lunes, 29 de septiembre de 2014

San Jerórimo


Título: San Jeronimo, un ejemplo de constante conversion

San Jerónimo lo asociamos justamente con la Sagrada Escritura, sabemos que a él se debe la primera traducción extensa de la Biblia, vertida de su lengua original en el latín, edición conocida como la Vulgata.
Pero hay otros aspectos de la vida de este santo que merecen un momento de nuestra reflexión en este día; en primer lugar, es sabido que Jerónimo fue un hombre de personalidad extraña, tosca, llena de aristas, de conflictos.
Una persona impulsiva, un poco en guerra con ella misma, un poco en conflicto con buena parte de la Iglesia de su tiempo; cuanto más conoce uno de la vida y de la época de San Jerónimo, más se admira de que este hombre, con semejante temperamento casi neurótico, diríamos hoy, y con tantos conflictos interiores y tensiones exteriores haya avanzado tanto en el amor de Dios.
Los patronos o los santos, los santos patronos que tiene la Iglesia, usualmente son patronos de actividades como por ejemplo la medicina o el derecho, o así sucesivamente.
Pero, creo que hacen falta también patronos para esos aspectos como más oscuros de nuestra vida; quienes de pronto tienen tendencia a la tristeza, a la depresión, qué bueno, que encontraran en San Luis Bertrán un patrono.
Porque ese santo, Luis Bertrán, muestra cómo a pesar del temperamento melancólico, pues se puede avanzar hacia Dios; y yo creo que si uno tiene ese temperamento, a uno le sirve más saber que alguien pudo llegar hasta Dios así, que conocer a muchos otros que eran con un modo de ser muy suaves, muy afables, muy simpático.
Algo semejante digo de San Jerónimo: San Jerónimo, con todo y su horrible temperamento y sus abiertas equivocaciones, hoy se puede hablar así, en muchas de sus apreciaciones de la vida de La Iglesia de su tiempo, hoy podemos decir que San Jerónimo se equivocó.
Se convierte como en el patrono de la gente irascible, de la gente apasionada, de la gente en conflicto; de pronto, uno podría, incluso en la Iglesia hacer una especie de lista de los santos, pero no a partir de sus grandes cualidades, sino a partir de los defectos que Dios les concedió vencer por la gracia.
Y, yo creo que esto sería maravilloso, la tendencia casi invencible a la concupiscencia en un Agustín; la neura de San Jerónimo, la melancolía de Luis Bertrán, pues dan pie para que hagamos una especie de calendario de los Santos al revés, pero no es al revés, sino es al derecho.
Porque es mostrar, precisamente, en qué áreas más débiles de la vida de estos hombres y de estas mujeres fue posible la obra de Dios.
Otro aspecto de San Jerónimo, que es hermoso considerar, es su amor a la dirección espiritual, su cuidado de la vida de personas concretas, su afán de llevar a muchos otros a la santidad, porque si he dicho que era prácticamente un neurótico, no fue ciertamente por sus arranques o estallidos de neura, por lo que avanzó más hacia Dios.
Lo que nos lleva hacia Dios es el amor; si el amor en Jerónimo se manifestaba, por ejemplo, en eso, en una pasión casi increíble por llevar a muchas personas hacia la santidad, organizaba pequeñas y grandes actividades a la manera de cursos, por ejemplo, allá en Roma.
Y predicaba la Escritura y tenía una pasión increíble por llevar a las personas hacia Dios, y en esto también podemos aprender mucho de él.
Otros dos aspectos son su amor a la penitencia y su búsqueda de las fuentes. Jerónimo se fue a Belén a recuperar el misterio original de Jesucristo. Así como buscó el hebreo para beber la Palabra de Dios en su manantial primero, así también buscó Belén, en la Tierra Santa, para empaparse de Cristo.
Es un amor encendido a la Encarnación de Nuestro Señor, pero no quiero pasar sobre lo de la penitencia, así no más. A veces, la iconografía representa a Jerónimo con una piedra hiriéndose el pecho, en una actitud un poco salvaje como su temperamento, no es eso lo que yo voy a recomendar de Jerónimo hoy, ciertamente.
Sino que es un santo en continua conversión. A mí me parece que Jerónimo, hasta donde yo alcanzo a ver, es bastante singular, en eso es un santo que siempre se trató a sí mismo y trató a la Iglesia de su tiempo como si estuviera en el primer día de la conversión.
Un santo que por más que fuera llevado en el Espíritu a luchas extraordinarias, a carismas inmensos, a servicios altos a la Iglesia, sucediera lo que sucediera con su vida, cada día Jerónimo estaba empezando. Y cada día estaba iniciando su conversión, si se quiere, con mayor ardor. Una pasión así, semejante, necesitamos nosotros para vivir con fuerza y con fruto nuestra propia vocación.
La intercesión de este extraño personaje enamorado de Cristo y enamorado de la santidad, traiga nueva luz a nuestras vidas y nos haga servir mejor al Señor.
Amén.
@fraynelson

Los Ángeles


Título: ¿Con que derecho nos estamos privando de la amistad con los Santos Angeles?

