sus propias iglesias. De la misma manera, los Protestantes son frecuentemente “adictos a la mediocridad” en su valoración al arte, música, arquitectura, drama, imaginación, etc.

36. El Protestantismo ha descuidado grandemente el lugar de la liturgia en el culto de adoración (con claras excepciones en el Anglicanismo y Luteranismo). Esta es la forma que los cristianos han adorado a través de los siglos y, por tanto, no puede ser fácilmente ignorado.

37. El Protestantismo tiende en oponer materia y espíritu, favoreciendo a éste último: sobre esto, es de alguna forma gnóstico o docético.

38. El Catolicismo mantiene el principio de la Encarnación, donde Jesús toma carne y eleva a la carne y materia a nuevos horizontes espirituales.

39. El Protestantismo limita grandemente, o no cree, en el sacramentalismo, que es, simplemente, la extensión del principio de la Encarnación y la creencia de que la materia puede transmitir la gracia. Algunas sectas (como los Bautistas y muchos Pentecostales) rechazan todos los sacramentos.

40. La excesiva desconfianza de los Protestantes respecto a la carne (“carnalidad”) frecuentemente conduce a (en el evangelicalismo o fundamentalismos) a un absurdo legalismo (prohibición de bailes, bebidas, naipes, música "rock", etc.)

41. Muchos Protestantes tienden en separar la vida en categorías; “espirituales” y “carnales”, como si Dios no fuera Señor de todo en lo que hay vida. A ellos se les olvida que todos los esfuerzos que no son pecadores son, a final de cuentas, espirituales.

42. El Protestantismo ha removido a la Eucaristía del centro y enfoque de los servicios de adoración cristiano. Algunos Protestantes observan la Eucaristía cada mes o cada tres meses. Esto va en contra de la Tradición de la Iglesia Primitiva.

43. La mayoría de los Protestantes consideran a la Eucaristía como un símbolo. Esto es contrario a la Tradición Cristiana universal hasta el año 1517, y la Biblia (Mt 26:26-8; Jn 6:47-63; 1 Cor 10:14-22; 11:23-30), que han enseñado la Presencia Real (este es otro ejemplo de la antipatía a la materia).

44. Contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia, el Protestantismo tácitamente ha dejado de considerar al matrimonio como sacramento (Mt 19:4-5; 1 Cor 7:14,39; Ef 5:25-33).

45. Contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia, el Protestantismo ha abolido el sacerdocio (Mt 18:18) y el sacramento de la ordenación (Hchs 6:6; 14:22; 1 Tim 4:14; 2 Tim 1:6).

46. El Catolicismo mantiene la enseñanza Paulina de la eficacia espiritual de un clero célibe (ver Mt 19:12, 1 Cor 7:8,27,32-3).

47. Contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia, el Protestantismo ha rechazado el sacramento de la confirmación (Hchs 8:18, Heb 6:2-4).

48. Contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia, muchos Protestantes han negado el bautismo de infantes y de niños (Hchs 2:38-9; 16:15,33; 18:8; compare con 11:14; 1 Cor 1:16; Col 2:11-12). El Protestantismo se encuentra dividido en cinco campos sobre la cuestión del Bautismo.

49. Contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia, la gran mayoría de Protestantes niegan la regeneración bautismal (ver Mc 16:16; Jn 3:5; Hchs 2:38; 22:16; Rom 6:3-4; 1 Cor 6:11; Tito 3:5).

50. Contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia, los Protestantes han rechazado el sacramento de la unción de los enfermos (Extremaunción o “últimos sacramentos”) (ver Mc 6:13; 1 Cor 12:9,30; Stgo 5:14-15).

51. Contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia, el Protestantismo niega la indisolubilidad del matrimonio sacramental y permite el divorcio (Gen 2:24; Mal 2:14-16; Mt 5:32; 19:6,9; Mc 10:11-12; Lc 16:18; Rom 7:2-3; 1 Cor 7:10-14,39).

52. Contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia, el Protestantismo no cree que la propagación es el propósito y beneficio principal del matrimonio (no forma parte en los votos Protestantes como lo hace en los votos del matrimonio católico) (Gen 1:28; 28:3, Salmo 107:38; 127:3-5).

53. El Protestantismo aprueba la anticoncepción en desafío de la Tradición Cristiana universal (Católica, Ortodoxa y Protestante) hasta 1930 – cuando los Anglicanos empezaron a permitirla- y al hacer esto, también desafían a la Biblia (Gen 38:8-10; 41:52; Ex 23:25-6; Lev 26:9; Dt 7:14; Ruth 4:13; Lc 1:24-5). Hoy día, solamente el Catolicismo mantiene la antigua Tradición contra la mentalidad “anticonceptiva”.

54. Contrario a la Tradición Cristiana universal, hasta recientemente, (en algún tiempo del año 1930), y contrario a la Biblia, el Protestantismo, principalmente los liberales, ha aceptado el aborto como una opción moral. (Ver Ex 20:13; Job 31:15; Salmo 139:13-16; Is 44:2; 49:5; Jer 1:5; 2:34; Lc 1:15,41; Rom 13:9-10).

55. El Protestantismo (especialmente las denominaciones liberales) permiten clero femenino (en el anglicanismo permiten mujeres obispos) lo que es contrario a la Tradición Cristiana (incluyendo teología tradicional Protestante) y contrario a la Biblia (Mt 10:1-4; 1 Tim 2:11-15; 3:1-12; Tito 1:6).

56. Entre más y más, el Protestantismo está formalmente y oficialmente comprometiéndose con el feminismo radical que niega los lugares del hombre y la mujer que la Biblia les da (Gen 2:18-23; 1 Cor 11:3-10) y que ha sido mantenida por la Tradición Cristiana (con diferentes papeles pero la misma dignidad)

57. Contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia, el Protestantismo también está negando, con una frecuencia que aumenta cada ves más, el señorío del esposo en el matrimonio que esto está basado en la Trinidad (ver 1 Cor 11:3; Ef 5:22-33; Col 3:18-19; 1 Pedro 3:1-2). Esto también está basado en una relación de igualdad (1 Cor 11:11-12; Gal 3:28; Ef 5:21).

58. El Protestantismo liberal (principalmente entre los Anglicanos) ha ordenado como pastores a homosexuales activos y ha bendecido sus “matrimonios”; ha enseñado que la homosexualidad es meramente un estilo de vida “alternativo” e involuntario. Esto es contrario a la Tradición Cristiana universal tal y como lo enseña la Biblia (Gen 19:4-25; Rom 1:18-27; 1 Cor 6:9). El Catolicismo mantiene una firme moralidad tradicional.

59. El Protestantismo liberal y el evangelicalismo, entre más y más, han aceptado métodos “del alto criticismo” en la interpretación de la Biblia que ha conducido a la tradicional reverencia Cristiana de la Escritura y la rebaja al grado de un documento humano y falible en daño a su esencia divina e infalible.

60. Muchos Protestantes liberales han desechado muchas doctrinas fundamentales del Cristianismo como la Encarnación, la Resurrección corporal de Cristo, la Trinidad, Pecado Original, infierno, la existencia del diablo, milagros, etc.

61. Anteriormente los fundadores del Protestantismo negaron (y hoy los Calvinistas niegan) la realidad del libre albedrío humano (el libro favorito de Lutero era su propio libro titulado Bondage of the Will – Esclavitud de la voluntad). Esto es contrario a la constante enseñanza de la Biblia, Tradición Cristiana y al sentido común.

62. El Protestantismo clásico tiene una visión deficiente respecto a la caída del hombre (Pecado Original) creyendo que el resultado fue una “total corrupción”. De acuerdo con Lutero, Zwinglio y Calvino, el ser humano sólo podía hacer el mal y que no tenía libertad de voluntad para hacer el bien, por tanto, ahora tiene una “naturaleza de pecado”. El Catolicismo, por otro lado, cree que, en una forma misteriosa, el ser humano coopera con la gracia de Dios que es lo que siempre precede toda buena acción. En el Catolicismo, la naturaleza del hombre aún mantiene mucho que tiene a bien, aunque está propenso a pecar (“concupiscencia”).

