viernes, 29 de agosto de 2014

Martirio San Juan Bautista

29/08/14- Viernes de la 21ª semana de Tiempo Ordinario.El Martirio de San Juan Bautista



Marcos 6, 17-29. Martirio Juan Bautista. Vivir realmente la vida es haber cumplido la misión a la que hemos sido enviados.

Juan se consagró totalmente a Dios y a su enviado, Jesús. Pero, al final, ¿qué sucedió? Murió por causa de la verdad, cuando denunció el adulterio del rey Herodes y Herodías. ¡Cuántas personas pagan a caro precio el compromiso por la verdad! Cuántos hombres rectos prefieren ir a contracorriente, con tal de no negar la voz de la conciencia, la voz de la verdad. Personas rectas, que no tienen miedo de ir a contracorriente. Y nosotros, no debemos tener miedo. Entre vosotros hay muchos jóvenes. A vosotros jóvenes os digo: No tengáis miedo de ir a contracorriente, cuando nos quieren robar la esperanza, cuando nos proponen estos valores que están pervertidos, valores como el alimento en mal estado, y cuando el alimento está en mal estado, nos hace mal. Estos valores nos hacen mal. ¡Debemos ir a contracorriente! Y vosotros jóvenes, sois los primeros: Id a contracorriente y tened este orgullo de ir precisamente a contracorriente. ¡Adelante, sed valientes e id a contracorriente! ¡Y estad orgullosos de hacerlo! 
Queridos amigos, acojamos con alegría esta palabra de Jesús. Es una norma de vida propuesta a todos. Que san Juan Bautista nos ayude a ponerla por obra. Por este camino nos precede, como siempre, nuestra Madre, María santísima: ella perdió su vida por Jesús, hasta la Cruz, y la recibió en plenitud, con toda la luz y la belleza de la Resurrección. Que María nos ayude a hacer cada vez más nuestra la lógica del Evangelio. (S.S. Francisco, 23 de junio de 2013) 

 Todos mueren en esta vida, pero no todos la viven realmente. Vivir realmente la vida es haber cumplido la misión a la que hemos sido enviados cada uno de nosotros. Todos tenemos una misión que cumplir. ¿Lo sabías, verdad? 

Hoy celebramos el martirio de San Juan Bautista, quien proclamó la verdad y la venida de Jesucristo. No tuvo reparos en echarle en cara al mismo rey Herodes su conducta inmoral. Por eso fue encarcelado, porque esa verdad era dolorosa. 

Sin embargo, es extraño que Herodes no matase inmediatamente al Bautista. Sentía por Juan respeto y admiración. Sólo el miedo a quedar mal ante los invitados le llevó a ordenar un crimen como aquél. 

Todo esto nos puede servir para examinar nuestra coherencia. Somos cristianos bautizados, pero, ¿alguna vez lo hemos escondido? ¿nos da vergüenza serlo ante "ciertos invitados"? La misión del cristiano de hoy es dar testimonio de su fe. Debe anunciar la verdad del Evangelio a pesar de sentirse en minoría. Por eso hacen falta muchos como Juan el Bautista, dispuestos a dar la vida por defender la verdad. Defender la verdad puede ser salir en favor del Papa ante un ataque que escuchemos, o negarse, como médico, a eliminar la vida de un feto. Defender la verdad es oponerse al relativismo y escribir en los periódicos, si fuera necesario, cuando se ataquen los principios cristianos

 Jesús, la vida que ofreces a tus seguidores no es una vida fácil. Es un estilo de vida que necesita el valor y la renuncia. Es una conquista del mundo que empieza cuando me venzo a mí mismo, por amor a Ti; porque tengo que dejar todo lo que me lleva al pecado. Por intercesión de san Juan Bautista te imploro la gracia de la fidelidad. 


