domingo, 14 de septiembre de 2014

Amar es hacerse débil

 Amar es hacerse debil


La Iglesia celebra en este día la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, en la mayoría de los países católicos esta fiesta se celebra el 14 de septiembre, aquí en Colombia es el 3 de mayo.
De pronto no sobra contar por qué. En el antiguo calendario litúrgico, es decir, antes del Concilio Vaticano II, había dos fiestas de la Cruz: una en el 3 de mayo, que era la fiesta de la invención de la Santa Cruz, es decir, de ese haber encontrado la Cruz según la narración antigua de Santa Elena, la mamá de Constantino, que fue a buscar la verdadera Cruz, la vera Cruz, es lo mismo que la verdadera Cruz.
Y a partir de ese feliz hallazgo de la verdadera Cruz, había una celebración litúrgica que era el 3 de mayo, luego hubo otra celebración, que es la celebración de la Santa Cruz el 14 de Septiembre; en nuestro país se celebraban las dos fiestas, la del 3 de mayo y la del 14 de septiembre.
En nuestro país se celebraban las dos fiestas, la del 3 de mayo y la del 14 de septiembre; pero por razones culturales y un poco folclóricas tomó mucha fuerza la del 3 de mayo, y la gente habla de la Cruz de mayo.
Y a veces esas costumbres, casi un poquito supersticiosas, diría uno, de poner cruces de rama, o de flores, o de hojas, por ejemplo, en la punta de las grúas, o en los edificios de construcción, o cosas así, esa costumbre estaba relacionada con el tres de mayo.
Por eso los señores obispos, aquí en nuestro país, vieron que de las dos fiestas de la Cruz tenía más fuerza, por así decirlo, esta fiesta del 3 de mayo. Cuando luego en el nuevo calendario litúrgico se dejó un sola celebración, nuestro país se resolvió con la celebración del 3 de mayo y por eso hoy estamos celebrando la Exaltación de la Santa Cruz.
Es una fiesta un poco rara porque la cruz es un instrumento de tortura y un instrumento de ignominia, y la cruz sigue siendo tan antipática en los tiempos de Cristo como es antipática en nuestro tiempo; si hay algo que uno no quiere es precisamente su cruz.
Pido yo a Dios en este momento, se digne regalarnos de su divino Espíritu para decir una palabra acertada sobre lo que es este misterio tan hermoso, tan profundo y tan sanador de la Cruz.
De la Cruz de Cristo y sobre nuestra propia cruz, hay que empezar diciendo que nosotros tenemos muchos malos entendidos con esto de la cruz; por ejemplo, entre los religiosos a veces se dice que, "no hay cruz más grande que la vida comunitaria", y algunas personas van más lejos y dicen: “Es que mi cruz es fulanito de tal”.
Ese lenguaje no es útil, no es bueno, no es saludable; otras personas al referirse a su estado matrimonial también hablan como de una especie de cruz, y tratan al esposo, al que en otro tiempo admiraron tantísimo, o a la esposa a la que le tuvieron tan grande amor, la tratan como si fuera su cruz, ¿será ese el sentido de la cruz?
Hay otras personas que, en cambio, miran la cruz como una especie de dolor resignado, entonces es el caso, por seguir con ejemplos familiares, de la señora que tiene esposo alcohólico a bordo y entonces dice: "Pero bueno, esas borracheras, bueno, esa es mi cruz"; o la persona que no logra salir de su pobreza, entonces dice: "Bueno, esa es mi cruz".
¿Qué sentido le podemos dar a esto? Entonces uno empieza a hacerse preguntas suspicaces: "Bueno, pero la Iglesia con tanta predicación de la cruz ¿no estará volviendo a la gente un poco tontica, manipulable? ¿No será que por estar diciéndole a las personas que acepten su cruz y que asuman su cruz estamos llevando un poco a las mismas personas a que sean unos grandes resignados y unos grandes conformistas?