63. El Protestantismo clásico, especialmente el Calvinismo, hace a Dios el autor del mal. De acuerdo con esto, Dios supuestamente conduce al hombre a que haga el mal y que viole sus preceptos sin que tenga la libertad para evitarlo. Esto es blasfemo y convierte a Dios en un demonio.

64. Con lo anterior (el hombre no tiene libre albedrío), en el protestantismo clásico, y en la enseñanza Calvinista, Dios predestina al hombre a condenarse en el infierno, sin que el hombre nada pueda hacer, sea bueno, o sea malo.

65. El Protestantismo clásico, y el Calvinismo, falsamente enseña que Jesús murió sólo por los elegidos (los que van a ir al cielo).

66. Dado a su falsa noción del Pecado Original, el Protestantismo clásico (especialmente Lutero), y el Calvinismo, niegan la eficacia y la capacidad de la razón humana para que hasta cierto grado conozca a Dios (ambas partes están de acuerdo que la revelación y la gracia son también necesarias), y que la razón se opone a Dios y a la fe; esto es contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia (Mc 12:28; Lc 10:27; Jn 20:24-9; Hchs 1:3; 17:2,17,22-34; 19:8). Hoy día los mejores apologistas Protestantes simplemente recurren a la heredad Católica de Santo Tomás de Aquino, San Agustín y muchos otros grandes pensadores.

67. El Protestantismo Pentecostal o carismático pone un gran énfasis en la experiencia religiosa sin balancearla adecuadamente con la razón, la Biblia y la Tradición (incluyendo la autoridad de la Iglesia para pronunciar sobre la validez de “revelaciones privadas”)

68. Otros Protestantes (muchos Bautistas por ejemplo) niegan que los dones espirituales están hoy día presentes (supuestamente terminaron con los Apóstoles).

69. El Protestantismo tiene contradictorias ideas de lo que es el gobierno eclesial, o eclesiología (episcopal, presbiterial, congregacional o ninguna autoridad), por tanto es imposible la disciplina, la unidad y el orden. Algunas sectas llegan a declarar que tienen “apóstoles” o “profetas” entre ellos, con todos los abusos de la autoridad que resulta de esto.

70. El Protestantismo (esp. evangelicalismo) tiene una desmedida fascinación por “el fin del mundo” y esto ha conducido a creaciones de antibíblicas cronologías que predicen a dicho fin (Mt 24:30-44; 25:13; Lc 12:39-40) creando, también, mucha tragedia humana entre aquellos que creen y se adhieren a tales falsa profecías.

71. El gran énfasis del evangelicalismo sobre el “inminente” fin del mundo ha creado, con mucha frecuencia, una mentalidad de descuido, que ha resultado dañoso para las sensibilidades sociales, políticas, éticas y económicas de aquí en la tierra.

72. El pensamiento Protestante tiene las características de ser "dichotomous," es decir, separa las ideas en campos más o menos exclusivos y mutuamente hostiles, cuando que, de hecho, muchas de las bifurcaciones son más bien complementarias que contradictorias. El Protestantismo adopta el “tomas esto o lo otro” mientras que el Catolicismo “toma esto y lo otro”. Siguen varios ejemplos:

73. El Protestantismo pone a la Palabra (Biblia, predicación) contra los sacramentos.

74. El Protestantismo acepta la devoción interior y está en contra de la Liturgia.

75. El Protestantismo opone culto espontáneo a oraciones formuladas.

76. El Protestantismo separa la Biblia de la Iglesia.

77. El Protestantismo crea una falsa dicotomía de Biblia contra Tradición.

78. El Protestantismo pone a la Tradición contra el Espíritu Santo.

79. El Protestantismo considera como contradictoria la autoridad eclesial y la libertad de conciencia.

80. El Protestantismo (esp. Lutero) coloca al Antiguo Testamento en contra del Nuevo Testamento aunque el mismo Jesús nunca hiciera esto (Mt 5:17-19; Mc 7:8-11; Lc 24:27,44; Jn 5:45-47).

81. Sobre estas mismas bases, que no son bíblicas, el Protestantismo opone la ley a la gracia.

82. El Protestantismo crea una falsa separación entre el simbolismo y la realidad sacramental (por Ej., Bautismo, Eucaristía).

83. El Protestantismo separa lo individual de la comunidad Cristiana. (1 Cor 12:14-27).

84. El Protestantismo confunde la veneración de los santos a la adoración de Dios. La teología Católica no permite la adoración a los santos en ninguna forma ya que está solamente dirigida a Dios. Se honra a los santos, pero no se les adora, solo al Dios Creador se le debe de adorar.

85. La antihistórica perspectiva de muchos Protestantes conduce a muchas personas a pensar que el Espíritu Santo les está hablando, pero, en efecto, El les había estado hablando a las multitudes de cristiano por 1500 años antes de que empezara el Protestantismo.

86. Fallas en las ideologías originales Protestantes han conducido, en reacción, a errores aún peores. Por ejemplo, la extrínseca justificación, ingeniada para asegurar la predominación de la gracia, llegó a prohibir cualquier señal exterior de su presencia (“fe contra obras”, "sola fide"). El Calvinismo, con su cruel dios, desilusionó al hombre hasta el grado de que se convirtieron en Unitarianos. Muchos fundadores de sectas de origen reciente empezaron como calvinistas (Testigos de Jehová, Ciencia Cristiana, etc.).

87. El evangelicalismo está inescrituralmente obsesionado (típicamente en la moda Norteamericana) con celebridades (tele evangelistas).

88. El evangelicalismo está obsesionado con la falsa idea de que grandes números en una congregación (o un rápido crecimiento) es señal de la presencia de Dios en una forma especial; como si fuera Su bendición excepcional. A ellos se les olvida que el Mormonismo también está creciendo a grandes pasos. Dios nos llama a la fidelidad más bien que al “éxito”; a la obediencia y no a estadísticas.

89. El evangelicalismo frecuentemente recalca el crecimiento de números más bien que el crecimiento individual de la fe.

90. El evangelicalismo, en el presente, está obsesionado con auto-suficiencia, auto-ayuda y, frecuentemente, con un patente egoísmo en lugar de la tradicional predicación sobre el sacrificio, sufrimiento y servicio Cristianos.

91. El evangelicalismo tiene una truncada e insuficiente visión del lugar que el sufrimiento tiene en la vida Cristiana. En vez de eso, están floreciendo movimientos como “salud y riqueza” y “pídelo y tómalo” dentro del Protestantismo pentecostal, lo cual tiene un panorama de posesiones que no están en armonía ni con la Biblia ni con la Tradición Cristiana.

92. El evangelicalismo ha adoptado una perspectiva mundana que es, en muchas formas, más capitalista que Cristiana. La riqueza y el logro personal se busca más que la santidad, y es considerado como prueba del favor de Dios, como con los Puritanos y el pensamiento secularizado que es puesto encima de las enseñanzas de la Biblia y el Cristianismo.

93. El evangelicalismo está cada vez más tolerando posturas izquierdistas extremas que no están de acuerdo con la visión Cristiana, especialmente en sus seminarios y escuelas.

94. El evangelicalismo está cada vez más tolerando heterodoxia y liberalismo teológicos hasta cierto grado que muchos líderes evangélicos se han alarmado y, esto, predice un decline de normas heterodoxias.

95. Grupos de “confesión positiva” en el evangelicalismo pentecostal han adoptado una idea de Dios como una “bolsa cósmica” que está a la disposición de los caprichos frívolos y deseos del momento. Esto niega la absoluta soberanía y la libertad de Dios en no escuchar oraciones impropias (Stgo. 4:3; 1 Jn 5:14).

