domingo, 26 de octubre de 2014

amarás....

XXX Domingo del Tiempo Ordinario, solemnidad

Homilias y espiritualidades....

Es muy interesante ver en la Biblia cómo Dios quiere inculcarnos sus enseñanzas, porque en la Biblia no sólo es interesante lo que nos enseña sino cómo nos lo enseña.


.....el tema de hoy son los mandamientos, el amor a Dios y el amor al prójimo. Y la primera lectura se refiere al amor al prójimo y lo interesante, insisto, por lo menos es lo que quiero destacar hoy, es la manera como quiero enseñar eso, el amor al prójimo ante todo.
Observemos hermanos, que el amor del que se nos habla aquí no es una cosa que a uno le salga espontáneamente, porque amar muchas veces implica renunciar a las propias ventajas, amar muchas veces implica sacrificarse, ceder privilegios.


......Y el corazón humano, herido por el pecado original y por los pecados personales y sociales, no siempre está dispuesto a amar, por esto tenemos que decir que el amor necesita ser aprendido; el deseo no, pero el amor sí.
Para desear no necesitamos que nos enseñen, pero para amar sí y el libro del Éxodo, en la primera lectura de hoy, nos da unas claves muy interesantes para acercarnos al amor, para enseñar amor y para aprender a amar.
Miremos que es lo que se está diciendo ahí: “No debes perjudicar ni humillar al inmigrante” Exodo 22,20, esa es la palabra que han escogido en esta traducción, otras Biblias dicen “el extranjero”.



No esperemos a que la vida nos quite lo que tenemos para que se cumpla el refrán: “Uno no sabe lo que tiene sino cuando lo pierde”, no es necesario perderlo, basta acercarnos con amor al hermano, basta descubrir la necesidad del hermano, basta sentir lo que el está viviendo y entenderemos la palabra de Jesús: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”San Mateo 22,39.

Celebremos la Palabra de Dios, celebremos sus sacramentos.

Hay ocasión de visitar santuarios de Confucio y santuarios Taoístas en estos días, los altares sencillos donde la gente ofrece sus frutas o el incienso y donde están esas piezas de madera que parecen como unas medias lunas y que se tiran para averiguar la suerte. Con esos actos tan sencillos, estas personas desean expresar su veneración por el recuerdo de antepasados o por ciertas formas de deidad que ellos consideran que existen.

.......Pero lo primero que atrae mi atención, cuando veo a la gente haciendo esa clase de cosas, es que no existe esta proclamación de una palabra, nosotros nos reunimos y lo primero que hacemos es escuchar la palabra, por eso nuestra Misa tiene dos partes, la liturgia de la palabra y la liturgia de la Eucaristía, la celebración liturgia es como celebración.
Nosotros celebramos la palabra de Dios, la celebramos escuchándola, presidiéndola, atendiéndola y luego celebramos el amor que Dios nos ha tenido, porque en una cena como esta, cena que celebramos en la Misa, Jesús nos regaló todo lo que nos podía regalar, su cuerpo, su sangre, su vida entera y eso no existe en los templos de estos amigos aquí en el país, ellos no tienen esa noticia.

No podemos decir quién es mejor o quien es peor, no se trata de eso, si algo bueno tenemos es un regalo de Dios, quien de nosotros hizo algo para que Cristo se le manifestara así, como se nos ha manifestado, pero lo que quiero es que apreciemos nuestra fe, que valoremos lo que tenemos, desde que empezamos la Misa, lo primero que hacemos es trazarnos la señal de la cruz y ya con ese solo gesto estamos recordando en donde se manifestó el amor de Dios, de que tamaño es el amor de Dios, un Dios que se ha ocupado de nosotros, que se ha agachado para levantarnos, que ha tenido la ternura, la compasión, la misericordia para con nosotros.
Mientras que en estas religiones orientales todo es empinarse para tratar de subir a un nivel espiritual, sapiencial, divino, esto se ve sobre todo en el confucianismo, mientras que la religión oriental es tratar de empinarse, nuestra fe cristiana es descubrir a un Dios que se agachó.


La religión oriental es como el ser humano que hace lo mejor de lo mejor de sus fuerzas físicas, emocionales y mentales tratando de alcanzar, es el ser humano en el máximo de su esfuerzo. Nuestra religión cristiana es el ser de Dios en el máximo de su compasión, de su amor y de su ternura.