Por ejemplo, si las personas miran su estado de pobreza como su cruz, "y esa fue la cruz que Dios me mandó", pues la cosa se complica mucho porque entonces esa persona queda, como quien dice, condenada a mantenerse en esa pobreza, porque esa fue la cruz que Dios le mandó.
Lo de la cruz no es tan sencillo y, sin embargo, la cruz está ahí en el centro de nuestra fe, en el centro de lo que creemos, esperamos y amamos.
Otra serie de preguntas surgen cuando uno dice: "Pero bueno, ¿cuál será mi propia cruz? ¿A qué puedo llamar yo mi cruz? ¿Exactamente cuál será?" Vamos a tratar de dar unas indicaciones.
Primero, sobre por qué es grande y gloriosa la Cruz de Cristo; segundo, por qué esa Cruz de Cristo trae salud a cada uno de nosotros, en cada una de nuestras necesidades; y tercero, cómo ayudarnos a identificar nuestra propia cruz.
Dios, en su misericordia, nos permita recorrer este camino, recorrer el hilo de esta exposición y reconocer la gloria de Dios en el Crucificado. Entonces lo primero que hay que predicar es: ¿por qué es importante la cruz de Cristo? ¿Qué tiene de especial la Cruz de Cristo?
Hubo una época en el arte religioso en el que se acostumbraban Crucificados llenos de llagas, llenos de sangre, vueltos prácticamente una piltrafa humana, y ese fue el modelo de crucifijos y de Crucificados, y a la gente le gustaba ese tipo de Cristo que a nosotros hoy incluso nos puede chocar un poco.
Un ejemplo de esto es el Cristo de Monserrate, de Nuestro Señor de Monserrate; a algunas personas les gusta mucho, pero a otras personas se sienten casi incómodas ante esa imagen tan llena de sangre y de azotes, ¿por qué? Eso le trae salvación a nuestras vidas?
Por otra parte, uno ve que en el mundo, el mundo normal, el mundo en el que vivimos, pues el que se impone y el que sale ganando no es el que se deja sino el que no se deja, entonces ¿qué hacemos con la Cruz de Cristo? ¿No será Cristo una especie de gran fracasado? ¿Y qué hacemos nosotros presentando por todas partes a un fracasado, a un débil, a un perdedor?
En un colegio católico yo oí este argumento: "Tratemos de presentar no un Cristo como este, tratemos de presentarle un Cristo glorioso, un Cristo resucitado, ¿porque qué le va a decir a un muchacho, -se argumentaba-, ver a un señor ahí muerto, destruido? Más bien presentemos a un Cristo resucitado, un Cristo glorioso".
¿Saben quiénes aplican prácticamente esa idea? Los Testigos de Jehová, claro que ellos no hablan de la Cruz sino que tienen la idea, que en este momento no vamos a discutir, de que Cristo fue más bien como clavado a un poste, ¿no? Tiene los brazos así como clavado a un poste.
Ustedes miren las imágenes de Jesucristo en la literatura de los Testigos de Jehová y siempre es un hombre que parece que hubiera hecho aeróbicos y gimnasia durante todos sus treinta y tres años; es una fibra de hombre, divinamente cuajado, alza pesas, y apenas se ve ahí en la cruz, apenas unos manchoncitos de sangre, y luego ya pronto aparece otra vez con su túnica.
Pero usted viera este Señor, esto parece que fuera campeón de atletismo, de natación o de quién sabe qué. Entonces, ¿qué nos dice la Cruz de Cristo a nosotros? ¿No fue Cristo, nos atrevemos a preguntar en este día, no fue Cristo ese gran cobarde, el que tanto odió el gran filósofo Nietszche?
¿No será que Cristo fue ese gran derrotado y ese príncipe de cobardes, como trata Nieztche a Nuestro Señor Jesucristo? ¿Qué respondería usted ante eso? Si uno ve que más bien en el mundo el que sale adelante es el que tiene mas pezuña, el que tiene más garra, el que patea más duro, ese es el que gana?