Jesús le dice a Natanael: "Vas a ver cosas mayores" San Juan 1,50, y eso mayor, eso más grande que le promete Jesús a Natanael, es la relación entre los Ángeles y el mismo Jesucristo, el Hijo del hombre.
Cuando las apariciones de Fátima, hace 80 años, primero vino un Ángel que visitó a los niños, entiendo yo que unas dos veces, tal vez tres, y luego la Santísima Virgen se dejó ver de ellos en varias ocasiones, tal vez unas seis.
Los niños hacían esta comparación: que cuando se aparecía el Ángel, durante la visión quedaban como sobrecogidos, admirados, y después de la visión, con una especie de agotamiento, como una especie de de cansancio, como si hubieran hecho un inmenso esfuerzo.
Ellos decían que cuando aparecía la Santísima Virgen no sucedía esto, es decir, la visión causaba admiración igualmente, tal vez también sobrecogimiento; pero, terminada la visión, no quedaba esa sensación de agotamiento en su naturaleza.
Esta diferencia nos invita a mirar la relación entre los Ángeles y los hombres, desde luego que una aparición de esta naturaleza no es una palabra teológica última, pero lo que vamos a predicar, con la ayuda del Señor, tampoco depende estrictamente del hecho de la aparición, sino más bien de lo que la Sagrada Escritura y la tradición de la Iglesia nos han ido enseñando sobre el ser y obrar de los Santos Ángeles.
Una misma gracia de Dios está en los Ángeles Santos y en las personas santas, y entre todos los santos, sobre todo Ella, la Santísima Virgen, una misma gracia en unos y en otros.
De manera que la diferencia en aquello que sentían los niños no provenía de que fuera como distinta la obra, distinta la gracia, no, es el mismo Cristo el que colma de gozo, de luz, de poder, de amor a los Ángeles, y el que llena de sentimientos de conversión, de gratitud, de alabanza y de perseverancia a los hombres.
Es el mismo y único Cristo el que es señor de cielos y tierra, como lo expresaba la lectura del profeta Daniel. La diferencia no está en la gracia, en la obra de la gracia, porque una misma gracia les alimenta y alegra a ellos y a nosotros.
La diferencia entonces se encuentra en la naturaleza, porque el bien que hay en nosotros, todo el bien que hay en un ser humano, todo el bien que hay en una criatura racional, porque esto vale también para los Ángeles, sólo tiene dos fuentes: la naturaleza, es decir, lo que nosotros somos por creación, y la gracia, es decir, lo que nosotros somos, lo que hemos llegado a ser, lo que estamos llamados a ser por la autocomunicación de Dios, porque Dios se comunica a sí mismo, se dona a sí mismo en la acción del Espíritu Santo.
Todo el bien que hay en nosotros, es un bien de naturaleza o es un bien de gracia, por esa razón podemos creer que la diferencia en lo que percibían aquellos niños de Fátima, está marcado, no por la obra de la gracia, que es la misma, sino por la obra de la naturaleza.
Además, sabemos por la Teología, que la obra de la gracia en niguna criatura es más perfecta ni más plena que en la Santísima Virgen María; pero, después de que la Virgen desaparecía, los niños no quedaban con esa sensación de agotamiento, ellos quedaban como si hubieran tenido que hacer un inmenso esfuerzo cuando se aparecía el Ángel.
Entonces, ese acontecimiento histórico que no es de fe universal y católica pero que podemos admitir en nuestro corazón por el reconocimiento que le ha dado la iglesia, nos enseña algo sobre la manera como se relacionan los Ángeles con nosotros, y sobre lo que ellos son y lo que nosotros somos.
¿Por qué ese agotamiento? ¿Por qué sucedía eso? Porque, a ver cómo Dios me ayuda a expresarme. Porque el ser de los Santos Ángeles, por decirlo así, acapara, agota, agarra nuestra capacidad perceptiva.
Los Ángeles son criaturas completamente espirituales, aunque ellos se manifiesten visiblemente, como lo cuenta varias veces la Sagrada Escritura, su manifestación visible no cambia su ser personal; así como cada uno de nosotros, así se vistiera de una u otra forma seguiría siendo una persona humana, así también un Ángel, sea que se manifieste o que no se manifieste, sigue siendo en su naturaleza una criatura puramente espiritual.
Ahora bien, ¿qué significa que sea una criatura puramente espiritual? Que su ser, entre otras cosas, no está sometido al tiempo, ni propiamente al espacio, ni a las contingencias de la materia, aunque se manifieste así.
Cuando una persona lleva mucho tiempo pensando en algún problema, pensemos por ejemplo en un filósofo, un científico o un matemático, de pronto llega a una especie de idea en la que ve como resumida, como condensada su búsqueda.
Aristóteles, por ejemplo, duró muchísimo tiempo pensando en el problema de la causa. qué quiere decir que una cosa sea causa de otra, y se puso a estudiar a sus antecesores y llegó a enunciar una gran teoría de las causas.
Después de mucho tiempo de pensar, fíjate, mucho tiempo, mucho esfuerzo pensando, llegó a una idea finalmente, la idea que la causa se predica de distintos modos con respecto al ser, y de que hay básicamente cuatro tipos de causalidad.
Un científico, Einstein, lleva mucho tiempo pensando sobre un problema: ¿por qué la velocidad de la luz se registra de igual manera no importa cuál sea la dirección en la que se esté moviendo el que la mide?
No nos interesan los detalles sobre este problema, nos interesa que Einstein se agota pensando hasta que llega a una idea: "Probablemente lo que debemos considerar como invariable en la naturaleza, no es ni el tiempo ni el espacio, sino la velocidad misma de la luz", y tomando ésta como una constante de la naturaleza, elabora una teoría que luego hemos llamado la teoría general de la relatividad. Mucho tiempo hasta llegar a una idea.
Y lo mismo podríamos decir de otros científicos y pensadores, pero esto no sucede solamente con la inteligencia, pasa también con el amor. Cuando apenas conocemos a las personas, si nos caen bien, puede haber algo de amor; y si nos caen mal, seguramente no habrá mucho de amor; pero ese comienzo en nuestra manera de amar todavía no es amor, amor.
Pasa el tiempo, tenemos dificultades, de pronto con esa persona, tenemos problemas, impaciencias, desilusiones, esperanzas, consuelo, ratos buenos, ratos malos, de pronto trabajamos juntos, y pasa el tiempo y pasa el tiempo.
En nuestro convento de Santo Domingo, prácticamente agoniza, durante estos días, el Padre Campo Elías Claro, ha estado con nosotros varios años, para mi era casi un desconocido, lo había visto y tratado muy pocas veces, ahora es mi vecino de habitación en el convento.
Le he visto entregar el final de su vida, le he visto paciente y lo he visto impacente; lo he visto llorar de dolor y lo he visto llorar de alegría; le oido cantar, recitar, predicar, esperar; lo he importunado con mis pecados pidiéndole que por favor me confiese, y él también ha solicitado alguna vez algún género de favor de este servidor.
El tiempo ha pasado, hemos tenido que soportarnos poco o mucho, yo creo más él a mí, que yo a él. El tiempo ha pasado, ha habido que hacer un esfuerzo, muchas veces.
Es lo mismo que sucede en los matrimonios, lo que sucede en la vida comunitaria, lo que sucede cuando una amistad o una relación lleva varios años, y ha habido que hacer esfuerzo, porque la simple simpatía del comienzo no basta, ha habido que esforzarse.
Pero después de ese tiempo, si a uno le preguntaran en este momento: "¿Usted qué siente por su hermano de comunidad? Yo creo que uno diría, con todo el respeto, que uno siente amor en Jesucristo por ese hombre que hoy está agonizando. Ya no es el amor de un instante, es el amor probado, es el amor que lleva un recorrido, es el amor madurado.
De manera que la inteligencia, como lo vemos en estos pensadores, después de mucho esfuerzo, llega una idea en la que cree ver resumido todo; y el amor, después de muchas pruebas, tensiones, dificultades, desilusiones, peleas, reconciliaciones, llega un amor que es un amor probado, es u amor maduro.
Cuando ya se dice después de ese tiempo: "Te amo en Jesucristo", esas palabras pesan, porque ya han pasado por la prueba del tiempo. El tiempo que de nosotros pide todo ese esfuerzo para llegar verdaderamente a un pensamiento y para llegar verdaderamente a un amor.
¿Sabe usted cuánto vale para llegar a un pensamiento? ¿Algo de lo que uno esté convencido, realmente convencido? ¿Sabe usted cuánto tiempo y cuánto esfuerzo toma llegar verdaderamente a un amor, un amor que uno pueda decir: Amo, verdaderamente amo"?
Esto tiene mucho que ver con los Santos Ángeles, porque los Santos Ángeles son como inteligencias, son como amores más allá del tiempo. Cada uno de los Ángeles es, por decir una metáfora, es como una idea madurada en la eternidad de Dios, es como un pensamiento madurado en siglos y siglos y siglos, aunque la eternidad no es simple continuacion del tiempo.
Y el amor que tienen los Santos Ángeles es como un amor madurado siglos y siglos y siglos. Imaginémonos una persona que conoce a otra persona, y que la ama y que la sirve y que la atiende y que la ayuda siglos y siglos, hasta conocerla y conocerla y conocerla.
La inteligencia que hay en los Santos Ángeles y el amor que hay en ellos es por eso capaz de robar nuestra intligencia. Supongamos que yo soy un científico aficionado, y que yo más o menos he tratado de pensar una que otra cosa.
Y de pronto resulta que yo voy a una conferencia y el que va hablar es el gran científico Albert Einstein. Yo llevo apenas unas semanas hablando y preguntándome algunas cosas y llega este gran científico y da una conferencia y durante cuarenta y cinco minutos saca un corro de ideas brillantes, lúcidas, fantásticas, fecundas.
Yo, que apenas me estoy abriendo a esse mundo, quedo como apabullado por la claridad, por la luz por la potencia de ese pensamiento, por las consecuencias que trae, eso es lo que hacen los Ángeles en nosotros.
Supangamos que yo llevo mucho tiempo, qué mucho tiempo, llevo un poquito de tiempo tratando de entender y de vivir eso que es caridad, amor. Uno puede buscar eso, si en amar está realmente la clave de la vida cristiana, uno puede proponerse: "Pues yo quiero saber lo que es vardaderamente amar, yo no quiero morirme y tener que decir: "Pues, realmente, no amé".
Si San Juan de la Cruz dice que "en el aterdecer nos van a examinar en el amor", entonces tengo que tratar de amar, tengo que pedir el amor.
Pero yo, que resulta que soy apenas un principiante en esto, de pronto conozco a la vuelta de una esquina a un santo, a una santa, alguien repleto de amor, pensemos por ejemplo en la Madre Teresa de Calcuta, ejemplo obligado por estas fechas.
Yo apenas tratando de perdonar, tratando de amar, tratando de entender, y de pronto me encuentro con semejante espejo de caridad, yo quedo como aturdido por el ejemplo, por el amor, por lo que es ella y por cuánto amor hay en ella.
Esa potencia en la inteligencia y esa potencia en el amor hace que nosotros, como el científico aficionado, quedemos deslumbrados por los Ángeles. Y nosotros, como el principiante en la vida cristiana, quedemos deslumbrados por el testimonio de amor de aquella santa.
De este modo obran también los Ángeles con nosotros. Un Ángel se presenta en nuestra vida como una idea madurada en la eternidad de Dios, como un amor que hubiera pasado por todas las pruebas, una inteligencia madurada en la eternidad de Dios, estos son los Santos Ángeles.
Por eso, el paso de un Ángel por nuestra vida, la presencia de los Ángeles en nuestra vida puede transformar en un instante nuestro modo de ver las cosas.
Si uno fuera a una conferencia, donde un científico de altísima talla predica, enseña cosas como las que enseñaba Einstein, infinitamente más es lo que sabe el más humilde de los Ángeles, dice cosas así, yo salgo de esa conferencia y mi visión del mundo ha cambiado, salgo de ahi, mejor dicho, a sentarme, a repensar todo mi mundo.
Eso es lo que obran los Santos Ángeles en nosotros; la presencia, así sea por un instante de cualquiera de estas criaturas espirituales, logra cambiar nuestro modo de pensar. Ya esto es una gran noticia.
Yo pienso que nosotros nos hemos perdido demasiados bienes por falta de fe, de amor y de invocación a los Santisimos Ángeles de Dios. La presencia, el paso en un instante de un Ángel, transforma la existencia de una persona, le cambia su visión.
¿Cuál es el sello que deja el Ángel al pasar? Cada Ángel tiene su propia personalidad, no hay dos Ángeles iguales.
La iglesia más o menos ha acogido, mayoritariamente, la opinión de Santo Tomás según la cual cada Ángel es una especie distinta. Todos los seres humanos somos distintos, pero todos pertenecemos a la misma especie.
Pues bien, Santo Tomás dice que cada Ángel es una especie distinta; pero hay un sello que dejan todos los Ángeles, y es Dios, Dios es. El perfume que deja el Ángel al pasar dice eso: "Dios es"; el paso, así sea solo superficial, asi sea sólo instantáneo de un Ángel, deja vuelto el corazón hacia Dios y con una certeza tan grande de la existencia, de la Providencia, del amor de Dios.
Un instante, sólo el paso de un Ángel, perfectamente puede volver nuestro corazón para que ése primero y fundamental de los mandamientos se haga realidad en nosotros, amar a Dios sobre todas las cosas.
Claro, esto es oír, -ahora entendemos por qué se agotaban los niños de Fátima-, seto es como oir al más fantástico de los conferencistas, que con su presencia, antes que con su palabra, dice cosas que San Pablo llama "inenarrables".
Lo que el Ángel les decía a los niños, se puede decir con palabras humanas, pero lo que él era, y él era también una palabrita, una sílaba del Altísimo, lo que él era, eso no se puede expresar. Es algo que abruma el entendimiento humano, que crea una sensación de un temor gozoso, una especie de cansancio feliz, una especie de descanso en el que todo lo puede.
Este sello lo dejan todos los Ángeles, pero para fortuna adicional y para gozo nuestro, cada uno de ellos tiene también su propio estilo, su propia manera, tiene su modo.
Así como uno al tratar a las personas se encuentra, pues, que todas las personas tienen caractérísticas semejantes, tienen unas facultades como es la inteligencia y la voluntad, son contingentes, son mortales, están heridos por el pecado original, son redimidos, hay una cantidad de constantes en la especie humana, así también hay esa gran constante en los Santos Ángeles, el sello de su paso es: Dios es, y volver la mente hacia Dios.
Quienes han vivido este género de experiencias, sea por mediación de los Ángeles o sea por la obra del Espíritu Santo, rapidísimamente, prontísimamente avanzan en la vida espiritual.
Catalina de Sienna describe esa experiencia diciendo: "Aunque la persona tratara de pensar en otra cosa distinta de Dios, no puede; aunque se le rodeara de oprobios, de infamias, de soledades, de torturas, de enfermedades, de escarnio, de calumnias, la persona no puede dejar de pensar en Dios; y aunque la persona sea rechazada, vilipendiada, no puede dejar de amar a su hacedor".
Es demasiado auxilio para nosotros y es demasiado lo que nosotros necesitamos de esa ayuda, que en primer lugar viene del Espiritu Santo, desde luego, pero que muchisimas veces Dios la concede por mediación de sus Santos Ángeles. Pero repito, junto a ese don general de la presencia de los Ángeles, hay dones particulares que vienen del modo de ser de cada uno de ellos.
Hoy la Iglesia quiere que celebremos a Arcángeles con nombres: Miguel, Gabriel, Rafael. Tendríamos que extendernos demasiado para hablar de cada uno de ellos. Yo, por hoy, me limito a invitar a cada uno a que cultive una relacion personal con los Santos Ángeles, la invocación con nombre preciso de los Arcángeles, uniendo, si es posible, la expresión: "de Jesucristo".
Es decir: "San Miguel de Jesucristo, San Gabriel de Jesucristo, San Rafael de Jesucristo, esto ayuda a nuestra mente a encontrar lo que dice el evangelio según San Juan, ellos están al servicio del plan de salvación que tiene su centro en Cristo, no ciertamente en los Ángeles ni en ninguna otra criatura, sólo en Jesucristo está el centro de nuestra vida.
Pero si nosotros nos volvemos hacia a ellos así con nombre propio, si pedimos su intercesión, encontraremos cosas que quizá nosotros nos la hemos pasado buscando en personas humanas.
A ver, nosotros fuimos creados para la eternidad y para la gracia, desde el principio fuimos diseñados para el cielo, esto quiere decir que hay en el ser humano una apertura fundamental al mundo de los Ángeles, estos no son inventos, ni son lujos, ni son extravagancias, ni son caprichos.
Desventurados de nosotros que estas cosas se prediquen tan poquito, habiendo tanta necesidad de Espíritu y de ayuda a nuestras vidas. Pero insisto, ellos, con su auxilio, vuelven nuestro corazón hacia Dios, y probablemente lo que nosotros hemos estado esperando de las personas humanas, en realidad deberíamos recibirlo de los Ángeles de Dios.
Yo he estado pensando, -yo predico esto mientras mi conciencia me martilla por dentro-, porque mis palabras, bendito sea el Señor, creo yo que van muchísimo más adelante que mi pobre corazón. Pero bueno, si ellas van adelante por bondad del Señor, que por lo menos mi corazón las siga.
Mi amistad íntima, amorosa, fiel, la alianza estrecha con ellos, con los Santos Ángeles, hace que nuestra vida se ponga más prontamente en camino hacia Dios; y cada uno de ellos, hasta cierto punto, tiene su modo de darse a conocer.
Yo me atrevería, -esto puede parecer una cosa de niños-, pero yo me atrvería a sugerir un sencillo experimento, y que me perdonen los Santos Ángeles de que hable así, un sencillo experimento.
Haga usted la prueba de invocar a menudo a menudo, durante, por ejemplo una semana, invoque usted a San Miguel de Jesucristo, pero invóquelo, al momento de la comida, al momento del estudio, al momento del descanso, al momento de de la rabia, al momento de la risa.
Le adelanto una cosa, ninguno de los Arcángeles y ninguno de los seres espirituales se limita a lo que nosotros sabemos; es decir, por ejemplo, San Miguel no es simplemente el duro, el teso para vencer al demonio, no; ninguno de ellos se define simplemente por su lucha contra algo, sino por su amor a alguien, eso es lo que los define, eso es lo que les da su estilo.
Entonces usted haga ese experimento, durante una semana invoque pero con frecuencia, con amor, con fe a San Miguel de Jesucristo; a la siguiente semana hace otro tanto con San Gabriel; y a la siguiente semana hace otro tanto con San Rafael.
Puede luego dejar otra semana para invocar a su Santo Ángel Custodio. Después de ese tiempo usted mira cómo le fue en cada una de las semanas, y a partir de ahí usted puede sacar conclusiones, digo que es como una especie de experimento, y que me perdonen ellos por ese modo infantil de hablar.
Usted puede sacar conclusiones; porque si ellos son personas, y lo son, si son personas, no humanas, pero son personas, tienen inteligencia y voluntad, obediencia a Dios.
Ténganse en cuenta que así como nosotros tenemos protectores especiales y podemos creer que por ejemplo que Santo Domingo de Guzmán intercede por nosotros de un modo particular, pues así también hay seres en los cielos, Ángeles Santos de Dios que están dispuestos a ayudarnos.
No es que ellos tengan preferencias: "Yo prefiero ayudar a los gordos", "yo prefiero ayudar a los flacos", "yo prefiero ayudar a los feos o a los bonitos", no es un asunto de preferencia de esa naturaleza.
Si tal o cual Arcángel o Ángel resulta de especial ayuda para nosotros, para alguno de nosotros, no es porque le caímos bien, no es porque quería tener un amigo así, como morenito, gordito, no, no es por eso, sino es porque ha habido un mandato de Dios.
Ellos no se acercan a nosotros sino porque contemplan en nosotros de una manera especial la imagen de Dios como formándose, y esa imagen de Dios sucita el amor en ellos, y el mandato de Dios les mueve a ayudarnos; ¿pero uno cómo puede saber eso? Pues haga el experimento, perdón, ya no utilizaré esa palabra.
Si usted ora así como le he dicho, usted puede ir descubriendo como relaciones particulares. Yo creo que uno ha tenido los ojos demasiado abiertos a los problemas, las tentaciones, los pecados, los enemigos, "todo me acecha, soy débil por aquí, soy malo por allá, estoy en peligro por..."
Bien, qué bueno, para uno empezar a descubrir que uno también tiene amigos especiales, que uno tiene amigos celestiales, y existen, en los santos, es decir, personas humanas que están en la gloria del cielo, y en los Santos Ángeles, criaturas que participan de modo especial de esa bienabienturanza, y que de algún modo superan el tiempo, en ellos hay amigos especiales para nosotros.
¿Con qué derecho nos privamos de esos amigos? ¿Por qué nos vamos a quedar sin su auxilio? ¿Por qué los vamos a rechazar o a menospreciar? Y sobre todo, ¿para qué menospreciarlos a ellos, para seguir reclamando a las personas lo que quizá Dios ha querido en ellos?
Yo creo que una última comparación es útil. Imaginémonos que Dios en su misericordia quería para una determinada persona, por ejemplo para un hombre, Dios en su misericordia quería, deseaba que ese hombre se casara con una determinada dama, eso estaba como en el plan de Dios.
Supongamos que él no se casa con esa determinada dama, pues va a seguir buscando en todas las demás mujeres lo que estaba, por decirlo así, en ella.
Yo pienso, estoy bastante convencido de que en la vida espiritual esto sucede con cierta frecuencia y las desilusiones que nos llevamos con las personas humanas, seguirán siendo estériles hasta que caigamos en la cuenta de que el mundo no se acaba en lo que ven nuestros sentidos.
Estamos llamados a tener amigos celestiales, a invocarlos, a participar de su destino, a caminar con ellos en esta tierra, y a bendecir con ellos a Dios en los cielos.
Así nos lo permite el Señor para la alabanza de su Nombre.

