domingo, 23 de noviembre de 2014

La misericordia de Dios se ha querido manifestar en la debilidad humana





Hermanos:
Jesús predicó muchas veces sobre el Reino de Dios, y hoy estamos celebrando el Reino de Jesucristo; Jesús predicó la llegada del Reino de Dios; hoy celebramos a Cristo como Rey. Hoy celebramos el Reinado de Jesucristo. ¿Será que hay alguna relación entre estos dos misterios? Tiene que haberla.
Los discípulos no le entendieron muy bien qué era lo del Reino de Dios; fíjese que después de resucitar, después de la Cruz, cuando iba a subir al cielo se les presenta; cuarenta días habían pasado después de la Resurrección.
Calcule cerca de tres años, hagamos de cuenta, de predicaciones, milagros, exorcismos, de vivir con Él; luego ver cómo murió en la Cruz, saber que está resucitado de entre los muertos; y cuarenta días de apariciones, después de todo ese tiempo esta es la pregunta que le hacen los discípulos a Jesús: “¿Ahora es cuando vas a restaurar el reino de Israel?" Hechos de los Apóstoles 1,6.
Para ellos el Reino de Dios era una cosa muy bonita que estaba en su mente y que se parecía, más o menos, a lo que tuvieron en el tiempo de David; es decir, mantener los enemigos a raya, paz y prosperidad en el país, familias numerosas, hijos sanos, cosechas abundantes, buena salud, alegría para todos; ese es el tiempo que ahora va a empezar, es la pregunta que le hacen a Jesucristo, porque Jesucristo había predicado la llegada del Reino de Dios.
Pero, eso como que no se lo entendían muy bien; hoy estamos celebrando a Jesucristo Rey, tomando sus propias palabras, porque, ciertamente, el lugar que ocupa Cristo en esta parábola que hemos escuchado en el evangelio es el lugar del Rey. Él es el Rey, ante Él tendrán que comparecer todas las naciones.
Y a ese Cristo Rey, ¿qué le interesa? Le interesa si hemos sido capaces de encontrar su mensaje, si hemos sido capaces de entender su Palabra, porque toda la Palabra de Cristo, óiganme bien, hermanos, toda la Palabra del Señor se resume en esto: que Dios ha tomado lo débil del ser humano, allí donde no alcanzan nuestras fuerzas, Dios ha querido tomar la debilidad para revelar su misericordia; ese es el Reino de Dios, y ese es el Reinado de Cristo.
Pero, como el Reino de Dios cada uno lo imagina más o menos a su aire; los discípulos se lo imaginaban como una restauración de la época de David. Si nosotros hacemos una encuesta: "¿Cómo se imagina usted el Reino de Dios?"
Seguramente, encontraremos que la gente va a decir cosas muy parecidas a las que pensaban los discípulos en esa época, "que los enemigos estén a raya", "que los enemigos de la vida, los enemigos de la familia, los enemigos de la paz estén allá lejos, que no se metan con nosotros, que haya cosechas abundantes, que todo el mundo esté contento y que las familias sean numerosas y bonitas".
Nosotros seguiremos pensando, tal vez, como los discípulos; pero el mensaje de Jesús es: “Si quieres entender el Reino de Dios, mira cómo yo soy Rey, mira en qué consiste mi Reinado. Y para entender el Reinado de Cristo, sólo hay que entender una frase que es la frase con la que yo les pido que nos salgamos hoy, de esta iglesia: “En la debilidad humana se ha querido manifestar la misericordia de Dios”.
“En la debilidad humana se ha querido manifestar la misericordia de Dios” Tercera vez, quiero que hasta el niño más pequeño, de ser posible, se vaya con esa idea a su casa: “En la debilidad humana se ha querido manifestar la misericordia de Dios”
La debilidad humana de una persona, ¿qué es? Una enfermedad que le llega, una traición que sufre, la proximidad de la muerte, una quiebra, un fracaso en un proyecto, o, simplemente, no poder uno vivir como uno piensa que se debe vivir. Esa es la debilidad humana en cada uno de nosotros, y ahí por esa puerta de la debilidad humana ha querido mostrarse Cristo. Eso para un ser humano.
