viernes, 17 de octubre de 2014

Sin miedo !

Título: Acoger nuestra realidad nos libra del temor

El Papa Juan Pablo II en su obra "Cruzando el Umbral de la Esperanza", empieza tomando las palabras que Cristo nos ha dicho en este evangelio:"No tengáis miedo" San Lucas 12,7.
Si de algo tiene que ser sanada nuestra sociedad, si de algo tienen que ser sanados muchos corazones en este tiempo nuestro, es precisamente del miedo.
El que esté estudiando en la universidad, tal vez no lo dice, pero siente miedo, porque ve incierto su futuro; el que estudia en el colegio, tal vez no lo dice, pero siente miedo, porque no está seguro de sus decisiones, porque no ve con claridad un mañana.
Los que se casan, tal vez no se atreven a decirlo, no se atreven por miedo, pero tienen miedo y no terminan de creer el uno en el otro, no terminan de confiar el uno en el otro; el que tiene un trabajo tiene miedo, porque es tanta la inestabilidad, son tan graves los problemas económicos en que vivimos, que no sabemos qué va a ser, cuál va a ser el futuro, qué va a pasar con nosotros.
Estamos marcados por el miedo, como estaban marcados por el miedo los contemporáneos de Jesús; época terrible en la que vivió Nuestro Señor Jesucristo; época como la nuestra de graves crisis económicas; época de invasiones y de cambio de poder; época de imperios y de guerras; época de inestabilidad en las familias.
En esa época dura en que estuvo Jesucristo, El se atreve a levantar la voz y a decir: "no tengáis miedo" San Lucas 12,2.
Una buena parte del miedo es tener que esconder cosas, es temer que se revele lo que realmente somos. Una parte del miedo es andar siempre con una máscara y no saber un día, si salimos tan de carrera de la casa, que se nos olvidó ponérnosla. Andar con máscaras, andar ocultando cosas, vivir de apariencias, es vivir con miedo y en medio del miedo.
Primer camino para sanarse del miedo: asume lo que eres, acepta tu ser de hombre, de mujer; acepta tu condición, acéptala, acógela; sé tú el primero en acogerte; aprende a ser amigo de tu realidad; aprende a ser amiga de tu realidad tal cual es.
Maquillarla, inventar apariencias, meterte en la levadura de los fariseos, es decir, en la hipocresía, no te va a curar y sí va a empeorar tu situación.
Así como las heridas mal curadas se empeoran, en sus infecciones cuando las cubrimos con vendajes, así también los problemas de nuestra vida, cuando no asumimos, cuando no no aceptamos lo que verdaderamente somos, se empeoran, se empeora la gangrena, se empeora la infección, se empeora la herida.
Aceptemos, acojamos lo que realmente somos. No vivir de apariencias, no más apariencias, es la primera sanación del miedo.
La segunda: Jesús nos dice: "No hay que andar temiendo a los que tienen poder sobre la vida del cuerpo" San Lucas 12,4. Hay que aprender el temor de Dios, el único que puede echar en el fuego. El temor de Dios. Y esto puede parecer un poco extraño: "¿Cómo así que el temor de Dios me va a sanar del miedo?" pues así como lo oyes, un amor que sana de los otros temores.
Porque, el temor de Dios, ¿qué es en realidad? No es un miedo, es un profundo respeto por el reconocimiento del poder de Dios; y es el profundo amor que nos lleva a no desear, por nada del mundo, ofenderle.
Y el que está así unido a Dios, y el que tiene su confianza en Dios es indestructible, porque puede decir como dijo Cristo, y como practicó Cristo, y como vivió Cristo: "Aunque me acabaran a mí, aunque me mataran a mí, no pueden conmigo" Jeremías 10,13.
Eso fue lo que le sucedió a Jesús. Jesús, efectivamente, fue agarrado, fue apresado, fue asesinado. La Cruz es precisamente el memorial de ese asesinato, pero ese asesinato, ese memorial de asesinato se convirtió en memorial de victoria.
La Cruz es el lugar de la victoria de Jesucristo, "porque, aunque muerto, vive resucitado de entre los muertos" Carta a los Romanos 6,9, y ahora es invencible.
Nosotros, cuando nos unimos al Invencible, nos volvemos invencibles, y perdemos todo miedo, y ningún temor se apodera de nosotros.
Vivir en la verdad, caminar en la verdad, dejar toda apariencia e hipocresía. Caminar en la verdad y aprender el temor de Dios. No andes pensando: "¿Qué pensará este?" "¿Qué dirá el otro? "Ahora, ¿qué dirá ella?" "¿Qué pensará la de más allá?"
Eso es lo que da miedo: estarse uno imaginando lo que los otros van a imaginar; eso es lo que da miedo, pero si tú vives en la confianza de Uno solo: Dios, si tú vives en la presencia de Uno solo: Dios, esa única mirada te va a sanar de tu miedo de todas la otras miradas.
Bendito sea el Señor. Que Él, con la gracia de su Espíritu, nos libre de todo temor para que se cumpla en nosotros la palabra del Papa: "¡No tengáis miedo!"@fraynelson

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