Amén.

@fraynelson

domingo, 28 de septiembre de 2014

Brujería


Título: La Voluntad de Dios

Esta vez queridos amigos el día domingo coincide con el 29 de septiembre; inicialmente la Iglesia celebra el 29 de septiembre a los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. No seria correcto litúrgicamente que dedicara mis palabras a decir algo sobre el misterio de los ángeles y su papel en nuestra vida, no seria correcto litúrgicamente pero tengo muchos deseos de hacerlo, viendo tanta literatura que se multiplica en torno a los ángeles. Casi uno puede seguir este criterio creo yo, cuando los periódicos empiezan a ocuparse de algo.
Quiere decir en primer lugar que ese algo esta de moda y en segundo lugar que lo que digan los periódicas y las revistas no es la verdad. Si lo que dicen los periódicos sobre otros temas es como lo que dicen sobre los ángeles, debemos ahorrarnos muchas suscripciones, queridos amigos. Tampoco ahondo en este tema, yo no sé si aquí hay gente de El Tiempo o El Espectador que pueda sentirse ofendida o rechazada, y llega a salir un artículo sobre mí, si llega a salir un artículo sobre mí, estoy tranquilo y no lo tienen que leer, seguramente no va a decir nada que sea cierto.
Pero miren lo que se dice sobre los ángeles en su gran mayoría, es una especie de moda y lo podemos resumir diciendo que los ángeles son en la versión de El Tiempo, de El Espectador, Semana, etc. Son fuerzas misteriosa, desconocidas con las cuales una puede entrar en contacto y que uno puede poner a su favor, esa se llama la versión mágica de los ángeles. Realmente lo que pretende esta ola de literatura sobre los ángeles es que nosotros todos volvamos al paganismo, es decir que dejemos la fe y volvamos a la magia.
¿Cuál es la diferencia entre la fe y la magia? Bendito sea el evangelio de hoy ( Mateo 21, 28-32) divinamente nos ayuda en este sentido. La diferencia entre la fe y la magia es. Que en la magia, yo intento entrar en contacto con fuerzas, poderes, energías, conocimientos para ponerlos en función de mi voluntad, de mi plan, de mis pretensiones. La magia en sus diversas versiones, desde el Indio Amazónico y demás locales que tristemente se encuentran el la Avenida Caracas ( Bogotá- Colombia), que es como la brujería para el pobre , hasta los ángeles de la Hacienda Santa Bárbara ( centro comercial de Bogotá-Colombia) que son la brujería para la clase alta.
De una hasta otra clase de brujería, el papel es conseguir un poder, meterlo en mi mano y ponerlo a mi favor de modo que mi voluntad se realice. Hasta extremos simplemente ridículos, por ejemplo, “ quiero lograr que alguien me quiera, que alguien me ame” entonces consigo una oferta, una pócima, un líquido, y ese liquido me asegura el “quereme”, me asegura que la otra persona me va a querer a mí. La magia es para que otros hagan mi voluntad, la magia es para que se cumpla lo que yo quiero, esa es la magia.
La fe en cambio es para que yo haga la voluntad de Dios, cuando rezamos ante Dios insistiendo y persistiendo que se hagan nuestros planes y nuestra voluntad, estamos tratando a Dios como al brujo mayor. Cuando oramos ante Dios como nos enseño nuestro Señor Jesucristo, especialmente en el Padre Nuestro, cuando oramos ante Dios de esa otra manera oramos para que se cumpla su voluntad en nosotros.
En la magia yo no se con quien me estoy metiendo en realidad, lo único que se es que es un poder, es una energía, es una fuerza.
¡Hermanos! Mucho cuidado con cambiar a Dios por un transformador, uno le puede rezar a Dios, uno le puede orara a Dios, confiarse en Dios, uno puede depositar su vida en Dios, pero por favor no se conecte a ningún transformador, cable de alta tensión: chaneling, regresiones, a demás aromas extraños que venden en las tiendas por ejemplo de Hacienda santa Bárbara ,los que trabajen allá no se sientan ofendidos, oren por esos locales y por esas personas.
De manera que el 29 de septiembre la Iglesia celebra estos ángeles, pero como estamos en domingo y litúrgicamente tiene primacía el domingo, debo dar el primer lugar a lo que nos enseña el Evangelio, y lo que nos cuenta el Evangelio es precisamente sobre la realización de la voluntad de Dios. Y eso me permite decir otra palabrita sobre los ángeles, resulta que hay otra diferencia entre los ángeles y los seres humanos, ellos no tiene tiempo ellos no tiene un recurso temporal, nosotros si, por eso en los ángeles propiamente dicho solo hay un acto de voluntad y un solo acto de entendimiento. Los ángeles entienden lo que entienden con una sola mirada y realizan toda su vida con un solo acto de voluntad.
Nosotros los seres humanos, y eso nos lo explica muy bien el texto que hemos escuchado ( Mateo 21, 28-32), realizamos nuestra vida en un sucesión de ideas que se llama “discurso racional”, y en una sucesión de deseos y de actos que se llama “vida moral”. Nosotros los seres humanos tenemos “discurso racional” y “vida moral”, los ángeles solo tienen un acto de entendimiento, en el que ven más de lo que uno ve en esta tierra y un solo acto de voluntad, que es mas vigoroso que la suma de todo lo que uno haga en esta tierra. Por esa razón también hay una separación neta y definitiva, entre los ángeles: aquellos que en ese acto de entendimiento, que viven un acto de amor, reconocen la soberanía de Dios, esos son los ángeles que nos ayudan a realizar la voluntad de Dios, son nuestros amigos y benefactores y entre ellos hay que recordar los nombres de san Miguel, San Gabriel y San Rafael ¿Por qué esos tres sobre todo? Porque esos tres son los únicos nombres de ángeles que aparecen en la Sagrada Escritura, estos son los ángeles benéficos.
Pero hubo también la posibilidad y la triste realidad de que algunos de ellos, en ese único acto de voluntad se rebelaran contra Dios, estos son los ángeles caídos, estos son los demonios, y estos son los que habiendo perdido la amistad con Dios, sus fuerzas de alguna manera influyen en nuestra vida. Habida cuenta sin embargo amigos, de que todas estas criaturas visibles o invisibles, favorables a nosotros o contrarias, necesariamente están sometidas al poder del único Dios que se nos ha manifestado plenamente en Cristo.
Pero como esa no es la situación de nosotros los seres humanos, nosotros tenemos una serie de pensamientos que se llama “discurso racional”, y una serie de actos que se llama “vida moral”. El peligro para nosotros es tratar a las demás personas como si ellas fueran ángeles, si usted ve una persona haciendo algo malo y la trata como si su naturaleza fuera angélica, usted dirá. “ Quedo encadenado para siempre al mal”.
Lo que nos quiere enseñar el Evangelio de hoy es que nadie esta encadenado al mal y nadie esta en esta tierra definitivamente salvado, porque hay el que dice: ”Si voy a ayudarte Señor” y luego con sus obras lo niega. Hay el que dice “no quiero” y luego se convierte y vive. Por consiguiente nuestro recorrido debe ser tal que el discurso racional esta iluminado y perfeccionado por la fe. Porque la fe no va en contra de la razón, sino es la suprema perfección del entendimiento, nos dice Santo Tomás. Y nuestra vida moral debe estar animada por la esperanza y sobre todo por el amor; ¡Amor! No simplemente gusto, amor, no simplemente buenas intenciones. Amor que es algo más que satisfacerse en la gratitud de la otra persona. Amor que por decirlo en palabras de Santo Tomás, es buscar es querer ante todo el bien del otro.
Enseñanza para nosotros a parte de lo dicho sobre nuestros queridos ángeles santos. Enseñanza para nosotros: nadie esta definitivamente encadenado al mal, ni asegurado al bien; por consiguiente hay que perfeccionar la razón con la fe y hay que perfeccionar la vida moral con el amor teologal, de modo que buscando el bien mas allá del gusto y creyendo mas allá de toda razón, seamos firmes en la voluntad de Dios y alcancemos por su gracia la vida perdurable. Así sea.@fraynelson