Estamos celebrando el martirio de Juan Bautista. La segunda lectura del Oficio de Lectura de hoy afirma que Juan murió por Cristo, porque murió por la verdad, y Cristo es la verdad. Esta es una explicación bella, es una manera de darle una dimensión cristiana a la muerte de Juan Bautista.
Pero si me permiten que les diga, con todo respeto, a mí eso no me parece suficiente, y no me convence. Porque entonces tendríamos que considerar mártir, por ejemplo, a Sócrates, aquel filósofo griego que se mantuvo en sus afirmaciones, en sus enseñanzas, que fue coherente con lo que decía, fue coherente con la verdad, y por eso se le acusó de que era pervertidor de la juventud.
Y entonces él no se desmintió, y fue condenado a beber la cicuta, y la bebió, y murió. Luego, tendríamos que celebrar también a Sócrates como mártir.
Desde luego que la verdad de la que habla el predicador del Oficio de Lectura, no es solamente la verdad filosófica-matemática, es la verdad de vida. Pero tal vez, si le pedimos al Señor, podemos esclarecer un poco más, por qué es un martirio cristiano el de Juan Bautista.
No es un problema fácil. ¿Cómo pudo morir por Cristo, si Cristo no había dado aún su propia vida? Es más, nosotros sabemos que tuvo una cierta relación el encarcelamiento de Juan con el ministerio de Jesucristo.
El Evangelista Marcos nos dice, por ejemplo, que cuando encarcelaron a Juan, Cristo empezó a predicar: "Ha llegado el Reino de Dios" San Marcos 1,14-15, cosa que es muy misteriosa, porque encarcelan a este hombre santo, y Jesús se pone a anunciar que ahora sí ha llegado el Evangelio del Reino de Dios.
Todo esto es muy misterioso, pero orando, suplicando al Señor, y que ahí agraden nuestras palabras y nuestros pensamientos, llegué a esta conclusión que la comparto con ustedes. ¿Y qué día mejor que el día del martirio de Juan Bautista?
Resulta que el Antiguo Testamento nos cuenta sobre los orígenes del reinado de Herodes. Este tal Herodes, el que mandó decapitar a Juan, era hijo de Herodes, llamado el Grande, que fue el que mandó sacrificar a los niños de Belén, y que persiguió a Cristo.
Y ese Herodes el Grande, fue el mismo que para ganarse el saber de los judíos, había destinado mucho dinero, muchos recursos a la reconstrucción del Templo.
Y ese Herodes el Grande, ¿de dónde salió? ¡Pasmémonos! Resulta que Herodes el Grande tiene su origen en una familia idumea; es decir, de Edom. Y sabemos que Edom, de acuerdo con las genealogías bíblicas, es Esaú, mientras que los del pueblo de la Alianza descienden de Jacob, el hermano de Esaú. Desde allá vienen estas historias.
Pero mire la explicación: Los descendientes de Edom fueron enemigos a muerte de los hebreos. Por ejemplo, cuando Nabucodonosor fue a arrasar Jerusalén en el año 587 antes de Cristo, los judíos quedaron resentidos de por vida con los idumeos, porque los idumeos apoyaron a Nabucodonosor, y le allanaron el camino. Y cuando supieron las noticias, palmoteaban dando gracias, y felicitándose, porque habían arrasado Jerusalén.
Los idumeos eran enemigos a muerte de los judíos, y Herodes era de ascendencia idumea; él venía de los idumeos. Pero se había sentado ahí, en ese trono de mentiritas, porque era un hombre zorro, como lo dice Jesús: "Id a decirle a ese zorro" San Lucas 13,32. Claro que Jesús no lo dice de Herodes hijo; pero es que Herodes hijo era un zorrito, hijo de Herodes Grande, que era un zorro.
¿Y en qué consiste la astucia de estos zorros? ¿De los dos Herodes? ¿Por qué Jesús los llama zorros? Porque eran astutos, ¿y cuál era su astucia? Esta es la parte interesante.
Resulta que estos Herodes habían hecho lo siguiente: El Imperio Romano le tenía mucho fastidio a los judíos, porque los judíos tenían fama de insoportables y revoltosos. Y fíjese lo mal que acabaron las cosas con los judíos, que finalmente Pompeyo tuvo que arrasar con Jerusalén, y prácticamente acabar con la existencia física del pueblo judío.
