lunes, 25 de agosto de 2014

25/08/14 Lunes de la 21ª semana de Tiempo Ordinario

2Ts 3,10b-13
El que no trabaja, que no coma. Porque nos hemos enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. Pues a ésos les mandamos y recomendamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan. Por vuestra parte, hermanos, no os canséis de hacer el bien.


El resto de Israel pastará y se tenderá sin sobresaltos

Santo Tomás de Aquino
Comentario sobre el evangelio de san Juan 10, 3
Yo soy el buen Pastor. Es evidente que el oficio de pastor compete a Cristo, pues, de la misma manera que e rebaño es guiado y alimentado por el pastor, así Cristo alimenta a los fieles espiritualmente y también con su cuerpo y su sangre. Andabais descarriados como ovejas -dice el Apóstol-, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas....




En aquel tiempo, habló Jesús diciendo:

-¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren.

¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que devoráis los bienes de las viudas con pretexto de largas oraciones! Vuestra sentencia será por eso más severa.

¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros!

¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: «¡Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga!» ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro?

O también: «Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga». ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo, jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él.





San Pablo a los Tesalonicenses 1, 1-5. 11b-12


 En la primera lectura escuchamos el inicio de una carta de san Pablo. Es suficiente para darse cuenta de que, en los textos del Apóstol, todo rezuma amor a Dios. San Pablo escribe siempre desde Dios. Por eso inicia sus epístolas deseando la gracia y la paz de Dios. El Apóstol entiende la absoluta primacía de Dios en nuestra vida. Sin la ayuda divina no podemos nada. Y la paz es la consumación de la acción de Dios en nosotros. Lo que el Espíritu Santo construye en el corazón del hombre es la paz. Por eso, para san Pablo todo parte y se consuma en Dios.

1.2 Comenta Santo Tomás de Aquino que los deseos de "gracia" y "paz" que escribe el apóstol son como el resumen de toda la vida espiritual, porque todo empieza en la gracia y todo culmina en el don estimable de la paz. El deseo de gracia nos recuerda que todo ha llegado como un regalo para nosotros, porque su precio fue pagado con amor en la Cruz; el deseo de paz nos recuerda que ningún bien falta a los que acogen ese amor en sus vidas.

Ai de vosaltres, mestres de la Llei i fariseus hipòcrites, que tanqueu a la gent l'entrada del Regne del cel

Avui el Senyor ens vol il·luminar sobre un concepte que en si mateix és elemental, però que pocs arriben a aprofundir: guiar un altre vers un desastre no és guiar cap a la vida, sinó cap a la mort. Qui ensenya a morir o a matar els altres no és un mestre de vida, sinó un “assassí”.

2.1 El evangelio de hoy, por su parte, tiene un tono muy fuerte: son palabras de Jesús que desenmascaran las pretensiones de autoridad de dos grupos fuertes e influyentes de la sociedad judía de su tiempo: los escribas y los fariseos. Los escribas se ufanaban de conocer en profundidad la Escritura y los fariseos tenían su orgullo en practicar mejor que nadie los preceptos allí descritos.

2.2 La palabra clave de toda la invectiva de Nuestro Señor es "hipócritas." Los fariseos y los escribas no son como parecen, no son como se muestran, no son como quieren ser vistos, no son como lo que enseñan: están rotos y su virtud es pura fachada. Seguirlos es volverse como ellos y eso implica perder la capacidad de gozarse en la Buena Nueva de salvación.

Entendemos cuanto vale el Evangelio cuando salimos cada dia a enfrentarnos con situaciones nuevas


...... son famosas las escapadas de Mc. Giver con un cortauñas o con una de estas navajas que tienen distintos destornilladores, cuchillos y cosas parecidas.

Bueno, Mc. Giver entonces tiene una navaja suiza, o parecida a esas navajas suizas que tienen varias utilidades: que una cuchilla, que un destornillador, que un no sé qué. ¿Cuánto vale esa navaja? Se puede responder diciendo tantos pesos o tantos dólares, pero cuánto vale esa navaja sólo se conoce cuando un hombre, como Mc Giver, logra, con esa navaja, salir airoso de los trances más apurados.

Entonces yo tomo ese acontecimiento tan infantil, para decir que el Evangelio es como la navaja de Mc Giver, y el cristiano es como Mc Giver.

¿Que es el Evangelio y cuánto vale el Evangelio? Lo sabemos entero entrando en el Cáliz y en la Sangre del Señor. ¿Cuánto vale en Evangelio? Lo mismo que vale la Sangre de Cristo que se consagra en esta Eucaristía. Así podemos responder al valor del Evangelio. Pero cuánto vale el Evangelio también lo podemos responder cuando, armados del Evangelio, salimos cada día a enfrentarnos con circunstancias nuevas.

Y Mc Giver, después e que logra salir de su apuro, mira su navaja, quizá le da un beso, y dice: "¡Otra vez me ha salvado!" Algo parecido tendría que hacer el cristiano. El cristiano toma su navaja, toma su evangelio, se enfrenta con las circunstancias más difíciles, y le descubre más y más utilidades, más y más cosas.

Esto significa que nunca terminamos de entender el Evangelio; esto significa que sólo poniéndolo en práctica, que sólo, -esto suena rústico-, utilizándolo, logramos saber lo que es. Y esto significa también que la Iglesia no ha terminado de saber cuál es el Evangelio; lo termina de saber cuando el último de los justos sea evangelizado, cuando llegue a la patria del Cielo el último de los Bienaventurados.

Ahí, sólo ahí sabremos cuánto sucedió en la Pascua de Nuestro Salvador Jesucristo.



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