sábado, 27 de septiembre de 2014

Tot és en va

Lectura primera Ecle 11,9-12,8
Recorda't del teu creador els anys de jovenesa,
abans la pols no torni a la terra i l'alè se'n torni a Déu
Lectura del llibre de l'Eclesiastès
Jove, viu amb alegria la teva edat, sigues feliç el temps de joventut. Segueix les inclinacions del teu cor i els desigs dels teus ulls, però sàpigues que Déu et cridarà a judici per tot el que faràs. Allunya del teu cor la tristesa, aparta del teu cos tots els mals, que també la joventut i els bons temps de la vida són en va. I recorda't del teu creador els anys de jovenesa, abans no vinguin dies més dolents i arribin aquells anys que no donen gust de viure, abans no s'apagui el sol —amb la llum del dia, la lluna i les estrelles—, i torni la nuvolada després de la pluja. Aquells dies, els qui abans guardaven la casa tremolen, els homes valents s'encorben, les molineres, escanyolides, han plegat de moldre, i les que guaitaven per les finestres ja no hi veuen. A l'hora que s'abaixa el soroll de la mola, ja s'han tancat les portes del carrer, s'ha esmorteït el piular dels ocells, i es van apagant les veus de les cantaires. Llavors una pujada ja espanta i fa por de fer camí. Mentre floreix l'ametller, la llagosta es posa a pondre i la tàpera madura els seus fruits, l'home se'n va al seu estatge etern, i els ploraners ronden pel carrer.
Sí, recorda't del teu creador abans no sigui tallat el fil de plata de la vida, abans no es foradi el gresol d'or, la gerra s'esmicoli a la font i la corriola del pou es trenqui, abans la pols no torni a la terra, on ja era, i l'alè se'n torni a Déu, que l'ha donat. Vanitat i més vanitat, deia el Portaveu-del-poble, tot és en va.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Cada cosa en su tiempo

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1.1 El texto del Eclesiastés, en la primera lectura de hoy, es quizás el más conocido de este libro de la Biblia: hay tiempo para cada cosa. Sin embargo, no es tan sencillo saber qué enseñanza se esconde detrás de la enumeración de los distintos tiempos: llorar, reír, danzar, gemir... ¿qué significa que la vida sea eso, esa composición de momentos diversos, que además parecen repetirse?

1.2 Si nos ceñimos al texto de hoy, parecen claras dos cosas: una cierta sensación de desconsuelo que está reflejada en la pregunta del autor: "¿Qué provecho saca de su trabajo el que se esfuerza?" Si los tiempos se repiten, y todo llego y todo pasa, ¿qué sentido tiene esforzarse?

1.3 De un modo más positivo, este crítico de la existencia humana llega a otra conclusión: la variedad de tiempos y circunstancias abre un universo de posibilidades que no podemos abarcar. Nuestra vida particular o personal no es toda la vida posible. Esto puede causar desasosiego o abrirnos a una tremenda admiración sobre la existencia y sobre lo que significa vivir.

1.4 Además, este predicador fue más allá: los tiempos, todos esos tiempos de los que hablamos, no dependen finalmente de una rueda anónima o de un destino fatal, como pretendería el hinduismo con su "sámsara" o el antiguo paganismo griego con su "moira." El tiempo, o mejor, los tiempos, vienen de Dios. Él es el Señor de la Historia.

2. ¿Quién es él?

2.1 La pregunta de Cristo en el evangelio de hoy nos hace recordar el apremiante llamado del Papa Juan Pablo II en su mensaje "Urbi et Orbi" del 25 de diciembre de 1996.

2.2 "Me dirijo, por lo tanto, a todas las varias comunidades. A los pueblos, a las naciones, a los regímenes, a los sistemas políticos, económicos, sociales y culturales para decirles:

2.3 "Aceptad la gran verdad acerca del hombre; aceptad esta dimensión del hombre, que se ha manifestado a todos; aceptad el misterio en que vive cada uno de los hombres desde que Cristo ha nacido.

2.4 "¡Respetad este misterio! ¡Permitid a este misterio que actúe en cada uno de los hombres! Permitidle desarrollarse en las condiciones externas de su ser terreno.

2.5 "Jesús, el Mesías, Príncipe de la Paz. En este misterio se halla la fuerza de la humanidad. La fuerza que irradia sobre todo lo que es humano. No hagáis difícil esta irradiación. No la destruyáis. Todo lo que es humano, crece a partir de esta fuerza; sin ella se marchita; sin ella va a la ruina Por esto os doy las gracias a todos vosotros--familias, naciones, estados, organizaciones internacionales, sistemas políticos, económicos, sociales y culturales--por todo lo que hacéis, a fin de que la vida de los hombres sea en sus diversos aspectos cada vez mas humana, es decir, cada vez mas digna del hombre Deseo de corazón y os suplico que no os canséis en este esfuerzo, en este empeño."@fraynelson

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Los apacienta como es debido

Apacentaré a mis ovejas en ricos pastizales

San Agustín
Sermón sobre los pastores 7 46,24-25.27
Las sacaré de entre los pueblos, las congregaré de los países, las traeré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel. Compara a los autores de las sagradas Escrituras con los montes de Israel. En ellas habéis de apacentaos para pacer con seguridad. Saboread bien cuanto en ellas oigáis; rechazad cuanto venga de fuera. Para no extraviaros en la tiniebla, escuchad la voz del pastor. Recogeos en los montes de la sagrada Escritura. En ella se encuentran las delicias de vuestro corazón, en ella no hay nada venenoso, nada extraño; son pastos ubérrimos. Lo único que tenéis que hacer, las que estáis sanas, es acudir a apacentaros en los montes de Israel. 
En las cañadas y en los poblados del país. Porque de los montes, de los que hemos hablado, manaron los ríos de la predicación evangélica, ya que a toda la tierra alcanza su pregón, y la tierra entera se volvió abundante fecunda para pasto de las ovejas. 
Las apacentaré en ricos pastizales, tendrán sus dehesas en los montes más altos de Israel, o sea, donde puedan descansar y decir: «Se está bien»; donde digan: «Es verdad, está claro, no nos han engañado.» Descansarán en la gloria de Dios, como si fueran sus dehesas. Se recostarán, es decir, descansarán, en fértiles dehesas. 
Y pastarán pastos jugosos en los montes de Israel. Ya hablé de los montes de Israel, de los buenos montes a los que levantamos nuestros ojos para que desde ellos descienda sobre nosotros el auxilio. Pero nuestro auxilio viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. Por eso, para que nuestra esperanza no se detuviese en los montes, por buenos que fueran, después de decir: Apacentaré a mis ovejas en los montes de Israel, añadió en seguida, para que no te quedases en los montes: Yo mismo apacentaré mis ovejas. Levanta tus ojos hacia los montes, de donde habrá de venir tu auxilio, pero escúchale decir: Yo mismo las apacentaré. Porque tu auxilio viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. 
Y concluye así: Y las apacentaré como es debido. Es el único que las apacienta, y que las apacienta como es debido. ¿Qué hombre puede juzgar debidamente a otro hombre? No hay por todas partes más que juicios temerarios. Aquel del que desesperábamos cambia de repente y se convierte en el mejor. Aquel, por el contrario, del que tanto esperábamos falla súbitamente y se vuelve el peor. Ni nuestro temor ni nuestro amor son siempre acertados. 
Lo que hoy es cada uno, apenas si uno mismo lo sabe. Aunque, en definitiva, puede llegar a saberlo. Pero, lo que va a ser mañana, ni uno mismo lo sabe. Aquél, en cambio, apacienta a sus ovejas como es debido, dándoles a cada una lo suyo; esto a éstas, aquello a aquéllas, pero siempre a cada una lo que es debido, pues sabe lo que hace. Apacienta como es debido a los que redimió después de haberlos juzgado. Eso es lo que quiere decir que los apacienta como es debido.

Orgullo del evangelio

Proverbios 30, 5-9

Sal 118, 29. 72. 89. 101. 104. 163

san Lucas 9, 1-6

 

El Señor envía a sus apóstoles como un ejército de pobres y limosneros: sin comida, sin dinero, sin techo, apenas sin ropa… Todo lo tendrán que mendigar de la caridad de los hombres. Sin embargo, a la hora de predicar el evangelio, deberán hacerlo con la cabeza tan alta que cualquiera podría pensar en un ataque de soberbia: “Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa”.

Esos pobrecitos, cuando tienen en los labios la Palabra de Dios, se comportan como príncipes celestes. Hay que ponerse a su altura, o quedar definitivamente fuera. No se admiten bromas de ningún tipo.

Jesús pasó por este mundo como un mendigo que no tenía dónde reclinar la cabeza.

Pero, a la hora de predicar la Buena Noticia, se cambiaban las tornas y eran los hombres los mendigos. El Señor se quedaba fuera de las ciudades, y quienes quisieran escuchar la Palabra debían salir a recibirla de sus labios. Jamás pidió permiso para hablar, jamás obligó a nadie a permanecer sentado durante el sermón, jamás mendigó una cátedra para hacerse oír.

El tesoro del evangelio es demasiado valioso como para pedir por favor que nos escuchen. El marketing de los vendedores de crecepelo y de los seguros a domicilio, aplicado a la Buena Noticia, me espanta, porque supone desprestigiar la Palabra de Dios. Nosotros no vendemos nada; regalamos Vida Eterna. Y la Vida Eterna no se regala como se echa el alpiste a las gallinas. El evangelio se anuncia con veneración y cariño, como quien muestra el más valioso de sus tesoros; y debe ser recibido con la misma veneración y el mismo cariño con que se pronuncia. Desprestigia el evangelio quien lo proclama como si estuviera pidiendo perdón por decir cosas molestas; quien lo anuncia con miedo, situando por delante el “yo opino…” o “a mí me parece…”; quien se avergüenza y lo calla; quien lo destila para que no moleste y ofrece una versión “descafeinada”; quien lo disfraza y te invita a una conferencia o a un partido de fútbol para después llevarte a misa “a traición”… Somos, sí, muy pobres. Somos barro. Pero llevamos encima un diamante, y ese diamante tiene que brillar porque es de Dios. Yo me río de las falsas humildades, y no tengo el menor reparo en deciros que las cosas que escribo en esta página son muy buenas. Lo digo sin rubor porque no son mías, y lo digo con pasión porque estoy enamorado de ellas. Estarán mejor o peor escritas, pero son realidades valiosas y eternas que deben ser leídas como son proclamadas: con veneración. Quien quiera escucharlo, aquí lo tiene. No lo vendo, lo regalo. Y quien no quiera escucharlo… ¡Peor para él! Suena como si fuera orgullo, ¿verdad?

Lo es. Estoy orgulloso del evangelio, y espero que lo estéis también vosotros. Es el mismo evangelio que María llevó en su vientre. Cuando los hombres no quisieron acogerlo, lo alumbró en un establo, y aquel establo quedó santificado como un templo.

Sé que María estuvo orgullosa de su Hijo, y por eso le pediré, para nosotros, ese santo orgullo de quien va por el mundo regalando Vida Eterna.

 

domingo, 21 de septiembre de 2014

Sigue tú.....

JESÚS, OBEDIENTE…

Proverbios 3, 27-34

Sal 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5 

san Lucas 8, 16-18

“Hijo mío”… Así comienza la Primera Lectura, tomada del libro de los Proverbios.

He querido imaginar a Jesús orando con este libro. No imagino fantasías; Jesús oró con este libro. Y, al posar sus ojos sobre estas dos palabras, abría el oído porque era la voz de su Padre quien le hablaba: “Hijo mío eres Tú. Yo te he engendrado hoy” (Sal 2, 7). Yahweh instruía a su Ungido.