96. Las sectas arriba mencionadas con frecuencia enseñan que cualquiera, con suficiente “fe” puede ser sanado, pero esto es contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia (como, por ejemplo, el “aguijón a mi carne “ de San Pablo”[1], que es considerado por muchos comentaristas Protestantes como una enfermedad).

97. El evangelicalismo, por sus propias auto-críticas, está terriblemente infectado por el pragmatismo, la falsa idea filosófica de que “cualquier cosa que funciona, es verdadera o correcta. El Evangelio, especialmente en la televisión, es vendido de la misma manera que son vendidas las hamburguesas de McDonalds; Rápido y en la comodidad de su hogar. La tecnología, la mercadotecnia masiva y habilidades de relaciones públicas han reemplazado grandemente el cuidado personal y pastoral para los marginados, los irreligiosos y los que están alejados de la Iglesia.

98. En el evangelicalismo el pecado es considerado, con mucha frecuencia, como un fallo psicológico o una carencia de auto-estima, en lugar de que se considere que verdaderamente es: una voluntaria rebelión contra Dios

99. El Protestantismo, en todos los elementos esenciales, simplemente toma “prestado” doctrinas de la Tradición Católica o, lo mismo, las distorsiona. Todas las doctrinas que tanto los Católicos como los Protestantes creen, son claramente de origen católico (Trinidad, Nacimiento Virginal, Resurrección, Segunda Venida, Canon de la Biblia, cielo, infierno, etc.) Aquéllas donde difiere el Protestantismo son usualmente distorsiones de los predecesores Católicos, por ejemplo, el Cuaquerismo es una variación del Pietismo católico. El Calvinismo es una obsesión con la doctrina Católica de la soberanía de Dios pero tomada más allá de lo que el Catolicismo ha enseñado (negación del libre albedrío, corrupción total, doble predestinación, etc.) Las dicotomías Protestantes, como fe contra las obras, provienen del nominalismo que era, a sí mismo, una forma corrupta del Escolasticismo que nunca fue dogmáticamente aprobado por la Iglesia Católica. Cualquier substancia o verdad que esté presente en cada idea Protestante es siempre derivada del Catolicismo, el cual es el cumplimiento de las más profundas y mejores aspiraciones dentro del Protestantismo.

100. Una de las bases fundamentales del Protestantismo es sola Scriptura- sólo la Escritura, que ni es bíblica (ver abajo), ni histórica (pues no existía antes del siglo 16), ni lógica.

101. La Biblia no contiene toda la enseñanza de Jesús, o del Cristianismo como muchos Protestantes creen (Mc 4:33; 6:34; Lc 24:15-16,25-27; Jn 16:12; 20:30; 21:25; Hchs 1:2-3).

102. Sola Scriptura es un abuso de la Biblia ya que es un uso de la Biblia que es contrario a su propio testimonio ya sea implícito o explícito y, también, es un abuso contra la Tradición. Una lectura objetiva de la Biblia conduce a uno a la Tradición y a la Iglesia Católica en vez de que sea lo opuesto. La Biblia, de hecho, es en sí misma una innegable Tradición Cristiana.

103. El NT al principio ni fue escrito ni fue recibido como la Biblia sino que sucedió gradualmente (los primeros Cristianos no pudieron haber creído en sola Scriptura como lo hace el Protestantismo, al menos que se refieran solamente al AT).

104. La tradición no es una mala sección en la Biblia. La palabra griega paradosis se refiere a algo que es transmitido de una persona a otra (sea bueno o malo). De la Tradición buena (Cristiana) se habla en 1 Cor 11:2; 2 Tes 2:15, 3:6, y en Col 2:8. En esta última se contrasta con las tradiciones de los hombres.

105. la Tradición Cristiana, de acuerdo a la Biblia, puede ser oral o escrita (2 Tes 2:15; 2 Tim 1:13-14; 2:2). San Pablo no hace distinción cualitativa entre las dos formas.

106. Las frases “Palabra de Dios” o “Palabra del Señor” en Hechos y las epístolas casi siempre se refieren a la predicación oral, no a la misma Biblia. Mucho de la Biblia fue originalmente oral (por Ej., toda la enseñanza de Cristo –pues El nada escribió- el sermón de San Pedro en el día de Pentecostés, etc.)

107. Contrario a muchas declaraciones Protestantes, Jesús no condenó todas las tradiciones, tampoco San Pablo lo hizo. Es en Mt 15:3,6; Mt 7:8-9,13, donde el Señor condena únicamente la tradición corrupta de los fariseos.

108. La palabra griega paradidomi, o “entregar” la Tradición Apostólica ocurre en Lc 1:1-2; Rom 6:17; 1 Cor 11:23; 15:3; 2 Pedro 2:21; Judas 3. Paralambano, o "recibir” la Tradición Cristiana ocurre en 1 Cor 15:1-2; Gal. 1:9,12; 1 Tes 2:13.

109. Los conceptos de “Tradición,” “Evangelio,” “Palabra de Dios,” “doctrina,” y “la Fe” son esencialmente sinónimos y todos son predominantemente orales. Por ejemplo en las epístolas a los Tesalonicenses San Pablo usas tres de estos conceptos intercambiablemente (2 Tes 2:15; 3:6; 1 Tes 2:9,13 (Cf. Gal 1:9; Hchs 8:14). Si Tradición es una mala palabra, ¡también lo es “evangelio” y “palabra de Dios”!

110. En 1 Tim 3:15, San Pablo coloca a la Iglesia sobre la Biblia como fundamento de la verdad tal y como se hace en el Catolicismo.

111. El “texto prueba” principal del Protestantismo para sola Scriptura, 2 Tim 3:16, fracasa ya que dice que la Biblia es útil, pero no suficiente, para aprendizaje o justificación. El Catolicismo está de acuerdo que la Biblia es admirable para estos propósitos, pero no en una forma exclusiva como en el Protestantismo. También, cuando San Pablo aquí habla de la “Escritura”, el NT todavía no existía (no existió por más de 300 años más) así que él sólo se estaba refiriendo al AT. Esto significaría que el NT no era necesario como única regla de fe, ¡si es que sola Scriptura es cierto y si fue supuestamente aludida en este versículo!

112. Siendo verdaderos los 11 factores de arriba, el Catolicismo mantiene que toda su Tradición es consistente con la Biblia, aún donde la Biblia es silenciosa o donde meramente es implícita en un tema. Para el Catolicismo cada doctrina no tiene que ser encontrada principalmente en la Biblia, pues esta es la postura Protestante de sola Scriptura. Por otro lado, la mayoría de los teólogos Católicos declaran que todas las doctrinas católicas pueden ser encontradas, de alguna forma, en la Biblia, ya sea en forma de semilla o por derivación.

113. Como han señalado eruditos evangélicos, una postura extrema de la doctrina de sola Scriptura puede convertirse en “bibliolatría” ; una adoración de la Biblia en lugar de a Dios quien es su Autor. Esta mentalidad es parecida a la visión Musulmana de la Revelación, donde ningún elemento para nada fue involucrado. La Sola Scriptura, correctamente entendida desde una perspectiva Protestante más sofisticada, significa que la Biblia es la autoridad final en el Cristianismo y no el registro de todo lo que Dios ha dicho y hecho como muchos evangélicos creen.

114. El Cristianismo es inevitable e intrínsicamente histórico. Todos los eventos de Jesús (Encarnación, Crucifixión, Resurrección, Ascensión, etc.) son históricos igualmente con la predicación de los Apóstoles- la Tradición, entonces, es inevitable contrariamente a las numerosas reclamaciones Protestantes que dicen que sola Scriptura aniquila a la Tradición. Esto es cierto para grandes asuntos (eclesiología, trinitariansimo, justificación) y pequeños asuntos (como los fondos eclesiásticos, tipo de música en la Liturgia, la duración de sermones, etc.) Cada negación de una tradición en particular incluye una desviación (ya sea oculta o abierta) hacia la propia tradición alternativa de uno (por ejemplo, si toda autoridad eclesial es despreciada, aún la autonomía o “tradición" individualista tiene que ser defendida, de alguna forma, como una perspectiva Cristiana).

