viernes, 26 de septiembre de 2014

Cada cosa en su tiempo

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1.1 El texto del Eclesiastés, en la primera lectura de hoy, es quizás el más conocido de este libro de la Biblia: hay tiempo para cada cosa. Sin embargo, no es tan sencillo saber qué enseñanza se esconde detrás de la enumeración de los distintos tiempos: llorar, reír, danzar, gemir... ¿qué significa que la vida sea eso, esa composición de momentos diversos, que además parecen repetirse?

1.2 Si nos ceñimos al texto de hoy, parecen claras dos cosas: una cierta sensación de desconsuelo que está reflejada en la pregunta del autor: "¿Qué provecho saca de su trabajo el que se esfuerza?" Si los tiempos se repiten, y todo llego y todo pasa, ¿qué sentido tiene esforzarse?

1.3 De un modo más positivo, este crítico de la existencia humana llega a otra conclusión: la variedad de tiempos y circunstancias abre un universo de posibilidades que no podemos abarcar. Nuestra vida particular o personal no es toda la vida posible. Esto puede causar desasosiego o abrirnos a una tremenda admiración sobre la existencia y sobre lo que significa vivir.

1.4 Además, este predicador fue más allá: los tiempos, todos esos tiempos de los que hablamos, no dependen finalmente de una rueda anónima o de un destino fatal, como pretendería el hinduismo con su "sámsara" o el antiguo paganismo griego con su "moira." El tiempo, o mejor, los tiempos, vienen de Dios. Él es el Señor de la Historia.

2. ¿Quién es él?

2.1 La pregunta de Cristo en el evangelio de hoy nos hace recordar el apremiante llamado del Papa Juan Pablo II en su mensaje "Urbi et Orbi" del 25 de diciembre de 1996.

2.2 "Me dirijo, por lo tanto, a todas las varias comunidades. A los pueblos, a las naciones, a los regímenes, a los sistemas políticos, económicos, sociales y culturales para decirles:

2.3 "Aceptad la gran verdad acerca del hombre; aceptad esta dimensión del hombre, que se ha manifestado a todos; aceptad el misterio en que vive cada uno de los hombres desde que Cristo ha nacido.

2.4 "¡Respetad este misterio! ¡Permitid a este misterio que actúe en cada uno de los hombres! Permitidle desarrollarse en las condiciones externas de su ser terreno.

2.5 "Jesús, el Mesías, Príncipe de la Paz. En este misterio se halla la fuerza de la humanidad. La fuerza que irradia sobre todo lo que es humano. No hagáis difícil esta irradiación. No la destruyáis. Todo lo que es humano, crece a partir de esta fuerza; sin ella se marchita; sin ella va a la ruina Por esto os doy las gracias a todos vosotros--familias, naciones, estados, organizaciones internacionales, sistemas políticos, económicos, sociales y culturales--por todo lo que hacéis, a fin de que la vida de los hombres sea en sus diversos aspectos cada vez mas humana, es decir, cada vez mas digna del hombre Deseo de corazón y os suplico que no os canséis en este esfuerzo, en este empeño."@fraynelson

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