Para la sociedad humana, ¿cuál es la debilidad? La debilidad son los que han aparecido hoy en el evangelio: los enfermos, los encarcelados, los hambrientos, los sedientos, los sin patria; lo que Cristo nos quiere decir es: “Si tú has entendido mi mensaje, entonces tú entiendes que yo llego a tu vida por la puerta de tu debilidad, y yo llegó a la sociedad por la puerta de su debilidad; si no entiendes mi mensaje para el mundo, tampoco entiendes mi mensaje para ti”.
"Si tú comprendes que sólo en la debilidad se revela la misericordia de Dios, entonces, entiendes que hay una puerta en ti que está siempre abierta a Dios y hay una puerta en el mundo que está siempre abierta a su generosidad, está siempre abierta a tu amor, a tu caridad, dice Jesús: “Cada vez que dejasteis de hacer esto a mis humildes hermanos, dejasteis de hacerlo a mi”
Cada vez que le das la espalda a la debilidad que hay en el mundo, te tapas los oídos para el mensaje de Jesús, porque el mensaje de Jesús es: “Sólo en la debilidad humana se revela la misericordia de Dios” Cuando le damos la espalda al hermano pecador, al hermano enfermo, al hermano hambriento, estamos diciendo: “No quiero oír tu mensaje” Porque el mensaje de Cristo es: “Sólo en la debilidad”
"Y por eso, porque no has entendido mi mensaje, porque no has abierto tu puerta, por eso no puedo entrar en ti; y si no puedo entrar en ti, y no puedo sostenerte, te hundes". El misterio de la muerte acecha a todos por igual; todos nos vamos a morir; nuestro cuerpo, nuestras más bellas palabras, nuestras mejores ideas, nuestros afectos más tiernos, todo se estrella contra un muro que se llama la muerte.
Pero, hay Alguien que está dispuesto a sostenerte en el momento en el que todo parece caerse; ese alguien se llama ¡”Jesucristo”! Pero, si no recibimos el mensaje de Cristo, nos escurrimos en el vientre cenagoso de azufre de la muerte, ese es el infierno.
El infierno no es sino la prolongación sin medida del misterio de la muerte para aquel que no quiso aceptar el mensaje de la gracia; por eso el destino del que no escucha el mensaje de Jesucristo, el destino del que no acepta el mensaje de Jesucristo sea predicado de viva voz, o llegado a su conciencia, el destino de esa persona sólo puede ser resbalarse en el vientre cenagoso de azufre de la muerte.
Es decir, el infierno, y por eso Jesús predica esto que hemos oído, para que todos nosotros abramos nuestros oídos al mensaje de la gracia, para que no tengamos miedo a reconocer que somos débiles y no tengamos asco ante los débiles de este mundo. Ahí está resumido todo.
Para que no tengamos miedo de reconocer que somos débiles, y para que no tengamos asco ante los débiles; es decir, los pobres, los pecadores, los enfermos, los hambrientos, los que están confundidos.
No puedes tirarle la puerta a tu hermano, sin tirarle la puerta a Jesucristo, porque sólo en la debilidad de su hermano y en la debilidad suya, se revela el mensaje de la gracia, y sólo si recibes el mensaje de la gracia puedes ser soportado por Jesús.
Un avión se estaba cayendo, empiezan a repartir paracaídas; todo el mundo, aunque tiembla de miedo, recibe el paracaídas y trata de aprender cómo se maneja ese aparato, pero hay una persona que dice: -“Yo no quiero eso”. "–¡Señor, el avión se cae!"
“-Yo no quiero eso”."-¡Señor, se va a estrellar!. “-Yo no quiero eso”. "-¡Señor, se va a matar! "–Yo no quiero eso”. “-¡Ya nos vamos a lanzar, los demás tenemos paracaídas, tome el suyo!” “-Yo no quiero eso”. “-Entonces, hasta luego, señor”. Ese es el infierno.
El infierno es decirle a Jesús: “Yo no quiero eso”, “Yo no quiero su mensaje de gracia”, “yo no quiero acoger su Palabra”, y La Palabra de Jesús es una sola.
Que la misericordia de Dios se revela en la debilidad, que no tengamos miedo de reconocer que somos débiles, y que no tengamos asco ante los débiles de este mundo.@

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