115. Sola Scriptura, literalmente, no puede ser verdadera ya que, prácticamente hablando, para la mayoría de los Cristianos a través de la historia, no podían tener una copia de la Biblia pues la imprenta no existió sino hasta el siglo 15. La predicación y la Tradición oral, junto con otras cosas como prácticas devocionales, días de guardar, arquitectura y arte sagrado, fueron los principales transmisores del Evangelio por 1400 años. En todos estos siglos, sola Scriptura hubiera sido considerada como un absurdo abstracto e imposibilidad.

116. El Protestantismo dice que la Iglesia Católica ha “añadido a la Biblia.” La Iglesia Católica responde que ella solamente ha extraído las implicaciones de la Biblia (desarrollo de la doctrina), y que ha seguido el entendimiento de la Iglesia primitiva y dice que el Protestantismo ha “suprimido” largas porciones de la Biblia que sugieren posturas católicas. Cada lado piensa que el otro no es bíblico, pero en diferentes formas.

117. La Sola Scriptura es el “talón de Aquiles” del Protestantismo. Mientras existan múltiples interpretaciones, sola Scriptura no soluciona el problema de la autoridad y certidumbre. Si la Biblia fuera tan clara y explícita en el grado de que todos los Protestantes estuvieran de acuerdo por su lectura con una disposición de aceptar y seguir sus enseñanzas, esto sería una cosa, puesto que este no es el caso (la multiplicidad de denominaciones lo demuestra), sola Scriptura es solo un sueño. Sobre lo que los Protestantes están de acuerdo, es ¡que el Catolicismo es erróneo! De todas las doctrinas Protestantes, la “claridad” de la Biblia es seguramente la más absurda y demostrablemente falsa por el registro histórico.

118. Visto lo anterior de otra forma, tener una Biblia no hace que la interpretación de uno sea infalible. La interpretación es tan inevitable como la tradición. La Iglesia Católica, por tanto, es absolutamente necesaria para poder hablar autoritativamente y prevenir confusión, error y división.

119. El Catolicismo no considera a la Biblia como obscura, misteriosa e inaccesible sino que está vigilante para protegerla de toda exégesis arbitraria y aberrante (2 Pedro 1:20, 3:16). Las mejores tradiciones Protestantes buscan lo mismo, pero son inadecuadas e ineficientes ya que se encuentran fragmentados entre sí.

120. El Protestantismo tiene un gran problema con el Canon del NT. El proceso para determinar los libros exactos que constituyen el NT duró hasta el año 397 de nuestra era, cuando el Concilio de Cartago pronunció infaliblemente que la Biblia no se “autentifica en sí misma”, como cree el Protestantismo. Algunos Cristianos sinceros, devotos y con estudios dudaron la canonicidad de algunos libros que hoy tenemos en la Biblia. otras personas consideraban otros libros como Escritura pero no fueron incluidos en el Canos. San Atanasio, en el año 367, fue el primero en enumerar todos los 27 libros del NT como Escritura.

121. El Concilio de Cartago, al decidir el Canon de toda la Biblia en el año 397, incluyó los llamados libros “apócrifos” que los Protestantes sacaron de la Biblia. Antes del siglo 16 los Cristianos consideraban esos libros como Escritura y ni siquiera estaban separados de los otros libros, como hoy lo están en algunas Biblias Protestantes que los incluyen. El Protestantismo acepta la autoridad de este Concilio para el NT pero no la acepta para el AT. Es la misma forma que arbitraria o selectivamente acepta o niega otros decretos conciliares.

122. Contrario al mito Protestante y anticatólico, la Iglesia Católica siempre ha tenido a la Biblia en alta estima, y nada ha suprimido de ella (protestó contra algunas traducciones Protestantes, pero los Protestantes en ocasiones han hecho lo mismo con versiones Católicas). Esto es probado por el laborioso cuidado de monjes que protegían y copiaban los manuscritos, y, también, por las constantes versiones traducidas en lenguas vernáculas (en oposición a las falsedades de solo Biblias en latín) entre otras evidencias indisputables e históricas. La Biblia es un Libro Católico, y no importa qué tanto los Protestantes la estudien y la proclamen peculiarmente como de ellos, ellos tienen que reconocer que es a la Iglesia Católica que deberían de agradecer por haber decidido el Canon y por haber preservado intacta la Biblia por 1400 años. ¿Cómo puede estar la Iglesia Católica “contra la Biblia”, como dicen muchos anticatólicos, y al mismo tiempo preservándola y honrándola por tantos años? El solo pensamiento es absurdo así como que se refuta a sí mismo. Si el Catolicismo en realidad es tan malvado, como los anticatólicos quieren que creamos, el Protestantismo debería de formar su propia biblia en lugar de usar la que la Iglesia Católica ha entregado.

123. Contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia, el Protestantismo niega el Sacrificio de la Misa, (Gen 14:18; Salmo 110:4; Is 66:18,21; Mal 1:11; Heb 7:24-5; 13:10; Ap 5:1-10/cf. 8:3; 13:8). El Catolicismo, se tiene que recalcar, no cree que Jesús es sacrificado nuevamente en cada Misa; más bien, cada Misa es una representación del único Sacrificio en el Calvario, que trasciende al tiempo y al espacio como en Ap 13:8.

124. El Protestantismo no cree en el desarrollo de la doctrina, lo cual es contrario a la Tradición Cristiana y en muchas implícitas indicaciones en la Biblia. Siempre que la Biblia se refiere al conocimiento que aumenta y a la madurez de individuos cristianos, una idea semejante al desarrollo está allí presente. Aún más, muchas doctrinas se desarrollan n la Biblia ante nuestros propios ojos (“revelación progresiva”). Algunos ejemplos son la vida futura, la Trinidad, la aceptación de los gentiles, etc. Doctrinas que el Protestantismo acepta completamente del Catolicismo, como la Trinidad y el Canon de la Biblia, se desarrollaron en el transcurso de la historia de los primeros tres siglos del Cristianismo. Es ingenuo tratar de negar esto. La Iglesia es el “Cuerpo” de Cristo, es un organismo vivo que crece y se desarrolla como todo cuerpo con vida. La Iglesia no es una estatua que de vez en cuando tiene que limpiarse como muchos Protestantes parece que así piensan.

125. El Protestantismo separa justificación de la santificación, lo que es contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia ( Mt 5:20; 7:20-24; Rom 2:7-13; 1 Cor 6:11; 1 Pedro 1:2).

126. El Protestantismo opone la fe contra las obras (sola fide), pero este es un rechazo de la Tradición Cristiana y la explícita enseñanza de la Biblia (Mt 25:31-46; Lc 18:18-25; Jn 6:27-9; Gal 5:6; Ef 2:8-10; Fil 2:12-13; 3:10-14; 1 Tes 1:3; 2 Tes 1:11; Heb 5:9; Stgo 1:21-7; 2:14-16). Estos textos también indican que la salvación es un proceso y no, como en el Protestantismo, una evento instantáneo.

127. El Protestantismo rechaza la Tradición Cristiana y enseñanza bíblica del mérito, o recompensa, de nuestras buena obras llevadas a cabo por la fe (Mt 16:27; Rom 2:6; 1 Cor 3:8-9; 1 Pedro 1:17; Ap 22:12).

128. La doctrina Protestante de la justificación extrínseca, atribuida o exterior contradice a la Tradición Cristiana y a la doctrina bíblica de la justificación infusa, actual, interior y transformadora (que incluye santificación): Salmo 51:2-10; 103:12; Jn 1:29; Rom 5:19; 2 Cor 5:17; Heb 1:3; 1 Jn 1:7-9.