Los romanos no querían meterse con los judíos ni en pintura. De manera que para los romanos, resultaba cómodo pedir una autoridad de mentiritas, que le hiciera sentir a los judíos que sí tenían un rey, y que ese rey que tenían, de algún modo, seguía gobernando ahí.
Esa fue una estrategia que los romanos utilizaron en muchas partes y en muchos pueblos. Cuando ellos veían así, como muy complicada la situación, entonces permitían una cierta independencia política y cultural en ciertas regiones. Pero mantenían, eso sí, muy fuerte el pie de sus ejércitos. Es decir, aseguraban la supremacía militar y económica, pero permitían cierta independencia política y cultural.
Entonces los romanos no querían meterse en problemas con los judíos. A los romanos les convenía que los judíos tuvieran un supuesto rey, para que ese supuesto rey les creara como la imagen, la pantomima de una cierta independencia.
A los judíos, por su parte, les convenía que hubiera este Herodes por dos razones: en primer lugar, para no quedar directamente gobernados por los romanos, que eran politeístas, que eran idólatras, y ya los judíos habían tenido la pésima experiencia del gobierno de Antíoco Epífanes, y todos estos griegos politeístas.
Entonces los judíos no querían un gobierno de idólatras, un gobierno de paganos. De manera que los judíos no querían ser gobernados directamente por Roma, y Roma no quería gobernar directamente a los judíos. Y Herodes, zorro, se metió ahí.
Para los romanos era un buen negocio que estuviera Herodes, porque de ese modo no tenían que administrar muy directamente muchas cosas de los judíos. Para los judíos era un buen negocio que estuviera Herodes, porque así no se sentían directamente gobernados por los paganos, por los romanos, y porque además, estos Herodes sabían contentar al pueblo con cositas como estas: destinar una gran cantidad de dinero a la reconstrucción del Templo.
¿Tú crees que algún judío se hubiera atrevido a levantarle la mano a Herodes el Grande, si Herodes el Grande, estaba proveyéndoles materiales a la reconstrucción del Templo de Jerusalén?
Con ese Templo, Herodes pagó el que no lo mataran. Ese es Templo de Jerusalén, el que Jesús miraba con tanto desprecio. Ahora entendemos por qué lo miraba con tanto desprecio: ese Templo fue lo que Herodes pagó para que no lo mataran, para que no lo lincharan, para que no lo acribillaran.
Porque con ese Templo, Herodes el Grande, logró que los judíos sintieran que su autoridad, la de Herodes, era favorable a ellos.
Bueno, pero ni Herodes el Grande, ni Herodes el chiquito, "ni el zorro, ni el zorrito", tenían ascendencia de David. Y sabemos que había una profecía de Natán que decía que, "el bastón de mando le pertenecía a la tribu de Judá" Salmo 60,7;Salmo 108,8.
¿Y cuál tribu de Judá, si este señor estaba por fuera de toda tribu? Era un extranjero metido, un aprovechado, un zorro que había logrado el reinado a base de sus estrategias políticas.
Además, la dinastía herodiana tenía cierto parentesco con la dinastía asmonea, que a su vez tenía cierto parentesco con la dinastía de los macabeos.
Entonces Herodes venía siendo algo así como tatara-tatara-tatarasobrino nieto de los macabeos, que tenían, desde luego, muy buen recuerdo del pueblo judío, porque eran como los de mostrar en cuanto a eso de sacar la cara, en eso de presentar la cara ante la opresión extranjera.
De manera que con ese parentesco lejano, con ese tatara-tatara-tatarasobrino nieto que era Herodes, medio extranjero, idumeo, él nunca decía que era idumeo. ¡Qué iba a decirlo! Esa parte la tenía callada; y tampoco decía que no era de la dinastía davídica, sino que mantenía a los judíos contentos a base de tirarles platica a la gente importante, y a base de fiestonones como este que nos cuenta el evangelio de hoy.
Herodes, "zorrito", le había aprendido a Herodes, "zorro", que hay que tener contenta a la gente importante. De modo que para cualquier celebración, desde luego que eran celebraciones, seguramente desordenadas, seguramente de despilfarro, invitaban inmediatamente a los prestantes judíos. ¿Para qué? Para tenerlos contentos.