“No niegues un favor a quien lo necesita, si está en tu mano hacérselo. Si tienes, no digas al prójimo: «Anda, vete; mañana te lo daré.»”. Y Jesús, obediente, nunca se hizo esperar cuando con fe le pedían un milagro. Recordé a la hija de Jairo, y a la hemorroisa, y a Bartimeo… Me extrañé con Marta y María, a quienes hizo esperar tres jornadas, y con la mujer cananea, a quien pareció ignorar durante horas. Y entendí que, en esa “espera”, les dio más de lo que pedían, porque los sostuvo en la fe. No los escuchó “mañana”, no. Los escuchó “hoy”, y les dio “hoy” fe para esperar, y “mañana” el milagro que pedían. Me ha consolado. Yo también espero, y sé que, mientras espero, recibo. No esperaría si no estuviera ya recibiendo. Tan sólo me dan pena mis “mañanas”; los que le digo yo a Dios.

“No trames daños contra tu prójimo, mientras él vive confiado contigo”. Y Jesús, obediente, no quiso sino el bien de los hombres. Ojalá hubiésemos cumplido nosotros el proverbio. Tramó contra Jesús Judas, tramó Herodes, tramó Caifás… ¡Tramé yo, al pecar, contra Jesús, que quiso vivir conmigo! Mientras tanto Jesús, obediente, moría por Judas, por Herodes, por Caifás… Y por mí.

“No pleitees con nadie sin motivo, si no te ha hecho daño”. Y Jesús, obediente, no quiso pleitear ni siquiera contra quienes lo injuriaban. Obligó a Pedro a envainar la espada, cuando motivos sobrados había para usarla. Y, aunque yo le he hecho daño, tampoco pleiteará contra mí, que no ha venido a juzgarme sino a salvarme. Me he avergonzado de mis pleitos.

“No envidies al violento, ni sigas su camino; porque el Señor aborrece al perverso, pero se confía a los hombres rectos”. Y Jesús, obediente, murió como Cordero, pacífico y manso, por la envidia de los violentos. Se mantuvo en el camino recto, aunque le tiraban piedras. Por eso abría los Proverbios y su Padre se confiaba a Él. Mientras Jesús oraba, llovían golpes y oprobios. Eran mis pecados.

“El Señor maldice la casa del malvado y bendice la morada del honrado”. Y Jesús, obediente, subió a su casa. Dos árboles formaron dos moradas: el primero, aquél que sirvió de cobijo al primer pecado, prestó sus ramas a Judas para que en él se ahorcase: es el árbol de la soberbia, del egoísmo, de la desesperanza, de la tristeza sin Dios. El segundo Árbol, el de la Cruz, es ahora la morada de Dios con los hombres. Es bendición y es hogar. He pensado también en el Hogar de Nazareth. Allí María, José y el Niño son bendición, calor y refugio.

Se me ha terminado el folio. Sigue tú…

sábado, 20 de septiembre de 2014

Dios del consuelo

Lectura
2Co 1,3-5
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios. Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo rebosa en proporción nuestro ánimo.
Los que deseamos alcanzar las promesas del Señor debemos imitarle en todo

San Cipriano, obispo y mártir
(Carta 6,1-2: CSEL 3,480-482)
Os saludo, queridos hermanos, y desearía gozar de vuestra presencia, pero la dificultad de entrar en vuestra cárcel no me lo permite. Pues, ¿qué otra cosa más deseada y gozosa pudiera ocurrirme que no fuera unirme a vosotros, para que me abrazarais con aquellas manos que, conservándose puras, inocentes y fieles a la fe del Señor han rechazado los sacrificios sacrílegos? 
¿Qué cosa más agradable y más excelsa que poder besar ahora vuestros labios, que han confesado de manera solemne al Señor, y qué desearía yo con más ardor sino estar en medio de vosotros para ser contemplado con los mismos ojos, que, habiendo despreciado al mundo, han sido dignos de contemplar a Dios? 
Pero como no tengo la posibilidad de participar con mi presencia en esta alegría, os envío esta carta, como representación mía, para que vosotros la leáis y la escuchéis. En ella os felicito, y al mismo tiempo os exhorto a que perseveréis con constancia y fortaleza en la confesión de la gloria del cielo; y, ya que habéis comenzado a recorrer el camino que recorrió el Señor, continuad por vuestra fortaleza espiritual hasta recibir la corona, teniendo como protector y guía al mismo Señor que dijo: Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. 
¡Feliz cárcel, dignificada por vuestra presencia! ¡Feliz cárcel, que traslada al cielo a los hombres de Dios! ¡Oh tinieblas más resplandecientes que el mismo sol y más brillantes que la luz de este mundo, donde han sido edificados los templos de Dios y santificados vuestros miembros por la confesión del nombre del Señor! 
Que ahora ninguna otra cosa ocupe vuestro corazón y vuestro espíritu sino los preceptos divinos y los mandamientos celestes, con los que el Espíritu Santo siempre os animaba a soportar los sufrimientos del martirio. Nadie se preocupe ahora de la muerte sino de la inmortalidad, ni del sufrimiento temporal sino de la gloria eterna, ya que está escrito: Mucho le place al Señor la muerte de sus fieles. Y en otro lugar: El sacrificio que agrada a Dios es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. 
Y también, cuando la sagrada Escritura habla de los tormentos que consagran a los mártires de Dios y los santifican en la prueba, afirma: La gente pensaba que cumplían una pena, pero ellos esperaban de lleno la inmortalidad. Gobernarán naciones, someterán pueblos, y el Señor reinará sobre ellos eternamente. 
Por tanto, si pensáis que habéis de juzgar y reinar con Cristo Jesús, necesariamente debéis de regocijaros y superar las pruebas de la hora presente en vista del gozo de los bienes futuros. Pues, como sabéis, desde el comienzo del mundo las cosas han sido dispuestas de tal forma que la justicia sufre aquí una lucha con el siglo. Ya desde el mismo comienzo, el justo Abel fue asesinado, y a partir de él siguen el mismo camino los justos, los profetas y los apóstoles. 
El mismo Señor ha sido en sí mismo el ejemplar para todos ellos, enseñando que ninguno puede llegar a su reino sino aquellos que sigan su mismo camino: El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. Y en otro lugar: No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. 
También el apóstol Pablo nos dice que todos los que deseamos alcanzar las promesas del Señor debemos imitarle en todo: Somos hijos de Dios -dice- y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Cuando sufres.....

Autor: P. Evaristo Sada LC | Fuente: la-oracion.com 
Cuando sufres y no entiendes nada
Es simplemente incomprensible, pero Él te ayudará a recuperar la paz y a experimentar con más fuerza aún su paternidad.
 
Cuando sufres y no entiendes nada
Cuando sufres y no entiendes nada
¿Por qué me sucede esto a mí? ¿Cómo lo permite Dios? ¿Qué hice para merecer este castigo? ¿Qué será de mi futuro? 

Son preguntas hirientes que brotan con frecuencia en medio del sufrimiento.

Con el salmista (Sal 30) gritamos: 

Piedad, Señor, que estoy en peligro:
se consumen de dolor mis ojos,
mi garganta y mis entrañas.


Le damos vueltas con la cabeza y no entendemos nada. Es simplemente incomprensible. Toda la sensibilidad se retuerce y a veces se rebela. No es para menos. "No lo entiendo, Señor, no tiene ningún sentido, no me entra en la cabeza."

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
Tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;
ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve.


Las cosas no me cuadran

Lo que estás viviendo te parece que no encaja con el concepto del Dios bueno y justo del que has oído hablar tantas veces. Viene la tentación de la desesperanza y hasta la fe se ve amenazada.

Pero apenas puedes levantar la mirada, ves el universo: su belleza, el orden, la perfección, el detalle, la grandeza, la abundancia… y no es difícil concluir que lo hizo y lo conserva un Padre bueno que vela por sus hijos.

Ves tu vida: el mero hecho de existir cuando podrías no haber sido, tu capacidad de amar, tu familia, tu bautismo, tu educación, tus amigos... y tantas cosas buenas y bellas de tu persona y de tu historia. Aunque no es que todo sea perfecto, su belleza y gratuidad desvelan el rostro amable de un Dios que cobija a sus criaturas.

La Providencia Divina

Esa es la Providencia. No se puede probar con argumentos, hay que experimentarla. A veces se nubla u oscurece, más cuando se está en medio de la batalla; son momentos, sucesos o circunstancias particulares, pero cuando se ve en perspectiva todo adquiere sentido. Y a veces se requieren décadas para tener suficiente perspectiva. Es como estar perdido en medio de un laberinto y luego ser capaz de verlo desde lo alto y encontrarle sentido.

La historia de José, hijo de Jacob, es elocuente: pasó una historia de odio, envidia, mentira, ingratitud, sensualidad… para que llegara a cumplirse el designio de Dios sobre su pueblo. Vale la pena recordarlo. Sus hermanos primero se burlaron de él, después le odiaron y le rechazaron, planearon su muerte, por fin lo arrojaron a un pozo, lo vendieron como esclavo a los primeros extranjeros, unos egipcios, que pasaron por ahí e informaron a su padre que había muerto. La esposa del faraón lo tentó, luego mintió y lo acusó injustamente. José acabó en la cárcel del faraón. ¿Podría haber imaginado lo que iba a suceder después? El caso es que Dios le concedió el cargo administrativo más alto en el reino; tuvo la oportunidad de perdonar a sus hermanos, de volver a abrazar a su padre, de ofrecer a su familia y a las familias de todos sus hermanos una nueva tierra, un nuevo pueblo, una nación donde salvar sus vidas en un momento de tremenda hambre y carestía. El pueblo de Israel creció y se consolidó en Egipto.

Incendios que dan vida

Hace unos meses me invitaron a dar un taller de oración en Calgary. Tuvimos el curso en un lugar montañoso con zonas inmensas de bosque. Mientras iba por carretera pasamos por un bosque amplísimo que se había incendiado, sólo se veían troncos caídos y cenizas. Mi reacción natural fue decir: "¡Qué desastre!" Poco después apareció un gran cartel que decía: "Incendios que dan vida". El fuego forma parte del sistema de regeneración de un bosque. Cantidad de semillas permanecen encerradas en las piñas hasta que el calor de un incendio las libera. Las cenizas fertilizan el campo. Gracias a incendios de hace 30 años tenemos ahora bosques espléndidos.

Es necesario ver el conjunto en perspectiva. La oración es el mirador

Cuando el sufrimiento y el misterio se hacen presentes en la propia vida, tenemos en las manos un momento privilegiado para hacer oración. No necesariamente se encuentran respuestas; más aún, rara vez se encuentran explicaciones lógicas a lo que sucede, pero es tiempo fecundo para crecer en el conocimiento personal, para reconocer los propios límites, dejarse interpelar por Dios que nos llama a la conversión y anclar la vida en una confianza inquebrantable en la providencia de Dios.

La historia es como un río que lleva su curso; en el camino encuentra tropiezos y remolinos, pero sigue su curso. Y el Plan de Dios se cumplirá. "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo." (Jn 16,33)

"Yo confío en ti, Señor,
te digo: -tú eres mi Dios-.
En tus manos están mis azares (...);
qué bondad tan grande, Señor,
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen".

Cuando Dios permite que suframos sus hijos, nos ofrece una oportunidad de purificación y, sobre todo, de alguna manera nos dice: "No busques más razones, me tienes a mí como respuesta".

"Yo decía en mi ansiedad:
"me has arrojado de tu vista";
pero tú escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba".

Tu oración la escucha el mismo Dios que vio en la cruz a su único Hijo, Jesucristo: el crucificado que redimió a la humanidad.

