miércoles, 20 de agosto de 2014

Corazón de piedra


Les invito a que hagamos juntos una reflexión en torno a la primera lectura de hoy. Es el Profeta Ezequiel, quien vuelve sobre un tema que considero de muy grande importancia.

Ya había aparecido hace unos días el tema de la Nueva Alianza. Y la Nueva Alianza, lo mismo en Jeremías que en Ezequiel, está relacionada con una transformación en el corazón. Pero ante todo, recordemos qué significaba corazón para estos antiguos semitas. ¿Qué era el corazón? ¿A qué se refería la palabra corazón?

Nosotros solemos relacionar el corazón con el mundo de los sentimientos. El corazón es para nosotros el lugar donde se da el cariño, donde se da el odio, o donde se da la indiferencia. Y con estas palabras, nos estamos refiriendo sobre todo a sentimientos.

Para los semitas, el corazón no tenía que ver solamente con sentimiento. El corazón es el recinto más íntimo de una persona, es como el lugar donde ella está verdaderamente a solas, a solas consigo misma, a solas con su propio destino, a solas con Dios.

El corazón es el lugar donde se toman las decisiones. El corazón es como esa privacidad última, allí donde finalmente yo puedo sustraerme de todas las otras voces, y donde yo descubro, -si quiero, por lo menos-, mi propia verdad. Ese es el corazón, ese es el sentido del corazón.

Por eso en la Biblia, el corazón aparece relacionado no solamente con sentimientos, o no solamente con emociones o pasiones, sino también con los pensamientos, allá, los pensamientos del corazón. Aparece relacionado con la conciencia, con las decisiones y también con la oración. Porque es como hablar de lo más profundo y es como hablar de lo más íntimo de la persona, allí donde ella es simplemente ella misma.

Y Jeremías nos había dicho hace unos días, que Dios anunciaba una Nueva Alianza. La diferencia más notable entre la Nueva Alianza y la Antigua Alianza, es que ahora la Ley va a estar escrita, no en piedra, afuera, sino que va a estar escrita en el corazón. Así hablaba Dios por medio de Jeremías.

La misma idea es la que encontramos ahora con el Profeta Ezequiel, pero con un elemento más. Se trata de un corazón nuevo. Ya no es que viene una palabra nueva al corazón, sino se trata de un nuevo corazón: "Arranqué de ustedes el corazón de piedra" Ezequiel 36,26.

¿A qué se refiere el corazón de piedra? No es un asunto solamente de sentimientos, pues no es simplemente hablar de: "Ustedes son muy duros". Aquí no se trata de la dureza de la gente; por ejemplo, que les falta compadecerse unos de otros.

Eso puede estar implícito, pero muy probablemente, el corazón de piedra es sobre todo el corazón que rechaza la voz, es el corazón que no tiene dónde recibir una palabra, es el corazón que hace eco, es el corazón que devuelve lo que tú le envías pero no lo acepta, es el corazón que no recibe.

Ese es el corazón de piedra. Y es el contraste grande entre la carne y la piedra. El corazón de piedra no recibe. La carne, en cambio, recibe, incluso recibe el dolor de un golpe, tal vez; recibe el dolor de una enfermedad, recibe el lamento de una lágrima. Dios promete no solamente como en Jeremías, que va a escribir una ley en nuestro corazón, sino que nos va a dar un corazón así, un corazón de carne, un corazón que pueda recibir.

Es muy interesante que la Biblia hace un gran elogio del rey Salomón, como seguramente recordamos. Y quizás recordamos también, cuál fue la oración que hizo Salomón cuando Dios se le apareció y le dijo: "¿Qué quieres que te conceda?" 1 Reyes 3,5. Lo que respondió Salomón fue: "Un corazón que sepa escuchar, un corazón que pueda recibir" 1 Reyes 3,9.

En el recuerdo de muchos de nosotros, la idea que hay, es que él pidió sabiduría. ¡Sí! En el fondo estaba pidiendo sabiduría. Pero es interesante la manera como la pide. Lo que él pidió fue, "un corazón que sepa escuchar" 1 Reyes 3,9; es decir, un corazón que no rebote las palabras.

Él no quería tener un corazón impermeable, un corazón de muralla; quería tener un corazón que pudiera escuchar, y esa petición fue sumamente grata a Dios, como recordamos por la historia de Salomón.

Pues lo mismo es lo que se nos está diciendo aquí. Se quiere un corazón que sepa escuchar, un corazón que pueda recibir, un corazón que no esté metido en su proyecto, en su idea. Porque tener un corazón de piedra es éso, es estar metido únicamente en mis intereses, en mis ideas, en mis placeres, en mis gustos, en mi filosofía, en mi prestigio, en mis ídolos.

Es volverse impermeable, es no recibir: "No quiero que nadie me hable, porque llevo ya mi ruta". Ese es un corazón de piedra. Seguramente, eso va unido con una gran dureza de sentimiento. Pero el aspecto principal del corazón de piedra, es que es un corazón incapaz de escuchar, es un corazón que solamente se oye a sí mismo y que sólo sigue sus propias metas.

Entonces, hermanos, ¿a qué consideraciones podemos llegar si pensamos en lo que es nuestro mundo? ¿Qué es nuestro mundo hoy, hermanos? ¿No será que este mundo es precisamente éso? ¿Lleno, repleto, colmado de corazones de piedra? ¿Gente que simplemente va detrás de su objetivo, detrás de su proyecto, caiga quien caiga, muera el que muera?

"Voy detrás de mis ganancias, voy detrás de mi imperio, voy detrás del poder que busco, voy detrás de la aprobación de tal o de cual ley, caiga quien caiga, hágase lo que se haga". Ese es un corazón de piedra.

Y a veces, como que nos educan para tener un corazón de piedra. Porque lo que nos dicen precisamente es éso: "¡No! ¡Mira! Tú, céntrate en tus objetivos, tú, persigue tus metas, tú, persigue lo que tú quieras".

Nos enseñan, nos meten en la cabeza éso, que tenemos que estar solamente concentrados en nuestras propias metas y objetivos, y que lo demás no debe importarnos. Ese es un corazón de piedra.

Pero la Nueva Alianza, la que anunció Jeremías y que hoy anuncia nuevamente Ezequiel, esa Nueva Alianza, es la alianza con el corazón de carne, el corazón que es capaz de sentir y es capaz de recibir, es capaz de escuchar, es capaz de entender. Para eso necesitamos un espíritu nuevo.

¡Que venga a nosotros ese espíritu nuevo! El mundo necesita muchísimas cosas. Necesitamos cuidar el medio ambiente, necesitamos que no se mueran las focas, necesitamos que los pingüinos no se extingan, necesitamos que las ballenas puedan danzar y puedan nadar en todos los mares, necesitamos que la capa de ozono no se acabe.

¡Sí! Necesitamos todo eso. Pero necesitamos, primero y más que todas esas cosas, corazones que puedan recibir, que puedan acoger, que sepan salirse de su ruta para darse cuenta del hermano que sufre, que sepan levantar la mirada y descubrir el Cielo eterno que nos está esperando.

@fraynelson

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