Y en esas fiestas acordaban cosas, y les daba dinero, y Herodes seguía haciendo su labor diplomática, una labor que consistía, ¿en qué? En mantenerse en buenos términos con ellos y con los romanos.
Entre los judíos y los romanos, este idumeo, o esta familia de idumeos, estaba ahí, manteniéndose, sobreaguando en el poder. Pero no era sólo que sobreaguaba: ¡harto dinero que ganaban! ¡Harto dinero que desperdiciaban!
Y si por ahí resultaba algún impertinente, recordando que ese no era de la familia de David, o lo que sea, pues para eso la fortaleza, el palacio del rey Herodes, tenía unas cuantas mazmorras por allá en el sótano, para que los impertinentes, como Juan Bautista, pudieran ser encarcelados.
Con todo este contexto, ahora vamos a ver, por qué Juan Bautista murió por Cristo. Hagamos memoria; este es un asunto de recordar textos. En una de las muchas discusiones que Jesús tuvo con los principales judíos, Jesús dijo: "Yo también les voy a hacer una pregunta" San Mateo 21,24.
Recordamos ese pasaje, porque siempre le preguntaban a Él, lo acosaban a preguntas. Pero un día Jesús, o se cansó, o lo que fuera, y dijo: "Yo también voy a hacer una pregunta: El bautismo de Juan, ¿era de Dios, o era de los hombres?" San Mateo 21,24.
¿Qué nos cuenta la Escritura en ese caso? Nos cuenta que estos, que me parece que eran fariseos, y eran gente representativa desde el punto de vista religioso o político, o de ambos, se pusieron a deliberar, y dijeron: "¿Ahora qué hacemos? Si decimos que el bautismo de Juan era de Dios, nos va a preguntar: "¿Y por qué no le hicieron caso?" Si le decimos que el bautismo de Juan era de los hombres, resulta que todo el mundo tiene a Juan por profeta; entonces nos acaban" San Mateo 21,25-26.
Y se fueron donde Jesús, y le dijeron: "No sabemos"; y Jesús les dijo: "Pues yo tampoco les digo con qué autoridad hago estas cosas" San Mateo 21,27. Porque la pregunta era por la autoridad.
Este pasaje es interesante, porque nos hace oír una frase que es fundamental para entender el martirio de Juan Bautista: "La gente tenía a Juan por profeta" San Mateo 21,26.
Si nosotros nos vamos al libro de los Macabeos, o si nos vamos a la oración de Azarías, que aparece en el libro de Daniel, dos libros tardíos en el Antiguo Testamento, ¿qué nos encontramos? Ambos son como del siglo segundo antes de Cristo.
¿Qué dice Azarías?: "Ya no vemos nuestros signos, ni hay profeta; nadie entre nosotros sabe hasta cuándo" Salmo 74,9; Daniel 3,38. ¿Y qué dice el libro de los Macabeos? "No supieron qué hacer con las piedras profanadas del altar de Jerusalén, y las echaron en un lugar especial, mientras llegaba algún profeta" 1 Macabeos 4,45-46, porque no había profeta.
Pero ¿qué nos dicen los fariseos? "Que el pueblo tenía a Juan por profeta" San Mateo 21,26. Creían que Juan era un profeta, y lo tenían por profeta. O sea que lo que dijera Juan era importante, no sólo para Herodes, "zorrito", sino que para muchísima gente, lo que hiciera Juan era muy importante.
Y resulta que Jesucristo sí es de la descendencia davídica, Jesucristo sí es hijo de David. Por algo Herodes el Grande, se conmocionó cuando le dijeron que había nacido el Rey; él dijo: "Ahora sí me movieron de este butaco; ahora sí se me acabó la mentira que yo he montado, porque ahora sí va a aparecer el verdadero Rey".
Por eso su locura y su crueldad de asesinar los niños; porque él sentía: "Se me acabó mi mentira". Y sabemos, cómo es la gente del Medio Oriente. Eso no es nada más que van a ir allá a darle un regaño, y a ponerlo colorado. Es que van a ir a lincharlo, a acabarlo, a matarlo a pellizcos; es terrible. Entonces Herodes, temblando de ira y de miedo, mandó matar a los niños pequeños. Eso era Herodes "zorro".
Pero ellos sabían, la familia de Herodes sabía, que estaban ahí como impostores, como metidos. Mas la gente no se convencía de eso, porque: "¡Ah! Este es el que nos da para el Templo; este es el que nos invita a las fiestas; este es el que mantiene a los romanos a raya".