129. Muchos Protestantes (especialmente Presbiterianos, Calvinistas y Bautistas) Creen en la seguridad de salvación, o perseverancia de los santos (la creencia de que uno no puede perder su “salvación,” supuestamente obtenida en un tiempo determinado). Esto es contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia: 1 Cor 9:27; Gal 4:9; 5:1,4; Col 1:22-3; 1 Tim 1:19-20; 4:1; 5:15; Heb 3:12-14; 6:4-6; 10:26,29,39; 12:14-15; 2 Pedro 2:15,20-21; Ap 2:4-5.

130. Contrario al mito Protestante y anticatólico, la Iglesia Católica no enseña que uno se salva por las obras aparte de la gracia precedente, sino que enseña que las obras son inseparables como en Santiago capítulos 1 y 2. Esta herejía de la cual la Iglesia Católica es frecuentemente acusada fue condenada en el Segundo Concilio de Orange en el año 529 d.C. la herejía es conocida como pelagianismo que enseña que el hombre puede salvarse a sí mismo por medio de sus esfuerzos naturales sin la necesaria gracia sobrenatural de Dios. Una doctrina más moderada es el semipelagianismo que también fue condenado. Continuar en acusar a la Iglesia Católica de esta herejía es una señal de imparcialidad y una manifiesta ignorancia de teología, así como ignorancia de la clara enseñanza del Concilio de Trento (1545-63) que está al alcance de todos para ser estudiada. Sin embargo, el mito aún sigue extrañamente persistiendo.

131. Contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia, El Protestantismo casi ha eliminado la práctica de la confesión a un sacerdote (o al menos a un ministro o pastor) – ver Mt 16:19; 18:18; Jn 20:23.

132. el Protestantismo no cree en la penitencia, o castigo temporal para el pecado ya perdonado, y esto es contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia, (ver, por ejemplo, Num 14:19-23; 2 Sam 12:13-14; 1 Cor 11:27-32; Heb 12:6-8).

133. El Protestantismo tiene un concepto muy limitado de la mortificación de la carne, o de sufrir con Cristo: Mt 10:38; 16:24: Rom 8:13,17; 1 Cor 12:24-6; Fil 3:10; 1 Pedro 4:1,13.

134. De la misma manera, el Protestantismo ha perdido la doctrina del sufrimiento redentor de los cristianos con Cristo para el bien de todos: Ex 32:30-32; Num 16:43-8; 25:6-13; 2 Cor 4:10; Col 1:24; 2 Tim 4:6.

135. El Protestantismo ha rechazado la doctrina del purgatorio como consecuencia de su falsa perspectiva de la justificación y penitencia, y esto lo hace a pesar de la mucha evidencia que se encuentra en la Escritura: Is 4:4; 6:5-7; Miq 7:8-9; Mal 3:1-4; 2 Macabeos 12:39-45; Mt 5:25-6; 12:32; Lc 16:19-31 (Cf. Ef 4:8-10; 1 Pedro 3:19-20); 1 Cor 3:11-15; 2 Cor 5:10; Ap 21:27.

136. El Protestantismo ha rechazado (principalmente a causa de malos entendidos) la doctrina Católica de las indulgencias, que es, simplemente, la remisión que la Iglesia ofrece (apoyada en Mt 16:19; 18:18, and Jn 20:23) por las penas temporales del pecado (penitencia). Esto no es diferente de lo que San Pablo hizo referente a un hermano que había errado en la Iglesia de Corintio. San Pablo primero impuso una penitencia sobre él (1 Cor 5:3-5), después remitió parte de esa penitencia (una indulgencia) en 2 Cor 2:6-11. Sólo porque ciertos abusos ocurrieron antes de la Rebelión Protestante (admitidos y corregidos por la Iglesia Católica) no es motivo para deshacerse de una doctrina que es bíblica. Pero es típico del Protestantismo en “quemar la casa en lugar de limpiarla”; de “tirar al niño junto con el agua que lo bañó.”

137. En oposición a la Tradición Cristiana y a la Biblia, el Protestantismo niega oraciones por los difuntos (ver Tobías 12:12; 2 Macabeos 12:39-45; 1 Cor 15:29; 2 Tim 1:16-18; estos son versículos que también tienen que ver con el purgatorio ya que esas oraciones son para los santos que allí están).

138. El Protestantismo, sin base bíblica, rechaza la intercesión que por nosotros hacen los santos que están en el cielo y la correspondiente invocación de los santos por sus efectivas oraciones (Stgo 5:16). La Tradición Cristiana y la Biblia, por otro lado, han mantenido esta práctica: los santos en el cielo están conscientes de asuntos aquí en la tierra (Mt 22:30 y compare con Lc 15:10 y 1 Cor 15:29; Heb 12:1), se aparecen en la tierra e interactúan con el hombre (1 Sam 28:12-15; Mt 17:1-3, 27:50-53; Ap 11:3), y, por tanto, pueden interceder por nosotros y nosotros podemos pedirles sus oraciones de la misma manera que hacemos con los cristianos aquí en la tierra (2 Macabeos 15:14; Ap 5:8; 6:9-10).

139. Algunos Protestantes, a pesar de la Tradición Cristiana y de la Biblia, no creen en Ángeles Guardianes (Salmo 34:7; 91:11; Mt 18:10; Hchs 12:15; Heb 1:14).

140. Contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia, muchos Protestantes niegan que los ángeles pueden interceder por nosotros (Ap 1:4; 5:8; 8:3-4).

141. A pesar de la desarrollada Tradición Cristiana e indicaciones en la Biblia, el Protestantismo rechaza la Inmaculada Concepción de María, vea Gen 3:15; Lc 1:28 ( las palabras "llena de gracia” son interpretadas por los Católicos, en bases linguísticas, como “sin pecado”; el Arca de la Alianza es vista como una prefiguración, o tipo, de María (ver Lc 1:35 y comparar con Ex 40:34-8; Lc 1:44 w/ 2 Sam 6:14-16; Lc 1:43 comparar con 2 Sam 6:9: la presencia de Dios requiere una extraordinaria santidad).

142. A pesar de la desarrollada Tradición Cristiana e indicaciones en la Biblia, el Protestantismo rechaza la Asunción de María: Si María, en efecto, estaba sin pecado, ella no tendría que pasar por la putrefacción de la muerte (Salmo 16:10; Gen 3:19). Eventos semejantes en la Biblia no hacen ni improbable o “antibíblica” a la Asunción (como, por ejemplo, con Enoc: ver Gen 5:24, comparar con Heb 11:5; con Elias: 2 Re 2:11; con Pablo: 2 Cor 12:2-4; comparar con la doctrina Protestante del “Rapto”, 1 Tes 4:15-17 y los santos resucitados: Mt 27:52-3).

143. Muchos (¿casi todos?) Protestantes niegan la virginidad perpetua de María a pesar de la Tradición Cristiana (incluyendo la unánime aceptación de los fundadores Protestantes como Lutero, Calvino, Zwinglio, etc. Algunas evidencias bíblicas apoyan esta doctrina y algunos Protestantes la aceptan, pero esto es muy profundo para aquí tratar en forma breve.

144. El Protestantismo niega la Maternidad Espiritual de María para los cristianos, lo cual es contrario a la Tradición Cristiana y a la Biblia (Jn 19:26-7: "he ahí tu madre"; en Ap 12:1,5,17 los cristianos son descritos com la “semilla” de ella). Los Católicos creen que María está incomparablemente más viva que nosotros y, por tanto, las oraciones de ella por nosotros son muy efectivas (Stgo 5:16; Ap 5:8; 6:9-10). Pero, en nuestra condición de creaturas creadas por el Creador, María es nuestra hermana. Ella nunca opera aparte de las gracias necesarias de parte de su Hijo, y ella nunca se glorifica a sí misma sino a su Hijo tal y como lo recalca la teología Católica.