......¿Y por que esto era poner a prueba a Jesús? pues porque entre los judíos fervorosos de aquel tiempo, había muchas discusiones, porque había muchas escuelas, entonces unos decían que el mandamiento más importante ere este y otros decían que era aquel, y los fariseos al hacerle esta pregunta a Jesús lo que quieren es meter a Jesús en una casilla, tenerlo encajonado, saber el es de esta escuela, ya lo tenemos aquí atrapado, ya sabemos cómo es El.
Querían saber, querían averiguar a qué escuela pertenecía Jesús, con quienes hacia partido, para después decir ese partido está errado o está equivocado; pero fíjate que en la mente de los fariseos todo esto era un juego académico, era un problema intelectual y era evidentemente un truco para tratar, como dice el evangelio, tratar de atraparlo, le hacen esa clase de pregunta jugando para ver si pueden atrapar a Jesús y pensando solamente desde el punto de vista de los conceptos y las teorías, pero esa pregunta, que era una trampa y que era un juego para ellos, sirve de ocasión para que Jesús nos regale la nuez, el centro, el corazón del evangelio.

.:..Porque en todos estos ejemplos de amor, tanto a las cosas como a las personas que he dicho, pues finalmente lo que sucede es que uno se ama a través de las cosas, yo amo el coche que he comprado, pero es que recibo la satisfacción de que es mío, incluso muchas veces en el amor que creemos que tenemos a las personas, más que amar a las personas nos estamos amando a través de las personas, nos amamos a través de ellas, amamos los beneficios que podemos encontrar en ellas y por eso, repito, hay personas a las que es muy fácil amar.


Usualmente para un muchacho soltero y en buena salud amar a una mujer hermosa inteligente y cariñosa no requiere mayor esfuerzo; pero hay que preguntarse si ese amor se dirige del hombre hacia la mujer o si el hombre se está amando a sí mismo a través de esa mujer, es decir, está recibiendo un beneficio. Jesús ha redefinido la palabra amor, en el diccionario de Jesús la palabra amor tiene un contenido impresionante y ese contenido es lo que está en la señal de la cruz, por eso tenemos tantas cruces, por eso nos trazamos la señal de la cruz.
La palabra amor ha encontrado su plena definición allí donde Jesús se ha despojado de sí mismo, por buscar nuestro bien y nuestra salvación.


Mis amigos, sigamos esta celebración, vamos terminando la liturgia de la palabra, lo que sigue es la liturgia de la eucaristía, esto es maravilloso en nuestra fe, porque no se trata simplemente en recordar que Cristo nos amó allá en otra época, aquí sobre el altar este mismo Cristo que se convierte en presencia de amor que renueva nuestras vidas.
Que el Señor nos abra los ojos para que sepamos lo que estamos recibiendo.

Meditación del Papa Francisco

Leyendo las Escrituras queda por demás claro que la propuesta del Evangelio no es sólo la de una relación personal con Dios. Nuestra respuesta de amor tampoco debería entenderse como una mera suma de pequeños gestos personales dirigidos a algunos individuos necesitados, lo cual podría constituir una "caridad a la carta", una serie de acciones tendentes sólo a tranquilizar la propia conciencia. La propuesta es el Reino de Dios; se trata de amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Entonces, tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales. (S.S. Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, n. 180) 

Reflexión
Recuerdo que hace unos años me encontré con un señor en el tren, mientras viajaba de Roma a Florencia. Comenzamos a conversar y, en un momento dado, me dice este buen hombre: –"Padre, yo soy muy católico, igual que toda mi familia. Desde pequeño he sido siempre muy creyente". Como me lo decía tan convencido, ponderándomelo tanto, yo me permití preguntarle si iba a misa los domingos y si rezaba todos los días al menos una breve oración. ¡Y cuál no fue mi sorpresa al escucharle decir: –" Padre –me respondió muy serio– soy católico, pero no fanático". Me sorprendí tanto que no supe si echarme a reír o a llorar... Me parecía casi increíble lo que oía.

Creo que hoy muchos cristianos –o que se dicen cristianos– cometen el grandísimo error de disociar su fe y su comportamiento: afirman creer y amar a Dios, pero luego no hacen nada para probar su fe y su amor a Él. Como el caso de la chica que te conté la semana pasada. ¿Te acuerdas?

En el evangelio de hoy vemos a uno de los fariseos que se acerca a nuestro Señor para preguntarle cuál es el primer mandamiento; y Jesucristo le responde sin vacilar: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas". Ésta era la fórmula más sagrada y solemne para un israelita y constituía como el "corazón" de toda la Ley. La llamaban el "shemá" y todo judío piadoso lo conocía de memoria. Al igual que nosotros, los cristianos, aprendimos de memoria desde niños el primer mandamiento de la ley de Dios.

