sábado, 7 de marzo de 2015

El perdó no és pas oblidar.....


Indudablemente la Iglesia quiere, con las lecturas de hoy, que nos admiremos y nos alegremos en el don magnífico del Perdón.
Dice el Profeta Miqueas: "¿Qué Dios como tú que perdonas el pecado y absuelves la culpa al resto de tú heredad" Miqueas 17,18. Verdaderamente, hay que saber maravillarse del don del perdón, porque si uno reflexiona un poco sobre lo que significa el perdón y significa perdonar, la única palabra que se parece es crear, volver a crear.
A veces se dice que el perdón es como olvido y por eso hay gente que dice: "Yo perdono pero no olvido". Realmente el perdonar no es exactamente olvidar, porque en el verdadero perdón la grandeza está en amar por encima de lo sucedido.
Imaginémonos una persona que tuviera amnesia, que tuviera muy mala memoria y que le han hecho un daño y se le olvidó. Pues quiere decir que esa persona ama como si nada hubiera pasado, pero lo grande no es amar como si nada hubiera pasado, sino amar sabiendo que pasó lo que pasó, ese es el perdón grande, amar sabiendo qué pasó.
Pensemos en un ejemplo: un hombre disparó contra el Papa el 13 de mayo de 1981; podemos suponer que el Papa siente un amor muy grande por la humanidad y seguramente si el Papa se hubiera encontrado unos días antes con este hombre, pues hubiera sentido algún amor por él.
Es un pagano o es un musulmán, yo no sé qué religión tiene ese señor, pero no es cristiano, es un pagano, es un musulmán que viene de la región de Turquía con unos antecedentes penales, el Papa hubiera sentido algún amor por él.
Pero lo grande es que después del atentado, después de haber sido herido, después de que el otro buscó mi muerte, entonces el Papa manifiesta de muchas maneras amor por su propio asesino, por el que quería asesinarlo.
Eso es lo grande, amar sabiendo que pasó lo que pasó. Por eso, no hay que pensar que lo mejor del perdón es el olvido, no. Lo mejor del perdón es amar sabiendo que pasó lo que pasó. Y aquí es donde viene lo misterioso, pero también lo grande del perdón, porque normalmente cuando uno se acuerda de lo que pasó, no siente amor.
Si yo recuerdo al que me hizo daño, ¿cómo voy a sentir amor por él? Por eso digo que el perdón es misterioso, el perdón es profundo, ¿cómo puedo recordarlo y amarlo? ¿Cómo puedo sentir amor por él sabiendo que pasó eso que pasó?
La única respuesta es: “Puedo amar porque el amor crea”. El amor es creador, es creativo y crea una situación nueva, una perspectiva nueva, una mirada nueva; el amor hace que yo vea en el daño que me causaron una ventana para asomarme a la miseria, a la enfermedad, a la necesidad, a la carencia del otro.
Lo grande del amor es que me permite mirar, a través de mi propia herida, la herida del otro. Este es el misterio sublime que encontramos en la Cruz. El cuerpo de Jesús es llagado, es abierto por el látigo, por los clavos, por las espinas, pero cuando se abre el cuerpo de Jesús, a través de esas llagas, Jesús mira las llagas de los que le hacen daño. Eso es lo grande de ese amor.
El perdón empieza cuando el amor me abre los ojos a la llaga del otro que causó o que quiso causar una llaga en mí. Ahí está lo grande del perdón.
Y eso es lo que realiza Dios, sólo Dios puede hacerlo. Viene Dios a nosotros y nos ilumina sobre la condición de aquellos que nos hicieron daño; viene Dios a nosotros y nos muestra la necesidad, la enfermedad, la carencia, la ignorancia.
Por eso Cristo oró diciendo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" San Lucas 23,34. Es decir, Cristo miraba a través de su propia herida el problema del otro y por eso pudo amar, ese es el amor grande.
Y por eso yo en este momento de mi vida, yo no digo que el perdón perfecto es olvidar, yo digo que el perdón perfecto es recordar, pero no recordar volviendo mi amor hacia mí, sino recordar volviendo mi amor hacia el otro. El problema no está en que uno recuerde, el problema está en que uno utiliza la herida del pasado para amarse uno y no para amar al otro.
Cuando llega Dios a nuestra vida entonces, hace milagros como ese, el perdón es un milagro, es un milagro y es uno de los más bellos milagros. La persona recuerda al otro, sabe de las miserias, sabe del problema del otro, y a través de la herida que el otro le causó, mira la herida que existe en ese otro hermano.
Y ahí descubre la necesidad del otro y quiere como completar, quiere sanar esa herida, porque nadie hiere si no está herido primero, nadie hace daño si no está dañado primero, nadie ataca si no se siente dañado, agredido, enfermo primero.
Es más grave la herida del que hiere, eso lo sabe el que tiene amor por dentro. Cuando llega el amor a nosotros entonces se hace posible el perdón. Esta obra únicamente la puede hacer Dios, y por eso es un gran homenaje, una gran alabanza a Dios lo que ha dicho Miqueas: "¿Qué Dios como tú que eres capaz de perdonar?" Miqueas 17,18.@fraynelson 

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