145. El Protestantismo rechaza el papado, a pesar de la profunda Tradición Cristiana y la fuerte evidencia que la Biblia presenta sobre la preeminencia de Pedro y la comisión de Jesús como la Roca de su Iglesia. Nadie niega que Pedro fue, de alguna manera, un líder entre los Apóstoles. El papado, tal y como lo conocemos, es derivado de esta primacía: los siguientes textos, Mt 16:18-19; Lc 22:31-2; Jn 21:15-17 son los textos “papales” más directo. El nombre de Pedro aparece al principio en todas las listas de los apóstoles, aún un ángel implica que él es el líder de los Apóstoles (Mc 16:7), y él es aceptado como tal (Hchs 2:37-8,41). Pedro obra el primer milagro del tiempo de la Iglesia (Hchs 3:6-8), pronuncia la primer anatema (Hchs 5:2-11), resucita muertos (Hchs 9:40), es el primero en recibir a los gentiles (Hchs 10:9-48), y su nombre es mencionado más que a ninguno de los otros discípulos puestos por junto (191 veces). En la Biblia mucha evidencia semejante puede ser encontrada.

146. Desde el principio, la Iglesia de Roma y los Papas fueron cruciales par el gobierno y dirección teológica y ortodoxia de la Iglesia Cristiana. Esto es innegable. Todos los grupos históricos hoy considerados como heréticos tanto por Protestantes como por Católicos fueron originalmente juzgados como tales por Papas y/o Concilios Ecuménicos presididos y ratificados por los Papas.

147. En su desesperación por complementar algún tipo e continuidad histórica aparte de la Iglesia Católica, el Protestantismo en ocasiones se esfuerza en reclamar una línea de las sectas medievales como los Valdenses, Cataros y Albigenses (y algunas veces a grupos anteriores como los Montanistas o Donatistas). Sin embargo, este esfuerzo está condenado a fallar cuando uno estudia profundamente lo que esas sectas creían. Ellos mantenían mucha enseñanza Católica, anatema para los protestantes, o mantenían ideas heréticas antitéticas a todo el Cristianismo (Católico, Protestante u Ortodoxo), o ambos, haciendo de esta teoría Protestante bien dudosa.

148. La Iglesia Católica tiene la más sofisticada y cuidadosa filosofía socio-económica y política Cristiana; una mixtura de elementos “progresivos” y “conservativos distintos de la común retórica política y maquiavelica que típicamenge dominan el campo político. El Catolicismo tiene la mejor visión de la Iglesia con relación al Estado así como con la cultura.

149. El Catolicismo tiene la mejor filosofía Cristiana y perspectiva del mundo, formada a través de siglos de reflexión y experiencia. Así como su reflexión y desarrollo teológico, la Iglesia Católica es inefablemente sabia y profunda y, hasta cierto grado, verdaderamente maravillosa e indicativa del seguro sello divino. Justo antes de que me convirtiera al Catolicismo, solía maravillarme en cómo la Iglesia Católica podía ser tan correcta en muchas cosas. Yo estaba acostumbrado a pensar, como buen evangélico, que la verdad siempre es una mezcla (por mí seleccionada) de ideas que proceden de muchas denominaciones Protestantes así como del Catolicismo y la Ortodoxia pero, que al mismo tiempo, ninguna tenía la verdad completa. Pero, ¡sorpresa! La Iglesia Católica, después de todo, tiene esa Verdad completa.

150. Por último, pero no al último, el Catolicismo tiene la mas sublime espiritualidad y vigor devocional manifestado en miles de formas diferentes; desde el ideal monástico, al heróico celibato del clero y de religiosos y religiosas; los hospitales Católicos, la nítida santidad de un Tomás a Kempis o un San Ignacio con sus grandes libros devocionales; infinidad de santos –tanto canonizados como desconocidos; una Madre Teresa, un Juan Pablo II o un Papa Juan XXIII; los primeros mártires, un San Fransisco de Asis; os eventos en Lourdes y Fátima; el vivo intelecto y sabiduría delArzobispo Fulton Sheen, San Juan de la Cruz; el santo valor de un Chesterton o un Muggeridge; ancianas y ancianos, jóvenes, adultos haciendo el Vía crucis o resando el Rosario, atendiendo la Hora Santa,y...- la lista puede seguir y seguir. Este ánimo devocional es inimitable en su alcance y profundidad a pesar de muy buenas contrapartes en la espiritualidad Protestante y Ortodoxa.


Copyright 1992 by Dave Armstrong. All rights reserved.