El que se pone con muchas contemplaciones, comete el error fundamental de "dar papaya", y de acuerdo con las leyes de la papaya, uno no puede "dar papaya".
¿Estoy de acuerdo con ese esquema? ¿Cristo qué sería? Pues el hombre que "dio papaya", ¿y qué hicieron con Él? Lo acabaron. Según eso, este Cristo sería la demostración de lo que uno no debe hacer, es decir, el Cristo así crucificado sería la demostración de que quien se mete a redentor, pues muere crucificado; Cristo crucificado y la Cruz de Cristo sería la prueba de que no se puede ser bueno, porque si uno se mete a bueno, mire lo que nos pasa.
Conclusión, no nos metamos a buenos, esa sería la enseñanza. Esto se va embrollando, eso se va complicando, ¿en cuáles me estoy metiendo yo? ¿Al fin Cristo qué es? Da la impresión de que fuera, hasta donde vamos, un gran cobarde, uno que se dejó, uno que "dio papaya" y lo acabaron, ¿puede ese señor ser modelo para mi vida?
"Yo vivo en medio de fieras salvajes; usted viera, Padre, esa empresa donde yo estoy; eso por las mañanas me toca ponerme la armadura y el chaleco antibalas y así me toca entrar al trabajo a defenderme, porque esos son codazos a derecha e izquierda y el que resbala cae, Padre; es terrible la situación, Padre".
¿Será que este Cristo pueda ayudarnos entonces? ¿Será que podemos llamar Señor así? Como ven, se van amontonando poco a poco las preguntas y no se ve que aparezcan las respuestas.
Lo primero que tenemos que decir es que el misterio de la Cruz persiguió y acompañó toda la vida de Cristo; la Cruz no es una casualidad ni un accidente que le llegó en el último momento. En el último momento en una especie de error táctico lo agarraron y lo crucificaron, no. Cristo en su predicación pública ya había hablado muchas veces de la Cruz, y eran los discípulos los que no querían entender, pero Él sí sabía para dónde iba y Él sí sabía lo que le estaba sucediendo.
Por otra parte, si lo pensamos bien, ya desde su mismo nacimiento el sufrimiento acompañó la vida de Cristo. Nace Cristo en extrema pobreza, apenas nacido, una persecución que pretende matarlo y corre para Egipto, luego en esa vida de sencillez allá en Nazaret, pero Nazaret pertenecía a Galilea, que era la región despreciada, vituperada de Palestina.
En Cristo realmente se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: "Varón de sufrimientos, varón de dolores, acostumbrado a sufrimientos" Isaías 53,3. Entonces la Cruz no es un accidente al final de la vida de Cristo; ¿de dónde proviene la Cruz en la vida de Cristo? De algo muy sencillo, de no defenderse.
¿Cuál es el misterio que tiene la Cruz de Cristo? El misterio de un hombre que no se defiende; realmente Cristo no se defendió, realmente Cristo no puso una barrera, no puso aduanas, ni puso rejas, no se defendió, ¿y por qué Cristo no se defendió? Porque la barrera que tú pones para que no entre el mal del otro, es la misma barrera que luego no puedes quitar para que salga el bien que hay en ti. Una misma barrera es la que uno pone para que dizque no entre el mal y la que uno pone para que dizque no salga el bien.
Barrera es barrera, pared es pared, muro es muro; cuando cerramos la puerta para que no entre el dolor, cerramos la puerta y no sale el amor; entonces uno puede cerrar puertas, claro, y uno puede levantar barreras, claro, uno puede multiplicar las rejas, sí, ¿y con eso no le entra el dolor? Sí, ¿y con eso tampoco sale el amor? Sí. Uno puede defenderse, pero no puedes defenderte de tu hermano sin dejar por fuera a Dios.
¿Por qué sucede este misterio? Porque el amor sólo sale del corazón humano por la misma puerta por donde entra el dolor; amor y dolor son hermanitos, ¿y por qué sucede esto? Muy sencillo, porque amar es hacerse débil.
@fraynelson

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