La presencia infalible de Dios Padre y el ejemplo silencioso de Cristo crucificado se manifiestan a la hora de la prueba como una nueva epifanía del amor personal de Dios en tu vida. No hay manera de demostrarlo, pero quizá es una experiencia que habrás vivido más de alguna vez. Cuando abres la puerta de la fe, Él te ayuda a encajar el golpe, a recuperar la paz y a experimentar con más fuerza aún su paternidad.

Piénsalo un poco. En tu propio sufrimiento, al cabo de los años, ¿has experimentado de alguna manera la mano Providente de Dios? Si no es así, convérsalo con Él.




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miércoles, 17 de septiembre de 2014

Aspirad a los dones mejores


Título: “Aspirad a los carismas mejores”


La comunidad de Corinto estaba fascinada por los carismas, especialmente por los más espectaculares.
Estaban completamente tramados con el don de lenguas, eso de que una persona entrara en oración, y de pronto de pie todos con el rostro iluminado y la mirada perdida en el absoluto y un gesto solemne, empezar a decir un discurso en una lengua ininteligible, para ellos era como sentir el cielo ahí presente.
Y estaban tan fascinados con ese don de lenguas, que habían llegado prácticamente a ponerle como la señal por excelencia del paso de Dios; esta actitud a lo largo de la historia la han tenido algunos otros grupos de cristianos.
Siempre grupos, podríamos decir, hacia algún extremo de fanatismo en ciertos círculos carismáticos fuera de la Iglesia y dentro de la Iglesia, hay personas que tienen la sensación que sólo hay Espíritu Santo cuando hay Don de Lenguas.
Y si una persona no ha empezado a orar en lenguas, está todavía cruda y toca devolverla a la olla de presión hasta que finalmente, creciendo la presión, un día se levante el pitoncito, y empiece a orar en lenguas; en ese momento se sabrá que hay Espíritu Santo ahí.
Y hay personas que cuestionan su propia experiencia espiritual, porque no le suceden carismas como estos; en el otro extremo hay personas que reducen toda la vida cristiana a una serie de normas de conducta.
El discurso típico en este caso sería de este tenor: "La vida cristiana no consiste en milagritos, no consiste en cosas raras; la vida cristiana y la vida de santidad consiste en que usted cumpla su horario; en que usted, si se va a sentar, se siente derecho; que se porte bien, haga todos sus trabajos, no se ande riendo como una caja de dientes en una vitrina; en que mantenga la compostura, la cordura y no la gordura. Esa es la vida cristiana".
San Pablo no toma ninguna de las dos posturas que he dicho, San Pablo dice, ahí como de paso: “Mire, yo oro en lenguas más que todos ustedes” 1 Corintios 14,18, -por ahí lo dice en algún lugar-, "osea que dejen la goma por el don de lenguas; eso no es lo más importante".
Pero, no les dice: “Quiten todos esos carismas y dedíquense simplemente a trabajar, a ser buenos ciudadanos, a ser buenos padres de familia, buenas madres de familia”; No. Él sabe que los carismas tienen un lugar importantísimo, irremplazable en la vida cristiana.
Y a mí me da la impresión de que en muchas vidas consagradas lo que hacen falta son carismas y que languidecen precisamente porque están tan preocupados de que Dios no se salga del baldosín donde lo han metido, que cuando Dios intenta visitarlos de otro modo, son palabras de Catalina de Siena, lo desatienden.
Entonces, San Pablo quiere que nosotros no desatendamos a Dios, pero que tampoco nos engolosinemos con los dones sobrenaturales, con los dulces, con las golosinas.
Porque casi siempre las personas que han llevado una vida mundana o una vida carnal, luego pasan a fascinarse de tal o cual don espiritual, y entonces pasan de la idolatría de las cosas de esta tierra, a la idolatría de las cosas celestes.
Pero cambiar de ídolo no es entrar en la fe verdadera, ¿qué tal una persona que dijera: “Bueno, yo antes adoraba las piedras, pero un día llegó a mí la luz, y descubrí que sólo había que adorar el sol”? No. No ha hecho nada, no ha adelantado gran cosa.
Dios nos quiere libres de toda idolatría, y por eso San Pablo nos dice: “Aspirad a los carismas mejores” 1 Corintios 12,31. Bien, esa expresión nos invita a pensar en esas palabras, con lo breves que son, nos están dando una gran enseñanza, o mejor, varias enseñanzas importantes.
Primera. Si dice: “Aspirad a los carismas” 1 Corintios 12,31, quiere decir que la actitud frente a los carismas no es simplemente, de que si llega, bien; si se acaba, también. No. “Aspirad” 1 Corintios 12,31.
Varias veces me he encontrado personas que me preguntan: "-¿Es bueno pedir dones? ¿Es bueno pedir carismas? "-Sí", es la respuesta.
"Sí, hay que pedirlos". "–Bueno, y entonces yo, que soy natural de Zipaquirá, que nací en una vereda perdida, allá debajo de un árbol, en una casucha pobre, ahora yo estoy pidiendo: "Dame don de lenguas, Señor”.
"-Pues, sí, sí, es que Dios no da los carismas por el origen tuyo, sino por tu meta. "-¿Por qué es lícito pedir carismas, si uno ha sido un pecador?" "-Por eso mismo. Es que los carismas son como las armas del Espíritu; armas del Espíritu que se necesitan.
Las cosas más sencillas se vuelven difíciles, si usted no tiene las respectivas herramientas. Perdón, si la comparación es un poquito burda, imagínese, usted va en un carro, el carro se pincha, tiene el repuesto, pero no tiene la cruceta para quitar las tuercas, ahí quedó.
Por la falta de esa piecita, ahí quedó hasta que aparezca alguien que le pueda ayudar con una cruceta, ahí quedó detenido. Los carismas son armas del Espíritu, son herramientas para la edificación del pueblo de Dios.
Yo creo que hay vidas religiosas, hay vidas espirituales estancadas, quizá hace muchos meses, quizá hace años por falta de carismas, por falta del ejercicio de los carismas, por incredulidad ante los carismas.
A todos esos corazones les dice San Pablo: “Aspirad a los carismas”. Si usted se encontró una persona varada ahí por la Boyacá, donde sea, se pinchó, no puede seguir andando, "-¿tiene cruceta?" "-Yo no tengo cruceta". "-Ah, pues yo le presto la mía!". –"No, yo tengo manos, y voy a intentar cambiar las tuercas".
"-Bueno, pues muy bueno que tenga manos, y que tenga esos buenos propósitos, pero es que existe una cosa que se llama cruceta, no sé si usted sepa, que ayuda extraordinariamente en estos casos; en los casos de pinchada es fantástica la cruceta"; "-no, déjeme, yo tengo manos, y tengo harta fuerza, siempre me tomé el "Milo" de niño, creo que tengo fuerza en mis manos, y voy a intentarlo". Usted terminaría diciendo: “Ese es un loco y es un orgulloso”.
Al cabo de tres días le han robado todo, pero le han dejado tres tuercas ahí, las tres tuercas que iba a quitar; le robaron su carro, lo atracaron, está sucio, está triste, pero ahí tiene sus tres tuercas.
Entonces los carismas, esta es otra enseñanza, y San Pablo nos dice: “Aspirad a los carismas” 1 Corintios 12,31, y no dice como había dicho en el capítulo siete: "¿Esto lo digo yo, no lo dice el Señor” 1 Corintios 6,12; si él nos dice: “Aspirad a los carismas, creedme", 1 Corintios 12,31, lo dice en nombre de Dios.
El mismo Dios que dijo: “Pedid, y se os dará” San Mateo 7,7, el mismo Dios que dijo: “Llamad a la puerta, y se os abrirá” San Mateo 7,7, el mismo Dios nos dice por boca de San Pablo: “Aspirad a los carismas” 1 Corintios 12,31.
"Recíbale la cruceta", le está diciendo Dios; reciba el instrumento, reciba la herramienta". "-¿Cómo voy a salir de este pecado? ¿Cómo voy a salir de este problema? ¿Cómo voy a solucionar esta cuestión, esta tentación, esta depresión, este no se qué, que me sube y me baja? ¿Qué voy a hacer?" "-¡Reciba la cruceta! ¡Procure recibir la cruceta!"
Decía un pastor protestante, que no por ser protestante, ni por ser pastor, es decir, no por ser protestante todo lo que diga es mentira, y no por ser pastor todo lo que diga es verdad. En todo caso decía un pastor protestante que hay personas que no se sanan, porque les gusta sentirse como se sienten.
Me decía hace muy poco una señora que tiene un grave problema con su esposo, tan grave que el esposo es drogadicto. Y tan grave que el esposo le llega a decir: “Es que a mí me gusta vivir en la calle”. A él le gusta su pecado, le gusta, le saca algún provecho su pecado, y por eso no se cura, porque le saca provecho.
Hay personas que no se curan de su depresión, porque les gusta sentir la depre: "-Ya me está llegando, me llegó, ya me llegó; yo tengo una melancolía, pero de aquellas que me saben dar, una depresión que me tiene, es una cosa aplastante, ¡ay, Por fin me llegó la depresión!"
Hay gente que le gusta eso, le gusta sentir tristeza, y uno dice: ¿pero cómo así, si Dios no nos creó para la tristeza?” Pero hay personas que les gusta la tristeza, ¿por qué? Porque en algún momento de su vida algunas neuronas y algunos mecanismos en su mente hicieron corto circuito, y descubrieron que cuando estaban tristes tenían toda la oportunidad ahí sí de consentirse.
Y de decir: “Pobrecito yo, ¿quién sufre como yo? ¿Quién? ¿Quién?" Claro, se encierra solo en un cuarto: "¿Quién sufre como yo? Nadie, nadie sufre como yo, pobrecito. Entonces, queda declarado y conocido que soy un pobrecito, que esté hecho papilla ante los ojos de todos y reciba yo el permiso de consentirme; ¡pobrecito yo!"
Le saca provecho a su pecado, le saca jugo a su orgullo, le gusta su orgullo y le trae problemas, pero le gusta. El día que uno permanece en el pecado solamente por circunstancias externas, lamentablemente, también hay un cierto gusto, es espantoso decirlo, pero así sucede. Si uno no tuviera ni un poquito de gusto por el mal y acepta que saldría de todos sus males, pecados, tentaciones y enredos en muy poquito tiempo.
Pero es que a uno le gusta un poquito, por ejemplo, lo prohibido: "Vamos a hacer cosas prohibidas y misteriosas a ver qué resulta", ¿ve? Uno tiene un cierto gusto en transgredir. Uno tiene un cierto gusto de imponerse, le saca cierto gustico a la venganza, se consiente en su tristeza, por no hablar de los pecados que más directamente tienen que ver con la autosatisfacción.
De manera que ese bendito apego al pecado, hace que uno no reciba la herramienta, por eso hay que pedir, como enseñaba Monseñor Uribe Jaramillo, -es que Monseñor Uribe fue un gran profeta de los carismas en nuestra Colombia-, hay que pedir: “Señor, haz que el bien me guste, haz que deteste el mal”, no a los malos, ¿por qué? Porque ya San Agustín nos enseñó a distinguir entre el pecado y el pecador, "pero, Señor, que yo deteste el pecado".
“Que no me envuelva en la cobija de mi tristeza para arroparme dentro de mi tristeza; no, que sienta asco de la tristeza, que sienta fastidio de la inmundicia, que sienta alergia de la soberbia, que no soporte la mentira, que no me aguante la injusticia, que la pereza, por ser tan seductora, no me pueda; Señor, que yo odie el pecado”.
Así habla Catalina de Siena, dice que, "los mejores cuchillos siempre son aquellos que se afilan por las dos caras”, y por eso dice: “Nunca se separará de su vida anterior, de su hombre viejo”, como diría San Pablo, nunca se separará de su hombre viejo, de su vida anterior una persona que no utilice un cuchillo de doble filo, y el cuchillo de doble filo es amor y odio.
Amor al amor, y odio al odio; amor a la virtud y odio al pecado. Hay que odiar el pecado que nos detiene, el pecado que nos envuelve, hay que odiarlo, hay que detestarlo y hay que clamar al Señor: "Señor, líbrame del pecado que me amarra, ¿qué hago yo día y día, y semana y semanas, y años y años, y vuelta por el mismo pecado? ¿Qué hago yo? ¿Para eso vine a esta tierra?"
Como le decía un preso al otro, estaban ambos en una terrible mazmorra, ambos atados por cadenas, dice: “Bueno, pues soltarte la cadena no te la sueltan, aunque si te van agregando eslaboncitos cada año”.
Hay personas que viven con esa triste libertad, la pequeña y lamentable libertad de que su cadena nunca se quiebra, pero ahí le van agregando eslaboncitos. ¿No te cansas de tu cadena? ¿No te fastidia, no aspiras a una libertad sin más eslabones, una libertad que sea la del cervatillo que corre a la fuente del agua? Por eso nos dice San Pablo: “Ambicionad los carismas mejores” 1 Corintios 12,31.
El verbo que utiliza San Pablo es muy claro: “Ambicionad” 1 Corintios 12,31, ambiciona, una palabra que suena fea, ambiciona, ¿por qué suena fea? Porque la aplicamos sólo a las cosas feas, aplícala a las cosas buenas, es lo que nos dice San Pablo.
"Ambicionad, aspirad" 1 Corintios 12,31, como dice el salmo: “Busca la paz y corre tras ella” Salmo 134,15, búscala. "Algún día llegará la paz, se posará en mi ventana, dejará su nido y juntos criaremos los polluelos". Bueno, eso suena bonito, pero eso no es la Biblia.
La Biblia es: "Mire su ventana, y corra a ver si encuentra la paz; corra tras la paz; busque el bien, deteste el mal; póngase en movimiento, muévase, funcione, actúe". Así como el que quiere poner un negocio, por ejemplo, un negocio de empanadas, ¿por qué? Porque sabe que las empanadas vienen bien en todo momento, si se va a dar unas onces a un padre, vienen bien unas empanadas.
Pues la persona que quiere poner el negocio de empanadas, no empieza por sentarse junto al teléfono, y decir: “Bueno, le voy a dar al mundo catorce horas de espera para que me llame el que vende los materiales de las empanadas, si me llega a llamar, esa es la señal que sí tengo el negocio; me voy a sentar aquí, les voy a dar esa oportunidad, y si me llama ese señor, mañana me siento ocho horas a que me llame el distribuidor de la carne".
"Y él me va a llamar y me preguntará: "¿Oiga, por casualidad usted no quiere que pongamos una venta de empanadas? A uno le daría risa un empresario así, cada día sentado junto al teléfono para que lo llame la gente con la que tiene hacer negocios.
El hombre no obra así, si quiere tener su venta de empanadas, pues se arremanga, rebusca, sube, baja, encuentra, hace llamadas telefónicas, compara precios, corre, se afana, suda, se acuesta cansado, se levanta temprano hasta que al fin tiene su pequeño “chucito de empanadas.
Luego, para que crezca su “chuzo” de empanadas, ¿qué hace? En primer lugar achica las empanadas, empieza a achicar las empanadas, empieza a vender empanadas hasta que finalmente es el rey de las empanadas. ¡Lo ha logrado!
Pues algo parecido hay que utilizar con la vida espiritual, hay gente que se sienta junto al teléfono: "Bueno, si Dios me va a querer dar a mí la paz, Él me pondrá una llamada telefónica donde dice: “¿Usted por casualidad no anda interesado en la paz?” Yo le quiero dar un poco de paz y no hay a quien dársela; corra detrás de la paz".
Si el que quiere comer empanadas corre detrás de las empanadas; busque usted la paz, busque la alegría, ¡búsquela! "No, la alegría llegará, yo pondré aquí un buzón, está bien, le voy hacer caso, padre, y en ese buzón voy a recibir todas las cartas de amor, de ternura y de cariño para mí; ya puse un buzón, ya hice mi parte".
Corra, corra atrás de la alegría, busque la paz, busque el amor, busque la fe; yo creo que un gran pecado que tenemos muchos cristianos es el desinterés por la vida espiritual, el desinterés por crecer.
¿Usted ya llegó a su plenitud? ¿Ya tiene la fe qué tendría que tener? ¿Usted tiene alegría, convence a alguien con su alegría? ¿Evangeliza con su sonrisa, con su presencia? ¿Es una especie de pegote blanco y negro? Tiene que saber esto, tiene que tener esta claridad: “Aspirad a los carismas mejores” 1 Corintios 12,31.