¡Cuántas mentiras no dirían estas familias! Esta familia de Herodes, ¡cuántas mentiras no le diría al pueblo judío! ¡Cuántas mentiras! "Sí, sí, sí, ya tenemos controlada la situación de los romanos, y nosotros creemos que el Procurador Pilato va a ser favorable a nuestros proyectos, porque desde luego, ustedes para mí son muy importantes...". ¡Viejo hipócrita y político! ¡Viejo zorro! Es que era una familia de zorros, zorros apestosos.
Ellos sabían cómo manejar las situaciones, y siempre habían podido manejarlas. Pero se les acabó; es decir, la mentira del reinado de Herodes se acabó.
Y quedó claro que él no era el rey, y quedó claro quién sí era el Rey. ¿Y cuándo quedó claro eso? Por la lengua del Bautista, una lengua que ya no pudo predicar. Porque cuando llegó allá, a la sala del banquete, estaba muerta. Pero allá, esa lengua muerta, en esa bandeja, le dijo a todos los judíos: "El que es capaz de matarme por preferir el placer de una niña, ese no es el rey que Dios quiere".
Ahora entendemos por qué Juan el Bautista murió por Cristo. Con su muerte, Juan Bautista decapitó el reinado de Herodes. Con su muerte, dando su cabeza, Juan Bautista mostró que ese no era el rey, y mostró hasta el extremo de la sangre, lo que antes había mostrado señalando con el dedo: "Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" San Juan 1,29.
Eso que había dicho a unos pocos discípulos allá en un rincón, junto al Jordán, en Betania, cuando estaba bautizando, nos dice el evangelio de Juan; eso que le había dicho a unos poquitos: "El Cordero de Dios es ese" San Juan 1,36, eso lo proclama la cabeza ensangrentada de Juan Bautista en esa bandeja.
Pero esta vez no lo proclama frente a dos o tres discípulos; lo proclama frente a los magnates, frente a la gente importante, que ya tuvo que convencerse y reconocer ante el repugnante, mil veces repugnante espectáculo de la cabeza de un inocente sacrificado, que "este desgraciado hipócrita político, no es el rey nuestro".
Si hay una cosa que puede ser asquerosa, es que en medio de un banquete aparezca una cabeza ensangrentada. Ese espectáculo repulsivo y asqueroso, vino a declarar qué género de persona era el que estaba ahí.
Y ahora viene nuestra pregunta. ¿Y fue eficaz? ¿Produjo fruto la muerte del Bautista? Gracias a Dios, eso también lo sabemos. Cuando nosotros nos encontramos con la Pasión de Cristo, sabemos que la gente dice: "¡Crucifícalo!". Le dicen, ¿a quién? A Pilato: "¡Crucifícalo!" San Mateo 27,22.
Y Pilato, en algún momento, pregunta: "¿Voy a crucificar a vuestro Rey?" San Juan 19,15. Esa era la palabra tremenda: "¿Voy a crucificar a vuestro Rey?" San Juan 19,15. La gente, el populacho gritaba, alentado por los sumos sacerdotes.
Los sumos sacerdotes eran la gente importante, la secta de los saduceos. Seguramente, algunos de ellos habían estado en este banquete, en esta porquería habían estado. Y Pilato pregunta: "¿Voy a crucificar a vuestro Rey?" San Juan 19,15.
Ellos hubieran tenido que decir: "¡No! Nuestro rey es Herodes". Pero ¿cuál fue el grito? "No tenemos más rey que el César" San Juan 19,15.
O sea que sí fue eficaz el martirio de Juan el Bautista. Muriendo, llevando su lengua de predicador hasta ese banquete, y dañándoles la comida a todos esos, Juan Bautista proclamó con su sangre: "El que es capaz de hacer esto, no es el rey de Israel. El verdadero Rey es otro. ¡Búsquenlo! ¡Búsquenlo! Que por ahí anda predicando. ¡Busquen a Cristo!"
¡Qué impresión la vida de Juan Bautista! Todo lo que hizo en esta tierra fue decir con su vida, con su penitencia, con su ayuno, con sus palabras, con su sangre: "¡Busquen a Cristo! ¡Busquen a Cristo! El rey no es este. ¡Busquen a Cristo!"
Claro que Juan Bautista murió por Cristo; claro que es mártir de Jesucristo, y claro que esa sangre dio fruto. Los gritos, airados, enloquecidos de la Pasión del Señor nunca dijeron: "Nuestro rey es Herodes". Ya Herodes no pudo reinar más. ¿Quién lo decapitó del reinado? Juan Bautista, entregando con su sangre el supremo testimonio por Jesús.
@fraynelson

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