Se acaba tu tiempo


Queridos Hermanos:
Hay una característica común en las lecturas de este domingo, un tiempo corto, un tiempo que se agota.
En el evangelio Jesús predica: “El tiempo se ha cumplido” San Marcos 1,15, en la segunda lectura San Pablo predica: “Queda poco tiempo” 1 Corintios 7,29, en la primera lectura Dios le encomienda al profeta Jonás un anuncio de muy poco tiempo: “Dentro de cuarenta días Nínive será destruida” Jonás 3,4. Podemos decir que el tema de las lecturas de hoy es el tiempo, o mejor, poco tiempo.
Cuando a uno le queda mucho tiempo, uno es una persona distinta a cuando a uno le queda poco tiempo. Creo que todos los que estamos aquí tenemos la experiencia de los viajes en avión, donde siempre nos dan muchas recomendaciones, es una cosa rutinaria, que las máscaras de oxigeno, que las puertas de emergencia.
En un viaje de hace poco, noté que añadieron otra cosita, porque cada vez le van añadiendo más, añadieron otra cosa: “Si hay que evacuar el avión, no se devuelva por ninguna de sus pertenencias”.
Es algo natural ¿por qué dicen eso? Indudablemente, porque ha sucedido, que alguna vez han tenido que evacuar un avión y alguna persona dice: "Tengo que devolverme a sacar la billetera, o tengo que devolverme por el computador, o tengo que devolverme por lo que sea". "Queda poco tiempo, no te puedes devolver".
Cuando queda poco tiempo, uno se concentra en lo que es esencial, en lo que es fundamental, Dios nos libre, pero es el mismo caso que un incendio, en un incendio uno se concentra en lo fundamental.
Estaba haciendo un trabajo para la universidad, pero veo que la casa se está quemando, que se pierdan los trabajos, que se pierdan los papeles, los libros, los adornos; "pero yo no me quiero perder..." Queda poco tiempo, es un llamado a ir a lo esencial y uno no puede ser cristiano, me atrevo yo a afirmar, si uno no vive esta especie de urgencia.
San Pablo dijo en el siglo primero: “Queda poco tiempo” 1 Corintios 7,29, entonces le preguntaban a un profesor de teología, un profesor de Biblia, si San Pablo dijo que quedaba poco tiempo hace dos mil años ¿eso què quiere decir? Y respondió el profesor: “Que ahora queda mucho menos tiempo”.
Ser cristiano es vivir en la conciencia de que el tiempo es breve y que aunque quedaran dos mil años el tiempo es breve. La brevedad del tiempo ha traído conversión a mucha gente, por ejemplo, cuando una persona recibe la mala noticia de que tiene una enfermedad, le queda poco tiempo.
Acaba de sucederle al papá de un amigo mío, la ley requiere que el paciente sea informado: “Señor, hay una muy mala noticia, una noticia muy seria, usted tiene una enfermedad muy grave, un cáncer tal vez, le queda un mes, le quedan dos meses de vida”; inmediatamente todo se ve diferente, queda poco tiempo.
La gente de Nínive, en la primera lectura, se convirtió porque sentían que quedaba poco tiempo, y los Apóstoles fueron atraídos por la predicación de Cristo, porque sentían que ya el Reino de Dios estaba muy cerca, quedaba poco tiempo.
¿Cómo más podemos aplicar esta lectura a nuestra vida? Bueno, podemos pensar en el valor que tienen nuestros días, en el valor que tienen nuestros años; a veces con el cambio de año uno hace como una especie de balance: "Qué me dejó el año pasado, en qué mejoré, en qué empeoré".
En todo caso, valorizar el tiempo hace que uno viva de una manera más sensata, que uno viva de una manera mejor, más sabia; otras veces son los accidentes o las enfermedades que sufren otras personas, la gente que se nos va muriendo, los amigos; queda poco tiempo.
Yo creo que yo no soy una persona muy vieja; pero de mis compañeros de colegio ya han muerto seis, eso me pone a pensar a mi, "¿yo qué estoy haciendo con mi vida?" Esto es muy interesante, esto del tiempo, porque cuando aprendemos a valorar el tiempo aprendemos a valorar la vida también; el único tesoro que cada uno de nosotros tiene es el tiempo.
Si a nosotros nos dan quinientos millones de euros y nos dicen: “Te quedan dos minutos de vida”, quinientos millones de euros no te sirven de nada para dos minutos de vida; el tiempo es la expresión misma de la vida que tenemos y entregar nuestro tiempo al Señor es reconocer que de Él hemos recibido y que sólo en sus manos puede ser administrado.
Por otra parte, hay un problema que estamos viviendo en nuestra cultura, y es que la gente vive únicamente el momento presente, disfrutar ahora, ya no importa lo que haya sucedido ayer, ya no importa lo que vaya a suceder mañana.
Valorizar el tiempo también es descubrir que nuestros actos tienen consecuencias: La gente, mucha gente vive sólo para el momento presente, atrapados en el presente: comprar, gastar, disfrutar hoy.
Gracias a Dios existe la ecología, que bien entendida nos ayuda a salir de esa prisión del presente, nos damos cuenta que no se puede disfrutar esta tierra de cualquier manera, porque dañamos este planeta y se acaba la vida humana.
Ser responsables con el tiempo es darnos cuenta de que hay un pasado que no podemos olvidar y que hay un futuro que nos aguarda, que nosotros no somos los únicos dueños de esta tierra, ni de este planeta, ni de esta ciudad, ni de esta Iglesia.
Somos como caminantes, somos como peregrinos, y tenemos una responsabilidad con lo que ha sucedido antes, y tenemos una responsabilidad con lo que viene después.
Ayer hablaba con Nayal un amigo que está aquí presente, recordando lo que ha costado la fe católica en este país, en Irlanda, es impresionante, hubo gente que fue encarcelada porque estaba en Misa, lo que están haciendo ustedes ahora, los veían en Misa y a la cárcel, y si querían salir de la cárcel tenían que renunciar a su fe, y no lo hicieron.
Si nosotros hoy podemos celebrar la Eucaristía aquí en Dublín, es porque hubo gente que se pudrió aquí en una cárcel sin negar a Jesucristo; nosotros estamos siendo soportados, apoyados por ese pasado: el dolor, la soledad, la sangre de los mártires, especialmente de los mártires en el pasado nos sostiene a nosotros.
Y cuando uno sabe que la fe ha costado eso, lágrimas y sangre, cuando uno sabe lo que vale esa libertad y poder bendecir a Cristo, pues entonces uno vive el presente de otra manera, uno vive el tiempo de otra manera.
Y luego viene la consideración hacia el futuro. Última moda en Inglaterra, como los teléfonos celulares tienen cámaras, entonces el juego de última moda entre los adolescentes británicos es agarrar a una persona, cualquier persona, puede ser usted, señora, o usted, caballero, personas inocentes que no tienen nada que ver.
Pandillas de muchachos, drogados o sin droga, agarran a patadas y a golpes a cualquier persona, como un acto de pura violencia, el disfrute de causarle dolor a alguien y filmar eso en un teléfono celular y poner eso en un página de Internet: “Así apaleamos a una viejita”, “así golpeamos a una niña”, “esto le hicimos a este señor”; esa es la competencia entre las pandillas.
No sé cuándo llegará aquí o cuando se extenderá a otras partes. ¿Por qué cuento esto? Porque uno se hace la pregunta hacia el futuro, ese muchacho que agarra a patadas a una anciana para filmarlo en el celular y dárselas de valiente, ese muchacho dentro de diez o quince años va a ser el dueño de una empresa y va a ganar mucho dinero, una persona con ese corazón, ¿qué va a hacer con una empresa?
Una persona que tiene ese corazón, que le importa nada el sufrimiento del inocente, porque esa es su diversión, ¿qué va a hacer cuando tenga un puesto en un Congreso, en un Senado, en una cámara de representantes?
Todos estos jóvenes que pasan por la experiencia de la droga en las escuelas en Irlanda, todos los que viven descompensados, deprimidos o alcoholizados, o todas las mujeres que tienen despedazados los corazones por el aborto, esa es la generación que va al poder.
Vivir responsable el tiempo entonces es entender dos cosas, para resumir: primero, que el tiempo que tengo es mi único tesoro y que no importa cuánto me quede, es precioso, y sólo en las manos de Dios encuentra su verdadero lugar.
Y segundo: que mi tiempo tiene una raíz en un pasado del que debo aprender, y que tiene unas consecuencias para un futuro del cual soy responsable; pero este mensaje no se predica mucho, mucha gente vive sólo para la fiesta de hoy, la borrachera de hoy, la droga de hoy; nosotros tenemos un mensaje, nosotros cristianos tenemos un mensaje de esperanza y de responsabilidad.
Y le vamos a pedir al Señor que nosotros mismos seamos transformados por este mensaje y que lo podamos, de algún modo, transmitir a otros, porque en últimas, el mensaje es: “Tu vida es valiosa, tu vida es preciosa”. Y si sabes lo que vale tu vida, sabes lo que vale la vida de tu hermano y sabes lo que vale todo lo que hizo Cristo para que tu fueras salvo.@fraynelson