martes, 16 de septiembre de 2014

Amor y dolor

Quedan la fe, la esperanza, el amor: la más grande es el amor 
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12,31-13, 13

Hermanos:

Ambicionad los carismas mejores. y aún os vaya mostrar un camino excepcional.

Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.

Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada.

Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.

El amor no pasa nunca.

¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará.

Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará.

Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño.

Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce.

En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.

Quedan la fe, la esperanza, el amor: la más grande es el amor 
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12,31-13, 13

Hermanos:

Ambicionad los carismas mejores. y aún os vaya mostrar un camino excepcional.

Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.

Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada.

Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.

El amor no pasa nunca.

¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará.

Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará.

Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño.

Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce.

En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.

http://es.catholic.net/aprendeaorar/32/396/articulo.php?id=850

lunes, 15 de septiembre de 2014

Mensaje

13/09/14 11:12:07:

SS el Papa Francisco ha sufrido una indisposición y es la segunda en un mes. La gente que lo rodea dice que es por la vertiginosa actividad.
El Papa Francisco tiene un sólo pulmón y necesita más que nunca estar mejor y reponerse.
Por favor a todos, católicos y no católicos eleven una oración para que el Papa Francisco siga con sus reformas y siga siendo el líder de la humildad y  ayudando a los pobres y por sobre todo para que algo cambie en esta sociedad.
 
Nuestro objetivo es alcanzar los diez millones de Ave Marías por el Papa.
Esta campaña acaba de  comenzar, dele nuevo impulso reenviando este mensaje a cuantos quiera, el rezo de 10 millones de Ave Marías, es para fortalecer la obra del Papa Francisco. 

Dios te salve, María
llena eres de gracia
el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y  bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, 
Madre de Dios, ruega  por nosotros, pecadores, ahora  y  en la hora de nuestra muerte. Amén.

 No olvides que al reenviarlo sumas
para alcanzar los diez millones de Ave María.

Obedecer

Así como en la Pascua de Jesucristo nosotros celebramos el poder del amor, amor que se vuelve resurrección y vida, así también en el dolor, o en los dolores de María, nosotros celebramos la potencia del amor y la fecundidad del dolor.
No estamos hoy solamente mirando el dolor, así como tampoco nos quedamos solamente mirando la cruz. La cruz es señal de victoria por el amor, y ese amor vence a la Cruz y se vuelve resurrección.
Decía hermosamente Santa Catalina de Siena, le decía a Cristo: “Los clavos no hubieran podido sujetarse si no te tuviera atado, ligado, amarrado el amor”. Es el amor el que fija a Cristo a la Cruz como resumen de todas las miserias humanas.
De modo que nosotros en la Cruz contemplamos el amor que hizo posible la Cruz y que vence la cruz. Así también nosotros en el dolor de la Virgen María, contemplamos el amor que conduce hasta ese dolor y el amor que vence a ese dolor.
Por otra parte, nos ofrece la liturgia de hoy esa frase sorprendente sobre Jesucristo: “Aprendió sufriendo a obedecer” Carta a los Hebreos 5,8. No debemos entender esta frase como tal vez la interpretaríamos a partir de nuestros sufrimientos.
Cuando se dice, por ejemplo: “Aprendió sufriendo a obedecer” Carta a los Hebreos 5,8, así tal cual suena en castellano, eso se parece mucho al refrán aquél: “La letra con sangre entra”, como quien dice, aunque no quería obedecer, sufriendo le tocó aprender a obedecer.
Pero el sentido en griego no es ese, es decir, el griego no presume la intención del sujeto cuando dice: “Aprendió sufriendo a obedecer” Carta a los Hebreos 5,8; lo que está diciendo simplemente es que el sufrimiento fue una escuela que condujo hacia la obediencia, y la obediencia tampoco tiene para los semitas el sentido negativo que adquirió en el Occidente y en la modernidad.
Para nosotros obedecer significa someterse, significa renunciar a lo que uno quería hacer, al plan de uno y someterse al plan de una persona. Los semitas miran la cosa distinta: descubrir cuál es mi camino.
Para nosotros es muy importante descubrir los derechos, pero los derechos son las posibilidades, son los medios, en cambio, descubrir los deberes es descubrir las metas, es descubrir los fines.
Desde este punto de vista, la Torá judía ve en la expresión de la voluntad de Dios, ve en la obediencia la voluntad de Dios, no la renuncia a mi voluntad, sino el encontrarme finalidad, mi gran para qué.
Podemos decir que una persona que tiene derechos pero que no tiene deberes es como agua que se derrama, que no tiene cauce.
El deber no tiene para los semitas el sentido que tendrá en Kant ni tiene el sentido de aquello que se opone o que limita mi voluntad, sino tiene el sentido de aquello que me permite descubrir mi verdadero ser.
Descubrir el deber es descubrir para qué existo, es descubrir para qué soy y obedecer, consecuentemente, es realizar en mí aquello para lo que yo soy, aquello para lo que yo existo.
De acuerdo con esto la frase: “Aprendió sufriendo a obedecer” Carta a los Hebreos 5,8, habría que entenderla más o menos de este modo: el camino del dolor llevó a Jesucristo a la plenitud de su realización, el dolor le hizo crecer, el dolor lo llevó a su plenitud, o todavía mejor, puesto que se trata de una revelación, el dolor manifestó plenamente quién era Él, lo condujo a la plenitud de su ser.
Si entendemos así este versículo de la Carta a los Hebreos, entendemos también qué significa el dolor en la Virgen María y qué significa el dolor en nosotros.
El dolor no es un estorbo. Cuando uno piensa en que la voluntad de uno es la que tiene que hacerse y que el deber es una limitación a mi voluntad, el dolor sólo puede ser un estorbo que hay que quitarlo a toda costa y que si no se puede, se mata a la persona, que para eso está la eutanasia.
Fíjate hasta dónde llega, extremando las cosas, el no comprender esta revelación del dolor. Si por el contrario, nosotros descubrimos que para alcanzar nuestra plenitud hemos de configurarnos con aquello para lo que fuimos hechos, y descubrimos lo que significa la alegría de ver eso, la alegría de saber cuál es mi fin, de saber cuál es mi meta, entonces el deber, la ley, la obediencia, se convierten en noticias maravillosas para nuestra vida.
No debe ser casualidad que nuestro mundo quiere tener derecho, no quiere tener deberes y produce tantos suicidas.
Efectivamente, una persona que sólo quiere tener derechos pero que no tiene deberes, no tiene un sentido, no tiene una dirección, es agua derramada y ante el absurdo de su propia vida, lo único que puede decir es: "Esto es un asco, acabemos con esto."
El sentido, pues, de esta fiesta es que el dolor no estorba en mi voluntad, el dolor tiene un lugar, tiene una enseñanza, tiene una pedagogía, el dolor hará de mí otra persona, el dolor manifestará verdaderamente quién soy yo.
Así como Cristo en la Cruz aparece a través del camino de nuestro propio dolor, lo mismo que María, vamos mostrando y descubriendo y realizando lo que nosotros verdaderamente somos.
Comamos este Pan sin levadura, comamos este pan de Pascua, que es la Eucaristía, comamos este Pan amasado con azotes, con clavos con sangre y con sudor.
Comamos este Pan, pero sepamos lo que significa comulgar con ese Pan y sepamos que no se puede comer la Hostia sin volverse uno también hostia.@fraynelson