Hemos oído miles de veces y tenemos archisabido que "el primer mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas”, y pensamos que de verdad lo amamos, aunque nuestras obras desdigan lo que afirman nuestras palabras. Pero el amor hay que demostrarlo más con nuestros comportamientos que con buenos deseos o sentimientos. "Obras son amores –reza el refrán popular–, que no buenas razones".

¿Qué pensaríamos nosotros de cualquier persona –podrías ser también tú mismo-- que dijera amar mucho a sus padres o a sus abuelos, pero que nunca fuera a visitarlos a su casa dizque porque "no tiene tiempo", porque viven muy lejos, o simplemente porque "no le nace"? ¿Verdad que eso nunca sucede en la vida real? Sería inconcebible, pues el amor nos lleva a estar cerca de los seres a quienes amamos. Y entonces, ¿por qué con Dios nos comportamos de esa manera? Decimos que lo amamos, pero no estamos dispuestos a visitarlo ni siquiera media horita cada semana. ¿Cada semana? ¡Ojalá fuera al menos cada semana! Y en ocasiones ni nos acordamos de Él a lo largo del día, al menos que "nos urja" pedirle algún favor. Es que somos a veces demasiado interesados...

A este primer mandamiento, nuestro Señor añade otro: "Amar al prójimo como a uno mismo". Es el mandamiento de la caridad, que es igual de importante que el primero. Es más, "quien dice amar a Dios a quien no ve, pero no ama a su hermano a quien ve, es un mentiroso", nos dice san Juan. Y el mismo Cristo afirma que "de estos dos mandamientos penden toda la Ley y los profetas". O sea que aquí se halla resumida toda la revelación bíblica. Éste fue el "mandamiento nuevo" que Él vino a traernos; éste es el núcleo del Evangelio y la esencia del cristianismo. Quien no vive el mandato de la caridad, simplemente no puede llamarse cristiano.

Pero, bueno, para hablar con calma de esto necesitaríamos de mucho más tiempo. Espero poder tratarlo en otra ocasión. Basta con que nos quedemos ahora con lo primero. Si vamos a visitar a nuestro Señor al menos cada semana en la Misa dominical y nos acordamos de conversar con Él algún ratito durante el día, creo que Él se sentirá feliz porque le mostramos nuestro amor filial con obras. Pero, además, nuestra vida cristiana mejorará de una manera muy notable. Entonces amaremos de verdad a Dios con nuestro comportamiento y no sólo con buenos sentimientos o palabras bonitas.

¿Y por que esto era poner a prueba a Jesús? pues porque entre los judíos fervorosos de aquel tiempo, había muchas discusiones, porque había muchas escuelas, entonces unos decían que el mandamiento más importante ere este y otros decían que era aquel, y los fariseos al hacerle esta pregunta a Jesús lo que quieren es meter a Jesús en una casilla, tenerlo encajonado, saber el es de esta escuela, ya lo tenemos aquí atrapado, ya sabemos cómo es El.
Querían saber, querían averiguar a qué escuela pertenecía Jesús, con quienes hacia partido, para después decir ese partido está errado o está equivocado; pero fíjate que en la mente de los fariseos todo esto era un juego académico, era un problema intelectual y era evidentemente un truco para tratar, como dice el evangelio, tratar de atraparlo, le hacen esa clase de pregunta jugando para ver si pueden atrapar a Jesús y pensando solamente desde el punto de vista de los conceptos y las teorías, pero esa pregunta, que era una trampa y que era un juego para ellos, sirve de ocasión para que Jesús nos regale la nuez, el centro, el corazón del evangelio.


Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser   Le preguntan a Jesús: Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Y Jesús responde: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.

   ¿Y cómo se ama a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser? La respuesta a esta pregunta pondrá a prueba tu vida entera, y te moverá a conversión.

   Hay quien vive de amores pequeños, porque su corazón es pequeño. A esos amores corresponden alegrías pequeñas y sufrimientos mezquinos y egoístas. Muchos pasan la vida caminando entre mezquindades. Cuando están ante la grandeza, se espantan o se aburren.

   Para amar a Dios es preciso llevar el corazón a su punto de fusión, y dilatarlo hasta hacerlo capaz de amores grandes. No sirven las distancias «prudentes». Hay que rebasar la línea de la locura y alcanzar el cuerpo a cuerpo: pegar el corazón a Cristo en la Eucaristía, en la oración, en las mil jaculatorias diarias…

   Entonces toma el Señor el corazón humano, lo aprieta como si lo exprimiese, lo levanta y lo besa con un beso de muerte y de vida. Grandes dolores, grandes gozos, grandes amores… Gran gloria en el Cielo.


 







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