lunes, 19 de enero de 2015

Vencer la muerte

Cristo es el Pan Vivo que ha vencido a la muerte

Queridos Amigos:
Por muchos aspectos es singular la Carta a los Hebreos. Por ejemplo, es prácticamente el único texto del Nuevo Testamento que habla de Cristo en términos sacerdotales. Los primeros cristianos no le tenían mucho cariño a la palabra sacerdote (jiereus); no les gustaba la palabra sacerdote (jiereus).
Y la razón es, que los sacerdotes se asociaban con las labores de los paganos, los cultos paganos, o se asociaban con los trabajos del su sumo sacerdote.
Y si recordamos la Pasión del Señor, pues sabemos que ciertamente el sumo sacerdote o los sumos sacerdotes, especialmente Anás y caifás, pues no fue que ayudaran demasiado en la propagación del Evangelio, sino que se opusieron con todas sus fuerzas a Jesucristo, lo quitaron de en medio, y luego se opusieron igualmente a la predicación de los Apóstoles.
De manera que la palabra sacerdote no tenía mucha acogida entre los primeros cristianos.
Sin embargo, la Carta a los Hebreos utiliza la terminología del sacerdocio para referirse a Cristo. Se llama Carta a los Hebreos porque sus destinatarios parecen estar muy familiarizados con lo propio de la religión judía.
Hay quienes aventuran que quizá se trataba, por ejemplo, de un grupo de levitas convertidos al cristianismo que habían quedado en una situación muy difícil, porque en su calidad de cristianos pues eran expulsados de la sinagoga y eran rechazados por los demás judíos; y en su calidad de cristianos pues estaban muy recientes, estaban muy endebles todavía y necesitaban ser consolidados en la fe.
Para darles esta consolidación, para darles esta fortaleza la Carta a los Hebreos habla de Cristo como el verdadero y único Sumo Sacerdote, y habla también de que esos sumos sacerdotes de la Antigua Alianza en la práctica estaban era como adelantando, como prefigurando, como anunciando lo que vendría a darse por completo en Cristo.
De manera que la Carta a los hebreos, lo mismo que otros escritos del Nuevo Testamento intenta mostrar cómo Cristo es el desenlace, llamémoslo así, normal; es el desenlace propio de una historia que tiene sus inicios en el Antiguo Testamento; sólo que la terminología aquí es bastante sacerdotal, por las razones que ya hemos expuesto, Cristo como Sumo Sacerdote.
Cuando se habla de Cristo como Sumo Sacerdote en esta Carta hay como dos clases de elementos: en Cristo hay una continuidad y en Cristo también hay una ruptura. Y el pasaje de hoy es ideal para ver las dos cosas.
Cuando se dice, por ejemplo: "El sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios" Carta a los Hebreos 5,1, eso es perfectamente propio para aplicarlo a Cristo.
"Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades" Carta a los Hebreos 5,2; es lo que hemos comentado también en nuestras predicaciones de este día.
"A causa de ellas tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados como por los del pueblo" Carta a los Hebreos 5,3. Bien, eso era lo propio del sumo sacerdote, ahí hay un cambio con respecto a Cristo: si cristo ofrece su sacrificio, no es porque Él mismo tenga pecado, pero sí ofrece su sacrificio por los pecados del pueblo.
Entonces, nótese cómo hay una continuidad y hay una ruptura entre el culto del Antiguo Testamento y la ofrenda de Cristo en la Cruz. "Nadie puede arrogarse este honor, Dios es quien llama" Carta a los Hebreos 5,4; esto es propio de Jesucristo también.
Pero la parte más impresionante y donde se da una radical y una completa ruptura con el Antiguo Testamento, es que el sacerdote del Antiguo Testamento ofrece algo afuera de él, ofrece una víctima que es distinta de él.
En el caso de Jesucristo, el sacerdote y la víctima se unen. Y esto es lo que da la radical novedad, porque precisamente, porque la la ofrenda es completa, porque l ofrenda es perfecta, ya no tiene que ser repetida.
Y esta es una idea fundamental dentro de la Carta a los Hebreos; es decir, que la ofrenda de Cristo es perfecta, que la ofrenda de Cristo es total, y por lo mismo la ofrenda de Cristo es definitiva, ya no hay que estar repitiendo la misma ofrenda, sino es una sola.
De Hecho, nosotros no repetimos la Eucaristía. La Eucaristía no es una repetición. La Eucaristía, podríamos decir que es una la actualización del único sacrificio de Cristo.
La Eucaristía toma una asamblea, como hoy, tomarnos a nosotros; toma una asamblea, y por esa gracia del Espíritu, nos hace vencer, nos hace superar toda barrera cultural, toda barrera de tiempo y de espacio para unirnos a la ofrenda única, a la ofrenda definitiva, plena de Jesucristo en la Cena de Pascua, y sobre todo en la Cruz.
Hay una sola Eucaristía, hay una sola Misa y nosotros en la Iglesia celebramos siempre una sola y la misma Misa. Pero esa única Eucaristía toma el tamaño del universo, a medida que la evangelización hace posible que nuevos pueblos, que nuevas culturas puedan acercarse a beber del mismo Cáliz y a comer del mismo Pan.
Hay una sola Eucaristía, una sola ofrenda en la cual todos nosotros nos unimos, en la cual todos nosotros nos congregamos.
Y ¿qué contemplamos en esa Eucaristía? Lo que nos dice la Carta a los Hebreos: "Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió sufriendo a obedecer" Carta a los Hebreos 5,7-8.
La Eucaristía nos introduce en una corriente de amor y de obediencia, que es la de Cristo Hijo a su Padre. La Eucaristía nos introduce en el misterio del amor mismo de Dios, nos lleva más allá de nuestras pequeñas ofrendas a la ofrenda de Cristo.
La Eucaristía transforma nuestros días finitos en el día infinito del Señor; la Eucaristía toma nuestras luces limitadas y vacilantes y las lleva a la hoguera esplendorosa de Jesús. Esto hace la Eucaristía en nuestras vidas.
Quiero destacar una frase de lo que acabamos de leer "Cristo presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte cuando en su angustia fue escuchado" Carta a los Hebreos 5,7. Cristo fue salvado de la muerte.
Salvarse de la muerte no es aplazar la muerte. Si uno va atravesando descuidadamente una carretera y un automóvil casi lo atropella, dice: "Se salvó, se salvó de la muerte". No se salvó de la muerte, la aplazó, ahí se aplazó la muerte.
Si una persona está en cuidados intensivos y llega un médico excelente y logra salvar al paciente, fíjate la terminología, logra salvar al paciente de esa grave enfermedad, se dice que el médico lo salvó. No lo salvó, la medicina no salva, la medicina aplaza, aplaza la muerte. En cambio, Cristo sí fue salvado de la muerte, porque ahora la muerte ya no tiene poder sobre él.
Y por eso, en la Pascua de Cristo y en cada Eucaristía, se anuncia algo que es definitivo. A esa salvación definitiva nos unimos nosotros en el pacto de fe y amor que es cada Misa. Nosotros nos sintonizamos con ese amor, y con lo definitivo del amor de Jesucristo, nosotros mismos vencemos la muerte.
El Pan que comulgamos, la Eucaristía que compartimos, llega viva a nosotros. El sacrificio que se ofrecía en el Antiguo Testamento era un sacrificio muerto; es decir, muerta la víctima, por ejemplo el cordero, así se ofrecía a Dios.
La Eucaristía es un sacrificio vivo, es un Pan Vivo, y así vivo llega a nosotros, a nuestro corazón. La Eucaristía entra viva en nosotros a comunicarnos su vida. la Eucaristía llega a producir en nosotros, a engendrar en nosotros una vida que ya nadie puede destruir.
Por eso decía Cristo en el evangelio de Juan: "El que coma de este Pan no morirá para siempre" San Juan 6,58, porque el que come la Eucaristía come inmortalidad, se come un Pan que ya venció a la muerte; el que se come a Cristo, el que se alimenta de Cristo, se alimenta de un Pan que ya atravesó el umbral de la muerte.
De aquí a unos minutos, estaremos todos rodeando a un Pan que es eterno, a un Pan que ya atraviesa los siglos, a un Pan que ya vence al tiempo, que ya vence a la muerte. Comulgar, alimentarse de ese Pan es comer inmortalidad.
Hoy Dios nos concede la gracia de comer un Pan que ha vencido a la muerte, de un Pan que ya no muere, una vida que ya no se extingue, una salvación definitiva. Y esa comunión y esa Eucaristía es también la certeza que cada uno de nosotros tiene de que no morirá.
Si yo únicamente como: papas, arroz, jugo, carne de marrano, lo que sea, todos los alimentos llegan muertos a mi boca, llegan muertos, y si no estuvieran muertos en el momento en el que llegan, mi proceso digestivo lo primero que hace es matar, succionar el poco de vida que pueda sacar de ese alimento.
Cristo, en cambio, llega vivo a nosotros, y no llega para que nosotros le transformemos en lo que nosotros somos, sino para transformarnos Él en lo que Él es.
¡Qué fuerza la que tiene la Eucaristía! Llega viva a nosotros, inmortal, victoriosa, definitiva, a hacernos inmortales, a hacernos salvados, a hacernos eternos; a eso llega Cristo en nuestras vidas. Y entra Cristo como Rey victorioso a nuestra existencia, a transformarnos en Él, a transfigurarnos.
Si yo lo único que he comido es muerte, pues lo que se puede pensar es que moriré; pero si yo he comido Pan Vivo, yo viviré, nosotros viviremos. Después de comer a Cristo somos indestructibles; después de alimentarnos de Cristo tenemos en nosotros una fuerza que ha vencido al mundo, que ha atravesado la muerte, que es más grande que todos.@fraynelson