domingo, 14 de septiembre de 2014

Amar es hacerse débil

 Amar es hacerse debil


La Iglesia celebra en este día la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, en la mayoría de los países católicos esta fiesta se celebra el 14 de septiembre, aquí en Colombia es el 3 de mayo.
De pronto no sobra contar por qué. En el antiguo calendario litúrgico, es decir, antes del Concilio Vaticano II, había dos fiestas de la Cruz: una en el 3 de mayo, que era la fiesta de la invención de la Santa Cruz, es decir, de ese haber encontrado la Cruz según la narración antigua de Santa Elena, la mamá de Constantino, que fue a buscar la verdadera Cruz, la vera Cruz, es lo mismo que la verdadera Cruz.
Y a partir de ese feliz hallazgo de la verdadera Cruz, había una celebración litúrgica que era el 3 de mayo, luego hubo otra celebración, que es la celebración de la Santa Cruz el 14 de Septiembre; en nuestro país se celebraban las dos fiestas, la del 3 de mayo y la del 14 de septiembre.
En nuestro país se celebraban las dos fiestas, la del 3 de mayo y la del 14 de septiembre; pero por razones culturales y un poco folclóricas tomó mucha fuerza la del 3 de mayo, y la gente habla de la Cruz de mayo.
Y a veces esas costumbres, casi un poquito supersticiosas, diría uno, de poner cruces de rama, o de flores, o de hojas, por ejemplo, en la punta de las grúas, o en los edificios de construcción, o cosas así, esa costumbre estaba relacionada con el tres de mayo.
Por eso los señores obispos, aquí en nuestro país, vieron que de las dos fiestas de la Cruz tenía más fuerza, por así decirlo, esta fiesta del 3 de mayo. Cuando luego en el nuevo calendario litúrgico se dejó un sola celebración, nuestro país se resolvió con la celebración del 3 de mayo y por eso hoy estamos celebrando la Exaltación de la Santa Cruz.
Es una fiesta un poco rara porque la cruz es un instrumento de tortura y un instrumento de ignominia, y la cruz sigue siendo tan antipática en los tiempos de Cristo como es antipática en nuestro tiempo; si hay algo que uno no quiere es precisamente su cruz.
Pido yo a Dios en este momento, se digne regalarnos de su divino Espíritu para decir una palabra acertada sobre lo que es este misterio tan hermoso, tan profundo y tan sanador de la Cruz.
De la Cruz de Cristo y sobre nuestra propia cruz, hay que empezar diciendo que nosotros tenemos muchos malos entendidos con esto de la cruz; por ejemplo, entre los religiosos a veces se dice que, "no hay cruz más grande que la vida comunitaria", y algunas personas van más lejos y dicen: “Es que mi cruz es fulanito de tal”.
Ese lenguaje no es útil, no es bueno, no es saludable; otras personas al referirse a su estado matrimonial también hablan como de una especie de cruz, y tratan al esposo, al que en otro tiempo admiraron tantísimo, o a la esposa a la que le tuvieron tan grande amor, la tratan como si fuera su cruz, ¿será ese el sentido de la cruz?
Hay otras personas que, en cambio, miran la cruz como una especie de dolor resignado, entonces es el caso, por seguir con ejemplos familiares, de la señora que tiene esposo alcohólico a bordo y entonces dice: "Pero bueno, esas borracheras, bueno, esa es mi cruz"; o la persona que no logra salir de su pobreza, entonces dice: "Bueno, esa es mi cruz".
¿Qué sentido le podemos dar a esto? Entonces uno empieza a hacerse preguntas suspicaces: "Bueno, pero la Iglesia con tanta predicación de la cruz ¿no estará volviendo a la gente un poco tontica, manipulable? ¿No será que por estar diciéndole a las personas que acepten su cruz y que asuman su cruz estamos llevando un poco a las mismas personas a que sean unos grandes resignados y unos grandes conformistas?
Por ejemplo, si las personas miran su estado de pobreza como su cruz, "y esa fue la cruz que Dios me mandó", pues la cosa se complica mucho porque entonces esa persona queda, como quien dice, condenada a mantenerse en esa pobreza, porque esa fue la cruz que Dios le mandó.
Lo de la cruz no es tan sencillo y, sin embargo, la cruz está ahí en el centro de nuestra fe, en el centro de lo que creemos, esperamos y amamos.
Otra serie de preguntas surgen cuando uno dice: "Pero bueno, ¿cuál será mi propia cruz? ¿A qué puedo llamar yo mi cruz? ¿Exactamente cuál será?" Vamos a tratar de dar unas indicaciones.
Primero, sobre por qué es grande y gloriosa la Cruz de Cristo; segundo, por qué esa Cruz de Cristo trae salud a cada uno de nosotros, en cada una de nuestras necesidades; y tercero, cómo ayudarnos a identificar nuestra propia cruz.
Dios, en su misericordia, nos permita recorrer este camino, recorrer el hilo de esta exposición y reconocer la gloria de Dios en el Crucificado. Entonces lo primero que hay que predicar es: ¿por qué es importante la cruz de Cristo? ¿Qué tiene de especial la Cruz de Cristo?
Hubo una época en el arte religioso en el que se acostumbraban Crucificados llenos de llagas, llenos de sangre, vueltos prácticamente una piltrafa humana, y ese fue el modelo de crucifijos y de Crucificados, y a la gente le gustaba ese tipo de Cristo que a nosotros hoy incluso nos puede chocar un poco.
Un ejemplo de esto es el Cristo de Monserrate, de Nuestro Señor de Monserrate; a algunas personas les gusta mucho, pero a otras personas se sienten casi incómodas ante esa imagen tan llena de sangre y de azotes, ¿por qué? Eso le trae salvación a nuestras vidas?
Por otra parte, uno ve que en el mundo, el mundo normal, el mundo en el que vivimos, pues el que se impone y el que sale ganando no es el que se deja sino el que no se deja, entonces ¿qué hacemos con la Cruz de Cristo? ¿No será Cristo una especie de gran fracasado? ¿Y qué hacemos nosotros presentando por todas partes a un fracasado, a un débil, a un perdedor?
En un colegio católico yo oí este argumento: "Tratemos de presentar no un Cristo como este, tratemos de presentarle un Cristo glorioso, un Cristo resucitado, ¿porque qué le va a decir a un muchacho, -se argumentaba-, ver a un señor ahí muerto, destruido? Más bien presentemos a un Cristo resucitado, un Cristo glorioso".
¿Saben quiénes aplican prácticamente esa idea? Los Testigos de Jehová, claro que ellos no hablan de la Cruz sino que tienen la idea, que en este momento no vamos a discutir, de que Cristo fue más bien como clavado a un poste, ¿no? Tiene los brazos así como clavado a un poste.
Ustedes miren las imágenes de Jesucristo en la literatura de los Testigos de Jehová y siempre es un hombre que parece que hubiera hecho aeróbicos y gimnasia durante todos sus treinta y tres años; es una fibra de hombre, divinamente cuajado, alza pesas, y apenas se ve ahí en la cruz, apenas unos manchoncitos de sangre, y luego ya pronto aparece otra vez con su túnica.
Pero usted viera este Señor, esto parece que fuera campeón de atletismo, de natación o de quién sabe qué. Entonces, ¿qué nos dice la Cruz de Cristo a nosotros? ¿No fue Cristo, nos atrevemos a preguntar en este día, no fue Cristo ese gran cobarde, el que tanto odió el gran filósofo Nietszche?
¿No será que Cristo fue ese gran derrotado y ese príncipe de cobardes, como trata Nieztche a Nuestro Señor Jesucristo? ¿Qué respondería usted ante eso? Si uno ve que más bien en el mundo el que sale adelante es el que tiene mas pezuña, el que tiene más garra, el que patea más duro, ese es el que gana?
El que se pone con muchas contemplaciones, comete el error fundamental de "dar papaya", y de acuerdo con las leyes de la papaya, uno no puede "dar papaya".
¿Estoy de acuerdo con ese esquema? ¿Cristo qué sería? Pues el hombre que "dio papaya", ¿y qué hicieron con Él? Lo acabaron. Según eso, este Cristo sería la demostración de lo que uno no debe hacer, es decir, el Cristo así crucificado sería la demostración de que quien se mete a redentor, pues muere crucificado; Cristo crucificado y la Cruz de Cristo sería la prueba de que no se puede ser bueno, porque si uno se mete a bueno, mire lo que nos pasa.
Conclusión, no nos metamos a buenos, esa sería la enseñanza. Esto se va embrollando, eso se va complicando, ¿en cuáles me estoy metiendo yo? ¿Al fin Cristo qué es? Da la impresión de que fuera, hasta donde vamos, un gran cobarde, uno que se dejó, uno que "dio papaya" y lo acabaron, ¿puede ese señor ser modelo para mi vida?
"Yo vivo en medio de fieras salvajes; usted viera, Padre, esa empresa donde yo estoy; eso por las mañanas me toca ponerme la armadura y el chaleco antibalas y así me toca entrar al trabajo a defenderme, porque esos son codazos a derecha e izquierda y el que resbala cae, Padre; es terrible la situación, Padre".
¿Será que este Cristo pueda ayudarnos entonces? ¿Será que podemos llamar Señor así? Como ven, se van amontonando poco a poco las preguntas y no se ve que aparezcan las respuestas.
Lo primero que tenemos que decir es que el misterio de la Cruz persiguió y acompañó toda la vida de Cristo; la Cruz no es una casualidad ni un accidente que le llegó en el último momento. En el último momento en una especie de error táctico lo agarraron y lo crucificaron, no. Cristo en su predicación pública ya había hablado muchas veces de la Cruz, y eran los discípulos los que no querían entender, pero Él sí sabía para dónde iba y Él sí sabía lo que le estaba sucediendo.
Por otra parte, si lo pensamos bien, ya desde su mismo nacimiento el sufrimiento acompañó la vida de Cristo. Nace Cristo en extrema pobreza, apenas nacido, una persecución que pretende matarlo y corre para Egipto, luego en esa vida de sencillez allá en Nazaret, pero Nazaret pertenecía a Galilea, que era la región despreciada, vituperada de Palestina.
En Cristo realmente se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: "Varón de sufrimientos, varón de dolores, acostumbrado a sufrimientos" Isaías 53,3. Entonces la Cruz no es un accidente al final de la vida de Cristo; ¿de dónde proviene la Cruz en la vida de Cristo? De algo muy sencillo, de no defenderse.
¿Cuál es el misterio que tiene la Cruz de Cristo? El misterio de un hombre que no se defiende; realmente Cristo no se defendió, realmente Cristo no puso una barrera, no puso aduanas, ni puso rejas, no se defendió, ¿y por qué Cristo no se defendió? Porque la barrera que tú pones para que no entre el mal del otro, es la misma barrera que luego no puedes quitar para que salga el bien que hay en ti. Una misma barrera es la que uno pone para que dizque no entre el mal y la que uno pone para que dizque no salga el bien.
Barrera es barrera, pared es pared, muro es muro; cuando cerramos la puerta para que no entre el dolor, cerramos la puerta y no sale el amor; entonces uno puede cerrar puertas, claro, y uno puede levantar barreras, claro, uno puede multiplicar las rejas, sí, ¿y con eso no le entra el dolor? Sí, ¿y con eso tampoco sale el amor? Sí. Uno puede defenderse, pero no puedes defenderte de tu hermano sin dejar por fuera a Dios.
¿Por qué sucede este misterio? Porque el amor sólo sale del corazón humano por la misma puerta por donde entra el dolor; amor y dolor son hermanitos, ¿y por qué sucede esto? Muy sencillo, porque amar es hacerse débil.
@fraynelson